Capítulo 36.

Eva.

Ya conozco a Eros cabreado, creo que he compartido bastante tiempo con él como para reconocer cuando esta que mata y come del muerto, pero es que ahora se ve peor, su rostro bajo la luz de la luna lo hace ver como un ser mitológico al que yo personalmente, le tengo miedo, mi instinto básico me dice que corra lejos de él, pero la Eva que aún es sensata sabe que debe enfrentarse a las consecuencias de sus actos estúpidos e irresponsables.  

–¡Te dije que no lo hicieras! No, corrijo, no te lo pedí – me grita – te ordené que te quedaras donde estabas, que cerraras la puta boca y que por una vez en tu miserable vida atendieras a mis palabras – sus fosas nasales se expanden a medida que llena sus pulmones de aire y lo deja escapar – ¡Una cosa, Larsson! ¡Una maldita cosa y no fuiste capaz de escucharme! Quiero saber por qué – sigue v

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