Zoé.
–Corran al ala norte y asegúrense de recuperar todas las granadas químicas que han puesto – les digo a mis soldados, que corren en grupos separados para poder hacer frente a este nuevo ataque que han decidido dar las águilas negras – por favor, no pierdan de vista el intercomunicador – me pongo la mascara de gas, no sin antes cerciorarme de estar conectada con el resto del equipo. Sin Eva como superiora mi padre básicamente me envío a mi a hacer su trabajo.
Miro a mi alrededor y trato de orientarme, yo no soy un soldado de campo, esto no es lo que hago, yo soy inteligencia militar, asi que estar en esta posición es muy complicado para mí, a pesar de eso, el batallón completo esta en alerta roja y no puedo quedarme sentada como una muñeca de cristal esperando que alguien venga a rescatarme, debo moverme y buscar soluciones.
–¡Connor! &i
Zoé. El miedo corre por cada una de las venas de mi cuerpo, estoy temblando y no sé que debería hacer, nadie va a escucharme si grito y no sé qué tantas posibilidades tengan de ganar una pelea entre este mastodonte que tengo enfrente y yo. Solo sé que mi vida corre peligro y que estoy en las manos de un hombre lleno de sed de venganza que espera hacer sufrir a mi padre, y si algo he aprendido estando en la milicia es que no hay peor golpe que ese que se da a la familia.–¿Te comieron la lengua los ratones, princesita? – me pregunta de forma sarcástica, ahora que no tengo puesta la mascara de gas puedo ver su rostro a la perfección, es moreno, de ojos verdes con cabello negro, tiene ese típico aspecto italiano de telenovela romántica, sin embargo, en él todo aquello luce desastroso, su diente de oro no se ve glamuroso, por el contrario, lo hace ver des
Eros.–¿Cómo te sientes? – le pregunto a Eva, que sigue entre mis brazos tratando de volver a la normalidad.–Un poco mareada – dice con la voz pastosa y adormilada. –Es normal que te sientas así, estuviste expuesta por mucho tiempo al químico, pediré que te hagan una revisión en enfermería y en cuanto podamos salir de aquí iremos al médico – le aviso, sé que Eva suele ser muy obstinada en algunas ocasiones y esto es algo en lo que no debe reprochar.Ella solo asiente con la cabeza, respira de forma pausada y pestañea lento, no es porque se este durmiendo, sino porque el químico prácticamente servía a modo de sedante, y sabrá Dios que otras implicaciones tiene.–¿No tendrías que estar ayudando a otras personas? – me pregunta de forma débil.&ndash
Zoé. La capucha negra que Jonás ha puesto sobre mi cabeza me impide ver cualquier cosa a mi alrededor, es tan gruesa que ni siquiera soy capaz de distinguir los sonidos que me envuelven, solo hay oscuridad, los ocupantes del vehículo tampoco se molestan en hablar, es obvio que no van a exponerse en frente de un miembro de la FAEA, aunque en este momento me siento mas como una hormiga a punto de ser pisoteada que como un militar con capacidad de defenderse. Yo solo espero que esta pesadilla termine pronto, que pueda despertar y darme cuenta de que esto en realidad no está sucediendo y que es solo uno de esos malos sueños que he estado teniendo desde que mi madre murió.Mientras el auto sigue avanzando, yo respiro profundo y trato de mantener la calma, no puedo enloquecer porque eso les daría la ventaja y me niego a quebrarme sin intentar huir de este grupo de mierda. Sin embargo, mantener la calma se con
Zoé. –¿Qué demonios crees que estás haciendo? – intento esquivarlo cuando trata de arrancarme las bragas.–No es momento para ponernos pesados, muñeca – él me agarra con fuerza de la mano y me empuja haciéndome estrellar contra una reja de metal frio que hace que me duelan los huesos de la espalda enseguida. Suelto un gruñido a causa del impacto y siento que mi cabeza comienza a doler y palpitar con fuerza.–Creo que ya te había dicho que más te vale cooperar con nosotros, Zoé. No quiero tener problemas contigo – sisea con rabia, su tono de voz ha cambiado, ya no está siendo jocoso, ya no se escucha burlón, ahora por el contrario parece muy amenazante, dispuesto a hacer lo que sea con tal de tenerme desnuda y a su merced.–¿Qué es lo que quieres conseguir además de ver a mi familia sufr
Eros. Estoy perdiendo la puta cabeza, no sé dónde demonios está Zoé y estoy comenzando a desesperarme, nadie la ha visto, nadie ha estado en contacto con ella, es como si mi hermana mágicamente hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Pues bien, yo sé que nadie desaparece de esa forma, debe haber una explicación y yo voy a encontrarla. –¿Alguna novedad? – le pregunto al quinto equipo de búsqueda que he enviado para que den con ella.–No señor, no hay rastro alguno, solamente esto – uno de los soldados pone una máscara de gas en alto, mostrándomela, yo se la arrebato de las manos y la examino, es muy difícil saber si era la mascara de Zoé, debido al químico, los olores se han convertido en irreconocibles, esta puñetera mascara podría ser de cualquiera.–¿Dónde estaba?
Eros.–¿Dónde la tienes, malnacido? – le grito a traves del teléfono al tiempo en que regreso a la oficina de inteligencia, necesito que mi padre escuche esta conversación, pero aun más importante que eso, necesito que el ingeniero me diga si hay una manera de rastrear la llamada y dar con ellos – ¿Qué es lo que quieres? – pregunto, haciendo tiempo. –La pregunta número uno es demasiado estúpida como para responderla, la pregunta dos, en cambio, es bastante inteligente de tu parte, Campbell – se burla – lo que quiero es fácil y sencillo.Me meto dentro rápidamente y pongo el celular en altavoz, señalo a mi padre para que venga a escuchar y atraigo la atención además del técnico.–Necesitamos rastrear esta llamada, se trata de los hermanos Traciano – digo al oído del hom
Eva. Me siento mucho mejor, no sé cuanto tiempo llevo en el hospital ni tampoco estoy muy segura de que me han hecho los médicos, sin embargo, me siento mejor de lo que me he sentido en las últimas semanas, me siento descansada, hace mucho tiempo que no dormía de esta manera y ya lo estaba necesitando, estar formando a un bebe dentro de mi barriga no es una tarea nada sencilla.–Veo que estás despierta – el medico entra en la habitación seguido de una enfermera que carga consigo una bandeja de comida, sonrío en cuanto veo la gelatina, desde que estoy embarazada no he dejado de tener antojos de dulces, es lo que más me apetece comer – vamos a ver cómo está todo – dice el médico, haciendo la bandeja de comida a un lado.Yo suelto un puchero y mi estomago ruge del hambre, pero al hombre no parece importarle eso y por el contrario contin&uacut
Eva. –Gigi, ¿Qué tan mala está la situación en el batallón? – le pregunto, con miedo a la respuesta.–Muy mala – es lo único que dice mientras ambas nos subimos en su auto y nos ponemos en marcha directo al batallón.–¿Tú crees que todo esto vaya a salir bien? – la miro de reojo, sé que Gigi siempre intenta ponerle pañitos de agua fria a los problemas, sobre todo ahora que estoy embarazada y trata de no preocuparme, pero por lo que veo en su rostro, las cosas son aun peor de lo que yo soy capaz de imaginar.–Quisiera poder responderte, pero la verdad es que no sé – ella suspira y entonces conduce hacia la carretera que nos saca al batallón.Yo me quedo en silencio y miro por la ventana, veo a las personas que caminan con sus hijos de la mano, veo el hermoso paisaje que también se p