Eva.
–¿Te sientes mejor? – me pregunta Gigi.
–No, para nada – yo me quito el agua fria con la que me he lavado la cara y entonces me miro al espejo. Me veo peor de lo que me he visto nunca, incluso peor que esa noche en que me estrellé y tuve el accidente de tránsito, esto no podría ser peor de lo que ya es, estoy destruida, triste, humillada, derrotada, me duelen los pies y el estomago no deja de rugirme en parte por hambre y en parte porque nuevamente me atacan las ganas de vomitar.
–No sé qué decirte, amiga – ella suspira y me acaricia la espalda. La verdad es que yo no sé que haría si Gigi no estuviera aquí conmigo, probablemente ya me habría vuelto loca – ¿Quién habrá filtrado los videos? – chasquea la lengua.
–No lo sé, pero sea quien sea, queria hacerme daño – suspiro
Eva. Me quedo como una idiota en la mitad de un baño público, me siento asqueada, completamente destruida y ni siquiera estoy muy segura de que debería hacer en este momento, una parte de mi sabe que Aaron es lo único que me queda en este mundo, esa parte me está pidiendo a gritos que corra detrás de él y que le ruegue si es necesario, en cambio la otra parte de mi corazón grita de emoción porque siente que esto es lo mejor que pudo haber pasado, que ya no tendré que mentir ni fingir sonrisas junto a un hombre que he dejado de amar hace ya mucho tiempo.–¿Todo bien? – Gigi entra nuevamente en el baño y me ve con expresión preocupada. –No, nada está bien – respiro profundo, miro al techo del baño y entonces intento controlar mis lágrimas, porque no importa cuantas de ellas derrame, el pasado no va a cambi
Eva. –Yo no necesito de nadie para estar bien – me empino la botella y camino descalza sobre el sofá color negro, he estado yendo de una esquina a otra mientras me tomo el contenido de la segunda botella de Vodka.Yo nunca fui una persona amante del licor, de hecho, creo que antes de que mi vida se fuera al carajo, nunca bebía, excepto en las pocas oportunidades que salía con Gigi y Zoé, pero ahora que todo se ha vuelto un infierno y que yo no me he convertido en más que un montón de pedazos rotos, me he acostumbrado al sabor amargo del licor – tu eres mi fiel compañía – le digo a la botella con la voz pastosa.Me bajo del sofá porque estoy a punto de caerme y no quiero eso, algo muy malo podría pasarle al bebé y se supone que ya soy una madre, ya debo cuidar de mi salud y la de él tambien, o la de ella, no sé qué vaya
Eva. Me sudan las manos y a duras penas puedo acomodarme cuando me meto dentro del auto de Gigi, ¡Joder! Estoy más nerviosa que nunca, como si estuviera a punto de dirigirme a la horca, pero es que con Eros siempre se siente asi, todo es como estar al borde de un abismo del cual voy a terminar cayendo, el problema es que nunca sé con que me voy a encontrar al borde de ese abismo, si con sus brazos dispuestos a rescatarme o con la cruda realidad que se ha portado del asco conmigo últimamente. Gigi pone el auto en marcha y no hace más que suspirar, sé que ella cree que esta no es una buena idea, y no la culpo por eso, yo misma no estoy muy segura de que sea lo más saludable, más aún estando borracha, pero siento que si no lo hago ahora entonces no lo haré nunca, me quedaré con la incertidumbre de saber si podemos lograrlo, y no me creo capaz de vivir con eso.–¿Pued
Eros. –Lo que escuchaste, me van a trasladar – cruzo mis brazos sobre mi pecho y me paro delante de ella que me mira como si de repente estuviera viendo a un fantasma, se ha puesto blanca como una hoja y sus pupilas se han dilatado, eso sin mencionar la expresión que tiene en su rostro, como si no fuera capaz de creer nada de lo que digo, o peor aún, como si no estuviera dispuesta a hacerlo.–Tienes que estarme jodiendo, no es cierto – niega con la cabeza, creo que si ella se viera ahora mismo en un espejo se daría cuenta de que tiene la pinta completa de una loca de hospital psiquiátrico – no pueden llevarte de Australia, ¡No ahora! ¿Por qué demonios?–¿Te parece poco lo que sucedió esta mañana en la iglesia?–¡Esa no es razón suficiente para que vayan a trasladarte! – Eva comienza a hiperventilar y a caminar
Eva. Es de noche y estoy en uno de los sitios más lindos que he visto en toda mi vida, la luna está puesta sobre las montañas, hay montones de estrellas que titilan y parece que lo hicieran exclusivamente para mí, yo sonrió cuando veo la imagen que forman todas ellas juntas, parece un corazón, algo maltrecho, pero todavía completo. Me quedo embelesada con el paisaje mientras me siento en el columpio debajo del árbol más oloroso y bonito que he visto jamás, me mezo y llevo mi mano a mi vientre, una sensación de ternura me invade por dentro, he dejado de ver este embarazo como algo malo, creo que este bebé será el motor que necesito para seguir adelante y no rendirme, sin importar que tan difícil se vuelva mi realidad.–¿Qué estás haciendo? – él pone su mano en mi hombro y yo pongo la mía sobre la de &eac
Eva. –¿Qué otra información te dio? – le pregunto a Gigi mientras me quito el vestido que tengo puesto y lo tiro al suelo.–Como te pudiste dar cuenta, fue una llamada muy breve, no tengo muchos detalles, solo sé que se ha declarado estado de emergencia dentro del batallón.Comienzo a temblar y pienso en todas las posibilidades, mi cabeza se imagina la cantidad de personas que debieron haber estado dentro del batallón mientras nos atacaban, no puedo dejar de pensar en los muertos y en los heridos, mi cabeza viaja a traves de todas las personas que conozco que pudiera resultar heridos, pienso en Aaron, en Eros e incluso en Zoé. No sé donde demonios estaba ninguno de ellos y no tendría nada de extraño que hubieran estado allá.–¿Te dijeron si había heridos? ¿Qué tipo de ataque fue? – insisto, pero ella est&
Eva. Los soldados murmuran después de que Eros y su padre se hubieran marchado, para todos es demasiado extraño verlo de esa forma, Eros no es el tipo de hombre que se quiebra ante ninguna situación, él es como un tempano, frio, helado, grande e irrompible, pero tal parece que todos tenemos nuestro talón de Aquiles y Eros no es la excepción.Yo miro a mi alrededor y entonces me doy cuenta de que soy la única superior que hace parte de las filas, suspiro profundo y me salgo de la fila, si quiero que las personas sigan respetándome y tratándome como la coronel que soy, entonces será mejor que siga comportándome como tal. La mayoría de las veces no esto
Eva. –El ministro y sus hijos pueden irse a la mismísima mierda – suelto con frustración, no siento depresión o tristeza dentro de mi cuerpo, eso se ha convertido en una jodida rabia que me tiene de un genio de los mil demonios – ¿Quién diablos se creen que son? – pregunto bajito mientras hago pataleta como una niñata, pero nadie me está viendo o escuchando, o al menos eso espero, así que me da igual comportarme de forma inmadura.–¡Alto ahí, vaquera! – me dice la voz pacifica y calmada de Jacob – ¿Qué pasa contigo? ¿A dónde vas tan feliz? –No estoy de humor para bromas – le digo – he tenido la peor semana en toda la historia de mi vida.–Y tampoco asististe a la sesión de esta semana – me recuerda mientras me mira con reproche. –Lo