31. La tocas y te mato

Carlo

Más tarde, luego de que Stella se marchara prometiendo una prueba de ADN para dentro de veinticuatro horas, cerré el grifo de la ducha; agaché cabeza y me permití evocar el cuerpo de Gia bajo el mío. Respiré hondo, todavía podía sentir la fuerte sacudida que me procuró estar dentro de ella, invadiendo cada delicioso centímetro hasta hacerla desfallecer. Esa devastadora presión que se instaló en mi vientre cuando alcanzamos juntos el clímax.

Su humedad. Su pequeño y estrecho centro.

Podía ser capaz de rememorar todo lo de esa noche, excepto el final. Ese donde ella se levantaba de la cama y se marchaba, dejándome con un corazón que insistía en perforarme el pecho y largarse corriendo hasta ella.

Maldije para mis adentros.

Salí de la ducha y me coloqué una toalla alrededor de las caderas. Cuando entré a la habitación, esperé echarme a la cama y descansar un poco, no encontrarme la mirada lasciva de Stella sentada en el filo de la cama.

Piernas cruzadas dejando entrever su muslo. P
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