Hola hola! Noelia ha hecho mucho daño, y Alaric se está dando cuenta de sus errores, ¿Que hará ahora? Los leo! Bso Kika
Celeste Había corrido por los pasillos. Las señoras del castillo me había seguido, y entendí que estaban hechizadas. No sé quién le había dado esa piedra a Noelia, pero venía con malas intenciones, y ella las comandaba ¿Quién sabe a quién más? Los susurros seguían diciéndome que saliera de allí, y cuando rompí la piedra, el hechizo se fue. Sin embargo, Alaric me encontró, su expresión era desesperada, necesitaba hablar con él, que me dijera la verdad. No podía soportar esta angustia en mi corazón. Él me había confesado sus sentimientos de una u otra forma, pero esas palabras… esas precisas palabras, nunca las dijo.Su mate. Los lobos antiguos tenían vínculos diferentes, había dicho Fabrizio. Pero esto no tenía sentido.—Eres mi mate, Celeste. La única. Todo esto es para ti. Yo creé este castillo para ti y para mi familia. Eres la única familia que necesito— dijo desesperado, sus ojos se veían angustiados. Me sujetaba, suplicante mientras me explicaba— Esa habitación era la más hermo
Alaric Ella se había ido. Ni siquiera mi confesión ni mis palabras serían capaces de detenerla. Le había dicho que la amaba, que era la única para mí. Ni siquiera tenía derecho a reclamarle por no escucharme, ya que habían sido mis propias palabras las que la habían herido. Palabras que comenzaron desde el primer momento en que nos vimos. Desde ese instante había sentenciado mi futuro. Pero juro por la diosa que nunca imaginé que sería tan oscuro.Cuando vi que tenía poderes, mi dolor se transformó en angustia. Ese sueño que tuve en el templo me decía que había logrado algo extraordinario. Sin embargo, el miedo me carcomía.—¡Espera, Celeste! Sabía que tenía que perseguirla, que deseaba que se quedara dentro del castillo a toda costa. Pero no podía detenerla por la fuerza. Tenía que convencerla. Miles de palabras, confesiones y poemas de amor en todos los idiomas que conocía pasaban por mi mente, y escarbaba desesperadamente buscando qué decirle.Pero todo se desvaneció cuando salí
AlaricTobías estaba muerto, pero lo que había dicho me perturbaba. Sentí que ardía la herida en mi mano, esa en donde hice el juramento de sangre con Valerius. El peor error de mi vida.—Gracias Su Majestad— dijo Amelia con lágrimas de sangre en su cara. Cuando fuimos interrumpidos por Rachel.—¡Su Majestad! Los derrotamos, pero no sabemos si hay más a los alrededores —exclamó Rachel. Amelia me miró, ella sabía que debía irme, que no podía dejar mi mate a la deriva, que la necesitaba. Fabrizio dijo que yo era un rey sin honor, que no merecía esta corona. Quizás era cierto. Lo que tenía que hacer a continuación fue tan claro que se me erizó la piel.—¡Al castillo! — ordené —¡Vendrán más enemigos, creerán que hemos caído y atacarán! —¡Todos, acérquense a la puerta, a los límites del castillo!— mis guerreros corrieron, vi a Damián aniquilando a los enemigos que faltaban, Xavier ayudando a los heridos. Tanta muerte y dolor, de nuevo. Me detuve en el límite, viéndolos todos adentro.Cerré
Fabrizio Parecía que habían pasado muchas horas desde mi terrible despedida con el rey, y ya extrañaba el castillo. Quizás no suene lógico extrañar un montón de piedras, pero un lugar que había conocido tan bien y había sido mi hogar por tanto tiempo. Pero la realidad era que me preocupaba la gente que estaba allí: mis amigos, mi familia. Gente que me había salvado y ayudado. Descubrí rápido cuanto me afectaba estar solo. Hacía tanto tiempo que no lo estaba. Los lobos siempre andan juntos; es cuestión de supervivencia, y ahora lo entendía. Necesitas a alguien en quien apoyarte y alguien a quien ayudar.Pero yo esperaba tener eso pronto. Y, si la diosa lo quería, también volver a ver a todos. Iba avanzando cuando sentí que alguien me seguía. Había volteado rápidamente varias veces sin ver nada, pero esta vez estaba allí, frente a mí, cuando me giré. Era un lobo, un fantasma, un espíritu del bosque.—Axel, ¿no es cierto? —pregunté. Tenía un pelaje gris que parecía plateado mientras re
Fabrizio —Mi hermano me dice que no debo ir nunca ahí, que es mejor no acercarse. Hay rumores de que hacen rituales y cosas extrañas. Me da mucha curiosidad, pero también miedo de acercarme ahí —comenta Nora.—Los herejes son personas extrañas. Si no fuera porque hicieron algo que Su Majestad les agradecerá siempre, estoy seguro de que estarían considerados fuera del reino —expliqué sin dar más detalles. —Pero no se preocupe por los herejes; ellos mantendrán su distancia. ¿Podría pedirte un último favor? —pregunté, y ella sonríe.—¡Por supuesto que sí! ¡El que quieras!—Tengo que reunirme con alguien muy importante en mi búsqueda, y estoy poco presentable —dije, señalando mi traje roto y manchado de sangre.—¡De inmediato! Te voy a llevar al mejor sastre de la ciudad.Caminamos por el centro de la ciudad mientras observaba el bullicio a nuestro alrededor. Finalmente, nos detuvimos frente a una tienda de estilo antiguo, sin duda administrada por un vampiro.—Señor Giacomo, este es Fabr
¿Alguna vez han sentido cómo una emoción era tan fuerte que parecía consumirlos por dentro? Como si pensaran que el sol no volvería a salir. Se preguntan cuándo va a terminar, o si alguna vez se terminará, porque parece llevárselo todo.Ese dolor me ardía en cada respiración, cada exhalación, cada latido y cada suspiro. Ya no era una mujer, sino un dolor andante. Mientras caminaba por el bosque, moviendo los árboles con mi poder, lloraba y me desesperaba, mi poder saliendo con fuerza.Quizás no debería haber tenido expectativas tan altas. Porque de todas las personas de las que podría haberme enamorado, ¿realmente tenía que ser de un rey? ¡El rey de todos los lobos! ¿En qué demonios estaba pensando?Hasta que un fuerte temblor sacudió todo a mi alrededor. Me pareció escuchar hasta los árboles gritar. Una sensación de desesperación me sobrecogió, como si pudiera sentir que todos estaban en peligro. ¿Estaba en peligro también él? ¿El que me había ocultado la noticia más importante para
Eva Estaba completamente segura de que íbamos a encontrar a cielito rápidamente, pero había subestimado las capacidades que tenía esta chica ahora con sus poderes. Había movido ramas y árboles. Lanzó enemigos por los aires como si no fueran nada. Consumida por la rabia, no sé exactamente qué había sucedido, pero estaba fuera de sí. —¿Quién anda ahí? —pregunté cuando sentí a alguien detrás de mí —Oh eres tú— y apareció el guerrero. Generalmente me molestaba que estuviera rondando, pero en este momento supe que necesitaría su ayuda. Él conocía a cielito más que nadie, y yo temía que necesitaríamos dialogar con ella, convencerla y eso no iba a ser fácil. Estábamos en peligro y ella no podía andar afuera así como así. —¿Qué le sucede a Celeste? Está fuera de control —preguntó mientras trataba de seguirme el paso.—No lo sé, pero Su Majestad nos ha dado la orden de seguirla, y es lo que haremos. La traeremos de vuelta. Cueste lo que cueste.—Así será— respondió e íbamos envalentonados.
Fabrizio —Disculpe, señorita, me preguntaba si podía decirme dónde estaba —la muchacha me miraba extrañada. Tenía el cabello negro y los ojos verdes. No se parecía en lo absoluto a mi Margarita y, sin embargo, había algo en ella que me decía que estaba relacionada. Más allá de la flor en su cabeza, había algo inexplicable.—¿Dónde estamos? Pues en el Paraíso del Bosque, el lugar para que los caminantes, perdidos o no, se encuentren y descansen —respondió mientras volvía a tocar el piano.¿Qué demonios está sucediendo?. A mi alrededor veo hombres tomando vino, las meseras hablando y moviéndose entre la barra y las mesas, pero nada más. Lo que me parecía más sorprendente era que no podía distinguir si las personas allí eran vampiros, humanos u hombres lobo. Todo parecía demasiado extraño.—Señorita, ¿sabe si aquí hay lobos o vampiros? —le pregunté susurrando. Ella sonríe y me mira como si estuviera completamente loco.—Lobos, allá afuera, sin duda. Los escucho aullar de vez en cuando. Y