Eva.
Me sudan las manos y a duras penas puedo acomodarme cuando me meto dentro del auto de Gigi, ¡Joder! Estoy más nerviosa que nunca, como si estuviera a punto de dirigirme a la horca, pero es que con Eros siempre se siente asi, todo es como estar al borde de un abismo del cual voy a terminar cayendo, el problema es que nunca sé con que me voy a encontrar al borde de ese abismo, si con sus brazos dispuestos a rescatarme o con la cruda realidad que se ha portado del asco conmigo últimamente. Gigi pone el auto en marcha y no hace más que suspirar, sé que ella cree que esta no es una buena idea, y no la culpo por eso, yo misma no estoy muy segura de que sea lo más saludable, más aún estando borracha, pero siento que si no lo hago ahora entonces no lo haré nunca, me quedaré con la incertidumbre de saber si podemos lograrlo, y no me creo capaz de vivir con eso.
–¿Pued
Eros. –Lo que escuchaste, me van a trasladar – cruzo mis brazos sobre mi pecho y me paro delante de ella que me mira como si de repente estuviera viendo a un fantasma, se ha puesto blanca como una hoja y sus pupilas se han dilatado, eso sin mencionar la expresión que tiene en su rostro, como si no fuera capaz de creer nada de lo que digo, o peor aún, como si no estuviera dispuesta a hacerlo.–Tienes que estarme jodiendo, no es cierto – niega con la cabeza, creo que si ella se viera ahora mismo en un espejo se daría cuenta de que tiene la pinta completa de una loca de hospital psiquiátrico – no pueden llevarte de Australia, ¡No ahora! ¿Por qué demonios?–¿Te parece poco lo que sucedió esta mañana en la iglesia?–¡Esa no es razón suficiente para que vayan a trasladarte! – Eva comienza a hiperventilar y a caminar
Eva. Es de noche y estoy en uno de los sitios más lindos que he visto en toda mi vida, la luna está puesta sobre las montañas, hay montones de estrellas que titilan y parece que lo hicieran exclusivamente para mí, yo sonrió cuando veo la imagen que forman todas ellas juntas, parece un corazón, algo maltrecho, pero todavía completo. Me quedo embelesada con el paisaje mientras me siento en el columpio debajo del árbol más oloroso y bonito que he visto jamás, me mezo y llevo mi mano a mi vientre, una sensación de ternura me invade por dentro, he dejado de ver este embarazo como algo malo, creo que este bebé será el motor que necesito para seguir adelante y no rendirme, sin importar que tan difícil se vuelva mi realidad.–¿Qué estás haciendo? – él pone su mano en mi hombro y yo pongo la mía sobre la de &eac
Eva. –¿Qué otra información te dio? – le pregunto a Gigi mientras me quito el vestido que tengo puesto y lo tiro al suelo.–Como te pudiste dar cuenta, fue una llamada muy breve, no tengo muchos detalles, solo sé que se ha declarado estado de emergencia dentro del batallón.Comienzo a temblar y pienso en todas las posibilidades, mi cabeza se imagina la cantidad de personas que debieron haber estado dentro del batallón mientras nos atacaban, no puedo dejar de pensar en los muertos y en los heridos, mi cabeza viaja a traves de todas las personas que conozco que pudiera resultar heridos, pienso en Aaron, en Eros e incluso en Zoé. No sé donde demonios estaba ninguno de ellos y no tendría nada de extraño que hubieran estado allá.–¿Te dijeron si había heridos? ¿Qué tipo de ataque fue? – insisto, pero ella est&
Eva. Los soldados murmuran después de que Eros y su padre se hubieran marchado, para todos es demasiado extraño verlo de esa forma, Eros no es el tipo de hombre que se quiebra ante ninguna situación, él es como un tempano, frio, helado, grande e irrompible, pero tal parece que todos tenemos nuestro talón de Aquiles y Eros no es la excepción.Yo miro a mi alrededor y entonces me doy cuenta de que soy la única superior que hace parte de las filas, suspiro profundo y me salgo de la fila, si quiero que las personas sigan respetándome y tratándome como la coronel que soy, entonces será mejor que siga comportándome como tal. La mayoría de las veces no esto
Eva. –El ministro y sus hijos pueden irse a la mismísima mierda – suelto con frustración, no siento depresión o tristeza dentro de mi cuerpo, eso se ha convertido en una jodida rabia que me tiene de un genio de los mil demonios – ¿Quién diablos se creen que son? – pregunto bajito mientras hago pataleta como una niñata, pero nadie me está viendo o escuchando, o al menos eso espero, así que me da igual comportarme de forma inmadura.–¡Alto ahí, vaquera! – me dice la voz pacifica y calmada de Jacob – ¿Qué pasa contigo? ¿A dónde vas tan feliz? –No estoy de humor para bromas – le digo – he tenido la peor semana en toda la historia de mi vida.–Y tampoco asististe a la sesión de esta semana – me recuerda mientras me mira con reproche. –Lo
Eva. Me dirijo a mi habitación como un perro con la cola entre las patas, voy amargada durante todo el trayecto, Aaron no me quiere dejar participar en la misión, Eros seguramente tampoco lo hará y ahora el ministro cree que no soy mas que una mujer embarazada que no hace más que causar problemas. Estoy jodida de todas las formas posibles y lo peor de todo es que no hay nada que pueda hacer para arreglar la situación. Suspiro y pateo una roca que me encuentro en el camino mientras pienso en lo estúpida que he sido desde el principio. Yo me metí sola en todo este problema, lo hice a sabiendas de que estoy en un mundo machista en el cual las mujeres siempre tenemos la culpa, porque no importa que Eros tambien sea parte del problema, las personas a quien ven, señalan y de quien se burlan es de mí, no de él. –Estaban en la sala de trastes montándoselo, dicen que es m
Zoé. –Corran al ala norte y asegúrense de recuperar todas las granadas químicas que han puesto – les digo a mis soldados, que corren en grupos separados para poder hacer frente a este nuevo ataque que han decidido dar las águilas negras – por favor, no pierdan de vista el intercomunicador – me pongo la mascara de gas, no sin antes cerciorarme de estar conectada con el resto del equipo. Sin Eva como superiora mi padre básicamente me envío a mi a hacer su trabajo.Miro a mi alrededor y trato de orientarme, yo no soy un soldado de campo, esto no es lo que hago, yo soy inteligencia militar, asi que estar en esta posición es muy complicado para mí, a pesar de eso, el batallón completo esta en alerta roja y no puedo quedarme sentada como una muñeca de cristal esperando que alguien venga a rescatarme, debo moverme y buscar soluciones.–¡Connor! &i
Zoé. El miedo corre por cada una de las venas de mi cuerpo, estoy temblando y no sé que debería hacer, nadie va a escucharme si grito y no sé qué tantas posibilidades tengan de ganar una pelea entre este mastodonte que tengo enfrente y yo. Solo sé que mi vida corre peligro y que estoy en las manos de un hombre lleno de sed de venganza que espera hacer sufrir a mi padre, y si algo he aprendido estando en la milicia es que no hay peor golpe que ese que se da a la familia.–¿Te comieron la lengua los ratones, princesita? – me pregunta de forma sarcástica, ahora que no tengo puesta la mascara de gas puedo ver su rostro a la perfección, es moreno, de ojos verdes con cabello negro, tiene ese típico aspecto italiano de telenovela romántica, sin embargo, en él todo aquello luce desastroso, su diente de oro no se ve glamuroso, por el contrario, lo hace ver des