Valentino estaba furioso en su habitación, tratando de descansar mientras solo miraba el reloj, esperando a Atenea que aún no regresaba. A pesar de no entender por qué la esperaba, la ausencia de ella lo inquietaba, imaginándola en los brazos de otro hombre.Frustrado, decidió salir de su habitación
Todo salió perfecto, ya que Atenea sabía y estaba segura que Valentino, su prometido, no se contendría y la buscaría. El plan no pudo salir mejor ahora que él mismo la estaba viendo con otro en el momento justo, probando de su propio veneno. —¡Atenea! —el grito de Valentino retumbó en todo el pasil
Después de llevar a Layla a la mansión, donde Atenea y Lenox se encontraron con Valentino, regresaron para continuar con su noche. Aunque el rubio con semblante serio optó por no reclamarle nada, no mostraría debilidad y prefirió dejarlos ir, tragándose su propio orgullo.Por otro lado, Atenea regre
«Ate, perra, me dejaste sola, vuelve a la mansión de inmediato, hay una invitada inesperada».Ella frunció el ceño confusa, mientras Lenox conducía. Tecleó una vez más en la pantalla para responderle a su amiga.«Ya estoy de camino, pero, ¿Puedes decirme quién es?».Pronto su teléfono vibró con la r
—¿Acuerdo? —él parecía confuso.—Sí, un acuerdo donde estipulaba que no nos inmiscuiríamos en la vida del otro por ningún motivo o circunstancia —declaró ella, mientras Valentino cerraba los ojos brevemente, conteniéndose de explotar—. Por lo tanto, ya que él tiene la desfachatez de traer a su amant
El desayuno culminó en un ambiente tenso. La señora Elsa, incapaz de soportar la escena protagonizada por aquella joven chiquita e irespetuosa, no tuvo más opción que regresar a su casa. Su disgusto fue tal que incluso se le bajó la presión. Mientras tanto, Lirio decidió no darle el gusto a Atenea d
—¡Desgraciado! —exclamó Atenea al liberarse finalmente, quedando agitada con los labios enrojecidos e hinchados—. ¿¡Qué te pasa!? ¿¡Enloqueciste!?.—¿Ese tipo puede tocarte, pero yo no? —cuestionó, retrocediendo dos pasos—. Si le abriste las piernas a un desconocido, supongo que no tendrás ningún pr
—¿Qué tanto hiciste con ella? —La pregunta de Lirio hizo aterrizar a Valentino de sus vagos pensamientos—. Tardaste mucho en bajar.—Ya te dije que no te metas en ese tipo de asuntos, mantente al margen —suspiró, llevando el vaso de licor a sus labios, de pie frente al ventanal de su despacho.—¿Por