45. Que dividida estaba

Gia

Carlo se colocó uno de esos dispositivos de comunicación que compartía con los chicos y llamó a Luigi.

El joven esbirro siempre estaba preparado al otro lado de la línea. Contestó después de un tono, lo supe porque la llamada empezó a marcar los segundos en la pantalla del auto.

—Tengo un Audi A7 pegado al trasero como una mosca. —Carlo se tensó los hombros un segundo antes de dar la siguiente información—. DC 028 QI… Si… rastréalo.

Esperó un par de segundos más a la línea esperando a recibir nueva información. Y cuando lo hizo, todo de él se convirtió en una furia primitiva.

Apretó la mandíbula y cerró los ojos un instante antes de arrancarse el auricular de la oreja.

Cogió su móvil y tecleó varias veces antes de volver la vista a la carretera.

— ¿Qué está mal? —pregunté.

— ¿Por qué crees que lo estaría? ¿Te sientes en peligro conmigo?

—Aunque tu lenguaje corporal no sea fácil de leer, te conozco demasiado bien. Además, cambiaste de tema, y eso lo haces cuando no quieres hablar d
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