-Alex vayamos a caminar un rato.
Es Nátaly ¿Por qué todo tiene que ser tan confuso? Si no se ha sorprendido al llegar y de la nada me ha invitado a caminar, es porque ella no se ha dado cuenta que está en otra realidad donde puede comportarse a voluntad. Ella cree que solo es un sueño. Prefiero no asustarla, y comenzamos a caminar.
-¡Alex! mira qué lindo se ve todo. –Expresa emocionada.
Paso por paso vamos admirando los detalles de nuestro alrededor. Son tan perfectos que parece que alguien se dedicó a colocar cada cosa en su lugar con tiempo de sobra. En un segundo, ella concentra su mirada en el horizonte. Cuando observo, veo venir unas nubes a una velocidad monstruosa. En el interior de las nubes se producen relámpagos y rayos, y en un parpadeo llegan hasta nosotros. La lluvia no nos da tiempo de ocultarnos, gruesas gotas nos empapan en tiempo record. Decenas de rayos comienzan a caer del cielo y producen un ruido fuerte. Debemos buscar un refugio. Martí me ha dejado claro que aquí corremos un peligro real. La luz de luna se vuelve más escasa debido a las nubes. Es un ambiente ideal para los Noctornos. No podemos hacer más que abrazarnos y observar la tormenta eléctrica. Diviso una roca que puede protegernos de la brisa. Comienzo a correr hacia ella llevando a Nátaly de la mano. Los truenos no cesan. Los destellos de los relámpagos son tantos que parecen decenas de fotografías. Pero nos permiten divisar obstáculos. A mitad de camino Nátaly mira hacia atrás.
-¡ALEX MIRA!
A pesar de la escasa luz, distingo tres criaturas cabalgando bestias. Estas abarcan una gran distancia en poco tiempo. Corren a cuatro patas como caballos, pero tienen aspecto de reptil. Son negros, compactos, aerodinámicos, de patas cortas, cuerpo largo y una cola grande. Tienen que ser dragones. Aceleramos el paso lo más que podemos. Un mareo me tambaleó y sin querer tropiezo con una piedra que lastima mi pie. Pero eso no me detiene, el mareo vuelve, y escucho una voz muy en lo profundo de mí. No son mis pensamientos, esta voz definitivamente la puedo escuchar.
-Corre hacia la izquierda.
Por inercia, obedezco y doblo a la izquierda, donde se encuentra otra roca. Nos ocultamos detrás de ella. Las manos de Nátaly tiemblan entre las mías. El ambiente se llena del extraño silencio que produce la desaparición de la lluvia, hasta que los pasos largos de las bestias que corren hacia nosotros, se oyen cada vez más cerca. Es semejante al ruido de cabalgata de un caballo, pero más contundente, más grave. Hay una turbia neblina que nos congela las extremidades. Ahora tratamos de movernos a la dirección contraria en que vienen los ruidos. Las criaturas que nos siguen están del otro lado de la roca. La euforia fluye a mis manos preparándome para defendernos como sea. La respiración de las bestias es escalofriante. Suspiros profundos y pronunciados que le dan un toque de terror al entorno. Basta con la respiración de esas bestias para sentir su poder. Indica cuan fuertes son. Lento, las criaturas se acercan. Nátaly me aprieta con fuerza. Ya no queda otra cosa que esperar el encuentro, pero Martí sale de la roca como si fuera parte de ella, levanta la mano, y genera una bola de luz azul incandescente. El cielo se vuelve purpura por un instante.
Despierto removiendo el acolchado, las almohadas y despierto a Nátaly. Modero mi respiración y mis palpitaciones. Me excuso diciendo que un tirón en mi muslo causó el espasmo, pero mi tono de voz no colabora.
-Alex, tuve un sueño raro. –Dice ella. -Disculpa que ahora sea yo quien te despertó, pero fue algo que pude sentir. Me asusté mucho. Siente como está mi corazón. -Sostiene mi cabeza con sus manos y me coloca en su pecho para confirmar.
-¿Cómo fue tu sueño? -Le pregunto. –Tranquila. Estamos a salvo. –Le aseguro.
-Fue raro. –Suelta un suspiro. –Eso nos pasa por estar hablando de teorías sobre los sueños. –Dice medio molesta. –En el sueño estábamos contemplando una luna gigante y un paisaje precioso. Luego recuerdo que empezamos a correr porque llegó una tormenta. Cuando estábamos en la oscuridad, unos seres aparecieron para hacernos daño, creo, hasta que un hombre que salió de una roca nos salvó.
Recordar el ruido de los pasos de las bestias me eriza la piel. El dolor de mi pie es otra prueba de que lo que vivimos es real. Si Nátaly recibía algún daño iba a ser mi responsabilidad. Gracias a Martí nos hemos salvado.
Ante el temor de que salga herida, es mejor decirle la verdad. No puedo contarle todo, no es apropiado. No le puedo hablar de mi responsabilidad con Diana y con el reinado de Adiv. Pero tengo que desahogarme, y no quiero seguirle mintiendo.
-Debo llevarte a tu casa. –La abrazo.
-¿Estás bien?
-No. En el trayecto te contaré lo que ocurre. –Al ir caminando observo en cada esquina, atento a cualquier anormalidad. La oscuridad me juega tretas que me cuesta controlar, y lamento no haberle preguntado a Martí si quienes me buscan pueden llegar aquí. -Sí hay un poco más que atracción por Diana. –Le digo después de caminar un rato. -Y no tengo idea de donde salió. No te lo dije antes porque tengo miedo y porque no lo entiendo. No quería aceptar que de un instante a otro había sentido eso. Confiaba en que era pasajero. No quiero escapar de mi responsabilidad, sé que es lo que parece. Pero hay todo un dilema detrás de esto.
-Lo sabía. -Me interrumpió Nátaly con voz tajante. –Pero entiendo que lo ocultaras, y eso me demuestra que tienes miedo a perderme. Te preocupa porque me amas. Pero te conozco muy bien. Sé que no me dejarás por ella. Conozco tu fidelidad. Eso sí, tengo muchas otras dudas.
-Quiero responder a ellas.
-¿Ustedes tuvieron una relación antes?
-A menos que tenga un grave problema de memoria, sé que no.
-Te creo. Mi otra duda es sobre lo que Diana dijo… -hizo una pausa con un rostro triste que me ha puesto intranquilo. -Y de la manera como la mirabas. Con esa intensidad. Transmitiste tantas cosas con la mirada que sentí celos, y por eso preferí callar. Y ella… en un momento llegué a pensar que yo era quien estaba sobrando allí. Y cuando dijo “No perteneces a este lugar”, sentí un idiota pero verdadero miedo de que tuvieras que irte. Es que, antes que ellas hubieran aparecido sabíamos de tus habilidades. Es como si hubieran llegado a confirmar tu extraña naturaleza, y a llenar ese borroso pasado. Pero no quiero que eso sea posible, sé que no es posible, pero tengo miedo, como tú, porque te quiero.
-Sea posible o no. -Respondí a su miedo- Nunca te dejaré. Para mí eres irremplazable…
-Lo sé, pero trata de no decirlo como si estuvieras tratando de convencerte. Tú me enseñaste que mientras más dices o niegas un argumento es porque algo está pasando en ti. Eso significa que estás confundido. Todo apunta a cuanto te gusta, y sé que tú no eres de los que se logra atraer con facilidad. Por algo soy y he sido tu única novia.
-No sé cómo pasó. No sé qué me pasa, sólo ocurrió. Pero si no basta con que lo diga así, entonces tienes que escucharme. –Le doy la espalda un momento. –Primero quiero que me respondas esto ¿Podrías creer que el sueño que tuviste hace rato fue real? –Volteo a mirarla, y dudosa, la veo asentir con su cabeza. Yo sé cómo hacerle saber que es cierto. Levanto mi pantalón y le enseño mi tobillo, ella ve el moretón del golpe que recibí al tropezarme en la pradera del sueño. Su expresión es de sorpresa. –Esos sueños… por algo le hice todas esas preguntas al profesor José, porque estaba teniendo sueños que sentía reales, sueños que sentía que me estaban llevando a otro mundo, y es por ellos que he despertado bruscamente en dos ocasiones al dormir contigo. Las dudas que me quedan sobre si todo es real o no, siguen ahí sólo por miedo. Pero parece que la teoría que nos contó el profesor no es solo una teoría. Ahora sé que es así, y ahora que estuviste ahí conmigo, me lo puedes confirmar. –Ella solo me escucha. -Conozco al hombre que alejó las criaturas, su nombre es Martí. Él también dijo parte de lo que comentó Diana; que no pertenezco aquí. Que yo nací en ese mundo. –Nátaly se esfuerza por seguir escuchando. -En ese mundo se nace con una persona designada, quien te va a amar y a quien vas a amar sin elegirlo ¿Recuerdas cuando ella dijo “tú y yo nacimos para ser uno”? “¿No sientes el amor que nos pertenece por naturaleza?” Ella hizo esas preguntas porque aparentemente fuimos asignados al nacer. Pero no puede ser. Si fuera cierto, mi corazón no se agitaría cada vez que te miro a ti.
-Siempre sospeché. Sé de tus habilidades. Aunque creas que conmigo no las utilizas, en muchas ocasiones completas mis frases. Antes de que yo empiece a contarte algo ya me estás dando tu punto de vista. Me das lo que quiero sin pedírtelo… Por eso no te aceptaba como pareja. Aunque te quise desde el primer momento que te vi, me aterraba la idea de declarar mi amor por ti y que pasara esto; que me dijeran que tienes que alejarte de mí…
Sus ojos empiezan a brillar por las lágrimas.
-Por tomar todo eso en cuenta y aceptarme como tu novio es que pude ser feliz, y me quedaré contigo. Si es por mí, siempre seré tuyo, tengo miedo de…
-Yo también tengo miedo. Miedo de que te vayas. Sabía que aprendería a no saber qué hacer sin ti.
-Por eso te repito tantas veces como pueda que no te dejaré. Los acontecimientos que han ocurrido no han cambiado lo que siento por ti… -Nátaly se interpone ante mis palabras y comienza a sonreír aun con los ojos aguados.
-No, no puede ser, esto no es verdad. -Dice sonriendo. –Es una broma ¿Cierto? Ya entendí. Pasaba por alto lo creativo que eres.
-No es una broma Nátaly…-Le digo sin sonreír y ella empieza a hacerme cosquillas como para hacerme reaccionar, pero es ella quien debe hacerlo.
-Sí. Claro que lo es. Anda, ya, para ¿Sí? Por favor- Tengo que tomar sus manos con fuerza para evitar sus cosquillas.
-¡No es una broma Nat! –Casi grité. Tomo su cara entre mis manos para mirarla directo a los ojos. -No es una broma mi amor. Quisiera que fuera así.
Una lágrima salió de su rostro asustado.
-Entonces quiero que pares. No me importa que sea verdad. Quiero que pares. Solo quiero que me digas sí estás seguro de quedarte conmigo.
-Me quedaré contigo. Siempre contigo. Nunca me iré.
-¿Y lo que sientes por ella qué? ¿Y lo que debes sentir porque naciste para sentirlo, qué?
-Aprenderé a ignorarlo. Puedo controlarlo, de no ser así, me hubiera ido con ella. Dejarte sería atentar contra mi propio bienestar.
-¡Maldito miedo de perderte! -Nátaly comienza a llorar. –Maldito miedo de un día despertar y que ya no estés. Por eso quería solo estudiar, y ahora sales con esto…
-No voy a desaparecer. Superaremos esto juntos. Confía en mí. –Me hundo en sus labios mientras limpio sus lágrimas.
La dejo entrar a su casa cuando logro que se tranquilice. Pero ninguno de los dos podremos estar tranquilos por completo. Para la mayoría el día termina a las doce de la noche. Para mí, el día termina al despedirme de ella.
Debe haber otra opción para todo esto, siempre hay otra opción. Debe haber alguna otra forma de salvar la luz de la luna. Tiene que haber otro medio. Pero a Nátaly no la dejaré. No echaré a la b****a algo tan poco común. Los que aman como nos amamos ella y yo, deberíamos vivir un rato más.
Al día siguiente nos encontramos para esperar el transporte. Nos saludamos evadiendo las espinas que aún se sienten. Nos sentamos y empiezo a hacerle cosquillas diciéndole que cuando sonreímos aliviamos las tensiones del cerebro y es bueno para la salud. Ella me dice que tengo una explicación para todo, pero la verdad es que a veces las invento y ella me las cree. Está de buen humor.
En el salón de clases, es un día donde la etapa vibrante de la secundaria se encuentra en su apogeo. Si miro a mi derecha veo a Jenny y su hermana Anny retocando su maquillaje y hablando de los chicos que para ellas son más guapos. Uno de ellos es Richard. Su enamorada de siempre ha sido Jenny. La secundaria es corta pero aquí pasa todo: los primeros besos, quizás la primera verdadera atracción hacia alguien. La competencia nunca planificada de quien puede ser más necio.
-«No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte buscando de vez en cuando una piedra más pulida y una concha más bonita de lo normal, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido.» -Era la clase de filosofía del profesor José. Mi favorita. -Para Isaac Newton, la verdad se esconde delante de nosotros esperando ser descubierta, pero no la vemos porque nos concentramos en pequeños u obvios detalles, y nos olvidamos del océano. -Explicaba el profesor.- ¡Richard deja en paz el cabello de Jenny! –Le grita el profesor a Richard. Richard otra vez. –Esto va para todos: quiero que me hagan un análisis completo de esta frase. Está en la página número treinta y dos. Terminó la clase.
Mientras esperamos al otro profesor, Nátaly está sentada en una mesa, conversando con una compañera sobre un grupo musical. Yo me voy a la ventana y veo a Artur en las afueras recostado a un árbol. Él debería estar aquí en el salón. Es un muchacho muy callado. Se le ve ocasionalmente tratar con chicas, es una especie de seductor. Pero no frecuenta con muchas personas y no tiene amigos fijos. Es para mí una referencia de lo solitario que yo sería si no tuviera mi pareja. De a ratos lo vemos leyendo o pensando en lugares tranquilos. Solo vemos que su timidez desaparece en el campo de futbol. Tiene la fortuna de estar cómodo en su soledad. Es de mi tamaño, supongo que un poco más alto y fornido, es moreno, de cabello oscuro y ojos no tan abiertos. Sabrá él de qué color los tiene. Cuando quita los ojos del libro que sostiene en sus manos, me observa y escucho dentro de mí:
-No importa el color de los ojos. Importa que lo uses para ver más allá. -Sentí un extraño toque eléctrico en mi cabeza. ¿De verdad lo escuché? –Podría escucharte a cuadras de aquí. –Un líquido frío me recorre el pecho.
Un puñetazo en la espalda por parte de Richard me hace mirar hacia atrás.
-Amigo. Tenías una mosca en la espalda y la espanté, te salvé la vida, me debes una. -Dijo Richard dejando en claro su inteligencia mal dirigida. Agradecí su acto heroico y cuando vuelvo mi mirada al árbol, Artur ya no está.
La dinámica de comportamientos de secundaria se mantiene hasta que el timbre anunció el inicio de la otra clase. El grupo tomó asiento excepto Richard, que jaló el cabello de Jenny y corrieron uno detrás del otro como los dos enamorados que son. Nos toca clase con el profesor Adam. Es nuevo en la institución. -De seguro trae una dinámica para conocernos. - Le digo a Nátaly antes de que el profesor entrara al salón.-Buenos días. –Nos dijo con gran carisma. -Como no los conozco traje una dinámica.-¡Bingo!- Le presumí a Nátaly y ella levantaba sus pulgares. -Para lo
En poco tiempo llego a Edsu, a la misma pradera donde estuve con Mortis y con Nátaly. Definitivamente no pude haber llegado por felicidad, sino por necesidad. Diana me había hecho saber que nos veríamos al punto inicial de mi sueño, pero no creo que sea el momento adecuado de hablar. No estoy emocionalmente estable para conversar con quien ha hecho que se acabe mi relación. El clima, la luna y las espectaculares estrellas me llevan al mismo recuerdo en conjunto. Miro hacia donde sopla el viento y Nátaly está allí con las piernas tendidas en el suelo como si no las pudiera mover. Sus brazos sostienen dramáticamente su tronco. Está rendida por la tristeza. Su llanto se escucha de tal forma que mi pecho arde. Camino hacia donde está, para consolarla. Está de espaldas a mí. Una luciérnaga revolotea frente a su rostro. Siento el mareo que antecede a esc
La luna se ha puesto arriba de nosotros. Hemos llegado al círculo de piedra. El lugar donde nos hemos detenido es idéntico al círculo de piedra que se encuentra en Inglaterra que tiene el nombre de “Stone Henge”. Lo que siempre me había parecido un portal a otra dimensión, aquí es la entrada de Adiv.-Una de las pocas entradas a la ciudad de Adiv desde las afueras de Edsu. -Comentó Orión al observar mi cara de tonta sorpresa. -¿Estas piedras y su forma, tienen alguna conexión con las que se encuentran en el planeta tierra? Son muy parecidas. -No, no, no… -Interrumpió Orión más rápido de lo que se puede leer. –Creemos que alguien
De los costados de Tara se despliegan unas alas que no se distinguían. Un rápido aleteo nos eleva y comenzamos a volar. Fugio parece interminable. Avanzamos por tres horas hasta ver el fin de sus ramas. Tara sube en dirección vertical y luego gira su cuerpo ciento ochenta grados para ir en diagonal hacia la parte más alta. Dos horas después, que invertí durmiendo abrazándola porque estaba muy cansado, y porque ella es un imán para mí, dejamos atrás el cielo purpura y entramos en la oscura noche. Miro hacia atrás y descubro esa rara división de cielos, como el agua dulce por debajo de la salada. -¿Te gusta no? –Me pregunta. -Es una locura. En el buen sentido. Son mágicos y abrumadores todos los detalles. 
Mis pies tocan primera vez las ramas de Fugio. Cada rama es un camino que lleva a otro. Como no sé cuál elegir, me mantengo caminando por la rama más gruesa. Diana me golpea con tal fuerza que mientras estaba atado a sus ojos, Nátaly desapareció de mi mente. No hay prueba más contundente de que es mi alma gemela. Pequeñas luces se notan muy lejanas. Camino por mucho tiempo. Aumento el paso y camino unas tres horas más. Mis fríos pasos adoptaron una conducta individual. Mis parpados casi dejaron de funcionar y mis pupilas al vacío debaten entre el recuerdo de Diana y el de Nátaly. Pero la razón por la que sigo caminando es porque he tomado una decisión que favorece a una sola de ellas. En un tramo del camino una pluma rosada y pequeña se encuentra flotando frente a mí.
-Es nuestra ley madre. -Expone uno de los miembros de la mesa donde se ubican los demandantes. -Porque de esa ley depende la seguridad de esta ciudad. Ni si quiera Írador ha podido alterar la eterna luna llena. Y eso es gracias a los miles de Adivianos que han dado su vida por ella. Es gracias a la "ley de protección total" que todas las otras leyes existen, y es la única razón por la que somos la última ciudad libre. No podemos permitir que alguien perturbe años de trabajo y sangre. El salón es gigantesco. Cientos de personas están en las gradas circulares. Al parecer esta es una de las decisiones más importantes que han debido tomar en mucho tiempo. El lugar está entablillado de madera color ámbar. Hay dos mesas triangulares. En una se encuentran los demandantes. Está repleta. En la otra está la de
-Debes repetir esta oración. –Me dice Martí. –Tierra del bolsillo de un mendigo. Agua de la cartera de un ermitaño. Viento del abanico de un moribundo. Semilla del zapato de un valiente. Luz del reflejo de una mujer. Vida que da refugio a la vida. Asiento confiando en mi memoria. Bajo y comienzo a andar. De pronto estoy solo. Me siento en el pasto de hermosos colores, y pienso en ella. En quien me ha hecho dejarlo todo. En la mujer por quien he puesto en peligro un paraíso hermoso como este. –Tierra del bolsillo de un mendigo. Agua de la cartera de un ermitaño. Viento del abanico de un moribundo. Semilla del zapato de un valiente. Luz del reflejo de una mujer. Vida que da refugio a la vida. –Repito con éxito. -Y heme aquí. –Responde
-¡Está aquí, está aquí! -Gritó un niño a las afueras del estadio y la gente se le acerca. -Vieron a Gálaxi, está aquí.-¿Quién es Gálaxi? -Pregunté a Orión y él me sonríe.-Vamos a ver quién es. -Respondió.La gente se descontrola. Corren a todos lados, no sé si emocionados o asustados. Nos montamos en Boro y cabalgamos a las afueras de Adiv.-¿Dónde vieron a Gálaxi? -Preguntó Orión a un joven que mira a todos lados con curiosidad.-Cerca de la puerta Blanca. -Boro aument&o