Eva.
La punzada de dolor se hace más fuerte, me llevo una mano al lado y veo los dedos manchados de sangre, ¡Joder! Me he herido y esta vez parece serio. Intento caminar, pero me cuesta demasiado incluso respirar, creo que la adrenalina que había estado sintiendo no me había dejado concentrarme en el dolor.
–Vamos te cargaré hasta el helicóptero, deben estar esperándonos – él intenta acercarse a mí, pero yo retrocedo enseguida.
Después de la pelea que acabamos de tener, lo que menos quiero es estar entre sus brazos, eso no le hace bien a mi pobre corazón que lo único que me pide es que vuelva a besarlo, aunque sea por una última vez.
–No, no quiero que me cargues – suelto un quejido de dolor, mi costado se siente como si tuviera algo muy filoso atravesado en la mitad.
–Deja de ser tan obstinada, aprenderás
Eva.–¿Qué haces aquí? – mi cuerpo está conectado a un montón de máquinas, tengo suero inyectado en la muñeca y además hay una maquina dictando los latidos de mi corazón, suena despacio porque mi corazón estaba trabajando mas lento de lo normal, hasta ahora en que se ha agitado de forma traicionera.–Ya te lo dije, Eva – camina más cerca de la camilla y pone su mano encima de la mía.De inmediato la máquina que dicta los latidos comienza a sonar más fuerte y cada vez más rápido.–Creo que también debo darte credito por algo, tu también tenias razón en una cosa – trago saliva al escucharlo
Eva.El sol se cuela por las cortinas transparentosas de la enfermería, yo intento moverme, pero me duele el brazo izquierdo y me es imposible darme la vuelta, abro los ojos con pesades y miro a mi alrededor, aun estoy en la enfermería y me he maltratado la aguja con suero de la muñeca porque la zona se me ha amoratado.–¡Joder! – gruño al intentar sacarme la aguja.–¿Qué pretende hacer? – pregunta la enfermera que me ve batallando con todo lo que tengo dentro del cuerpo.–Volver a funcionar como un humano normal que no necesita todas estas cosas –respondo. Ella me mira de mala gana, pero después de hacerme un chequeo rápido comienza a desatarme del montón de cables, yo comienzo a sentirme nuevamente como una persona a medida que me siento libre, ¡Agh! Odio los hospitales, enfermerías y demás.&
Eva. –¿Por qué no dijiste nada? – gruñe.–¿Qué podia decir? Creo que después de lo que pasó anoche tampoco tengo demasiado derecho a opinar.–Tu nunca tienes nada para decir cuando se trata de Campbell.–SI te refieres al ministro, entonces sí, tienes toda la razón – chasqueo la lengua – no quieras armar una tragedia de un vaso de agua, Aaron, todavía no tengo el instinto suicida que hace falta para contradecir al ministro de la FAEA – lo corto, para evitar una pelea – y no sé cual es tu miedo, no vamos a estar solos, Gigi, Gillies, y los soldados irán con nosotros.–No me gusta cómo te mira, ni como se acerca a ti, es como si estuviera esperando el momento para usarte en mi contra.Trago saliva y respiro profundo, cada vez que Aaron hace un comentario similar siento que me s
Eva. El dolor de cabeza que siento es insoportable, me duele la espalda y estoy segura de que ahora si debo haberme perforado algo en el costado que no me había terminado de sanar, de verdad, si es que aun estoy completa entonces debo ser un jodido gato de nueve vidas que no se muere a pesar de toda la mierda. Abro los ojos y el sol encima de mi cabeza me pega de golpe, el cielo esta brillante y despejado, solo hay un par de nubes que lo adornan.–Quédate quieta – manda Eros, que nubla mi visión del paisaje.Yo lo veo quitarse la guerrera, y entonces se quita la camiseta, parpadeo un par de veces por la imagen de su pecho completamente desnudo, ¡joder! Creo que nunca lo habia visto a plena luz del sol como ahora.–¿Qué me estás haciendo?–Tengo que amarrarte esto en la cabeza para evitar que se te salga el cerebro.–¡Ja! ¡Ja! Muy graci
Eva. Yo me siento sobre una roca mientras él arma el campamento que consiste básicamente en una carpa improvisada con su ropa, se ha quedado únicamente en camisilla y en los pantalones.–Quítate la chaqueta – me manda con ese tono de voz rudo tan característico de él.–¿Que? ¿Acaso quieres que me muera de frio? Cuando anochezca, voy a necesitarla – le recuerdo.–Encenderé fuego, no tienes que hacer tanto drama – rueda los ojos.–No te la voy a dar – levanto los hombros con indiferencia, me importa un bledo si tengo que dormir sobre el césped húmedo y lleno de insectos, prefiero eso que exponer mis brazos a la intemperie.–¡Joder! Eva, ¿Cuándo vas a entender que se tratan de órdenes y no de favores? – grita y camina peligrosamente hacia donde yo estoy.<
Eros. Me despierto empalmado, abro los ojos con pesades y me doy cuenta de que Eva tiene su pierna buena puesta sobre toda mi polla, ¡Joder! Ella es la culpable de estar asi a esta hora de la mañana.La veo dormir apaciblemente, tiene el cabello por toda la cara, sus labios están rosados e hinchado y en sus parpados se resalta un leve color morado que probablemente es producto del frio.–Eva – la llamo despacito, acomodándole un mechón de cabello, pero la chica está profunda y rígida como una roca, algo me dice que no va a despertarse en un buen rato, de todas formas, el sol apenas se está poniendo sobre nosotros, deben ser alrededor de las seis de la mañana.La muevo con cuidado de no despertarla, me aseguro de que su pierna mala no quede en una posición incómoda y entonces me levanto de la cama improvisada, me quedo admirando su cuerpo durante
Eva. –¡Eros! – grito alto, llevo cinco minutos despierta y no lo encuentro por ninguna parte, es como si se hubiera desaparecido de la faz de la tierra – ¡Eros, ¿Dónde estás?! – vocifero mirando a mi alrededor. Enseguida me hago presa del miedo, ¿Y si le pasó algo? ¿Y si alguien lo secuestró? Se que son suposiciones estúpidas, pero estoy recién levantada, sola y en medio de la nada.–¡Eros, si esto se trata de una broma, te juro que no es gracioso!Me pongo en pie con ayuda del bastón improvisado y entonces me doy cuenta de que hay pisadas de botas frescas, son grades y casi estoy segura de que son de Eros.Sigo las huellas con cuidado de no perder el rastro, en algunos puntos se vuelven más débiles y me toca regresar para estar segura, no puedo arriesgarme a dar un paso en falso, despué
Eva. Me quedo con la boca abierta mirándolo como si fuera una estúpida, él no se molesta en cubrirse, aunque después de todo, no estoy viendo nada que no haya visto antes, sin embargo, no me siento cómoda, la adrenalina y el éxtasis que siento por dentro no son una buena combinación en este momento.–Encontré una cascada – señala a mi espalda. –Si, la vi hace un rato.–¿Cuánto tiempo estuviste aqui? – frunce el ceño, debe estarse preguntando si alcancé a verlo masturbándose.–No mucho, cuando llegué solo pude concentrarme en la babilla.–Entiendo – camina a mi lado, golpeándome al pasar.–¿A dónde vas?–A la cascada, me estaba dando una ducha, te invito a venir conmigo si quieres – me da una miradita por encima del