La dinámica de comportamientos de secundaria se mantiene hasta que el timbre anunció el inicio de la otra clase. El grupo tomó asiento excepto Richard, que jaló el cabello de Jenny y corrieron uno detrás del otro como los dos enamorados que son. Nos toca clase con el profesor Adam. Es nuevo en la institución.
-De seguro trae una dinámica para conocernos. - Le digo a Nátaly antes de que el profesor entrara al salón.
-Buenos días. –Nos dijo con gran carisma. -Como no los conozco traje una dinámica.
-¡Bingo!- Le presumí a Nátaly y ella levantaba sus pulgares.
-Para los que no me conocen soy el profesor Adam. -Continuó el Profesor. -Tengo treinta y dos años. Me gusta el futbol, y las personas de libre pensamiento. Los que no tienen miedo a ser como actúan frente al espejo.
-Te la llevaras bien con él Alex. -Dijo Nátaly.
-La dinámica consiste en poner su nombre en el centro de una página. Haremos un círculo y cada uno le pasará su página a la persona que está a su derecha para que le escriba lo que le guste de esa persona, un defecto, y una virtud. La página pasará de persona a persona hasta que llegue a su dueño. Tendrán un minuto por página. Si ya no hay espacio por delante de la hoja escriben por detrás.
-Es el momento de que todos nos digamos lo que sentimos. Perfecto. -Le comuniqué a Nátaly.
-Sí. Ojalá les sirva a Richard y Jenny. -Alegó Nátaly. Todos estamos riendo entusiasmados.
-Pueden iniciar. –Ordena el profesor.
Escribí mi nombre en el centro de la hoja. La segunda página en llegarme es la de Artur. Le escribo:
“Deberías compartir más con nosotros. Eres un gran defensa en el campo de futbol”
No quise decir nada de lo que ocurrió entre nosotros hace poco porque los demás podrían leerlo. Después de tres más me llega la de Anny. Escribo:
“Me agrada lo amable que eres, sabes escuchar. Saca provecho de ello. No te presiones tanto. Sonríe”
Nada me desagrada de ella. Luego me llega la de Jenny y aprovechando la oportunidad, escribo:
“Dile a Richard lo que sientes. Tu virtud es que sabes hacernos pasar un momento divertido. Eres inteligente, aprovéchalo”
Luego de unas cinco más, me llega la de Richard y escribo:
“Tu virtud es alegrarnos como sea que puedas. No golpees tanto a las personas. Eres un gran amigo. Por cierto, dile a Jenny que te gusta, que no podré conseguir el número de la chica de cabello negro”.
Luego de casi trece páginas. Me llega la de Nátaly que está a mí izquierda y yo seré el último en escribir. Está llena por delante así que por detrás le escribo:
“No necesito otra luz. Con la de tu mirada me basta”
Le plasmo mi firma.
-Terminó el tiempo muchachos. Por favor vengan a la fotocopiadora para que me dejen una a mí y ustedes se quedan con la original ¿vale?
Después de varios lamentos por vergüenza, todos sacan sus fotocopias y por tanto alboroto no me dio tiempo de leer la mía. Alcanzo a leer una parte pequeña con la firma de Nátaly que dice:
“Aunque muchos no crean en el destino, tú, eres el mío”
Siempre directa. Una de las razones por las que la amo. Artur está a mi lado y miro su página. Puedo distinguir a pesar de todas las palabras un nombre que no sale de mi mente. Si los recuerdos son como relámpagos en nuestra cabeza, Diana causa una tormenta eléctrica incesante en mis pensamientos. Su nombre está en la página de Artur. No soy bueno recordando nombres pero estoy seguro que en mi salón no hay alguna persona con el nombre de Diana. Justo antes de pedirle una explicación, estira su mano y me la da.
-Es para ti. -Dijo en voz baja.
Hago un gesto de intriga y mis ojos se van solos a donde está escrito el nombre de Diana. Debajo dice:
“Alexander necesito hablarte. Nos vemos al punto inicial de tu sueño… ATT: Quien te amará siempre. Diana”.
Sonrío sintiendo verdaderamente feliz. Yo también necesito hablarle. Quiero aclararle que mi amor por ella ha surgido, pero que no puedo dejar a Nátaly.
-¿Cómo es posible que…? ¿Porque no lo escribió en mi página? -Le pregunté. -¿Tú la conoces?
-Tú página la querrán ver muchos. -Expresó tranquilo, con una seguridad envidiable. -¿Quién va a querer ver la página del despintado y solitario Artur? Si quieres quédatela. La guardarás mejor que yo. No es momento para decirte quien soy así que mejor aléjate como si nada. Ten cuidado con Richard.
Por tonto, por no tener cuidado con quien debía tener cuidado, me tropiezo con Richard, me quita la página de Artur y corre hacia Nátaly.
-¡Dámela Richard por favor, no!
-No hay nada que ocultar ¿Verdad Alex? -Dice Richard al lado de Nátaly mientras se ríe y le dá la página.
-No. No hay nada que ocultar.- Afirmé furioso.
-¿Qué haces con la página de Artur? -Preguntó ella con curiosidad. Miró la hoja. Donde estaba escrito el mensaje de Diana, ya no hay nada.
-No sé porque tanto alboroto. Y tú Richard por favor ya compórtate.- Richard le saca la lengua, parpadeó como tonto y se alejó. -¿Qué haces con la página de Artur? –Me pregunta.
-Me dijo que me la quedara, que yo la guardaría mejor que él.
-Sí. Eso hice. –Respaldó Artur por mi espalda. -Después la leeré. No me importa mucho lo que piensen de mí. Aunque Alex debería contarte algo ¿Verdad que sí Alex?
-Sí. Eso es verdad.
-Más sorpresas ¿De cuándo acá Artur y tú comparten cosas que yo no sé? -Sermoneó Nátaly. La tomo de la mano y me la llevo a las áreas verdes del colegio.
-La verdad es que no me explico cómo. Pero en la página de Artur Diana dejó escrito que necesitaba hablar conmigo.
-¡Ah! – Ella casi se burló, pero con dolor. –Debí tener una cámara para fotografiar tu sonrisa cuando tenías esa página frente a tus ojos.
-Sonreí porque yo también necesito aclararle cosas a ella…
-¿Cosas como qué? ¿Cómo que en verdad la quieres o cosas como que ahora me tienes que mentir a cada momento a causa de ella?
-Te estoy diciendo la verdad. Sé que antes te oculté información, pero entiende que es algo que estoy sintiendo sin querer.
-¿Pero ahora qué sé yo si tus cuentos del otro mundo no son ciertos? Ya no sé qué pensar Alex. Necesitas pensar las cosas. Necesitas pensarlo solo. Sin mí.
-Yo lo que necesito. -Contesté ignorando lo último que había mencionado. -Es hablar con Diana para decirle…
-No quiero volver a escuchar su nombre. Ya no podemos tener una conversación sin que la nombres. No sé si es que está siempre en tu cabeza. Pero me duele, no quiero. -Es la voz más dulce del mundo diciendo palabras que cortan como vidrios. Está muy enojada.
-Aprenderé a olvidarla. Entiende que es algo con lo que nací. No es mi culpa. Estás muy enojada, no tomes decisiones estando enojada, por favor. –Le comienzo a suplicar porque creo saber a dónde va todo esto.
-Si estoy muy molesta y no te entiendo. No puedo entenderlo. Aprende a estar sin mí mientras piensas qué es lo que quieres. Es mejor que terminemos por un tiempo. Nos costará, pero es lo mejor para los dos. Ya tomé la decisión ayer en la noche.
-¿Para los dos?
-Sí Alexander ¿Cómo quieres que te tenga a mi lado sabiendo que ella no sale de tu cabeza? ¿Cómo crees que me sentiré cada vez que la nombres involuntariamente? ¿Cómo podré dormir si sé que la persona que amo puede verse con otra en otro mundo?...
-Podemos hacer otra cosa que no sea terminar. No quiero eso. Suena horrible, por favor así no.
-No. No podemos, además no soy yo quien necesita aclarar sus sentimientos. Yo estoy segura de que te quiero solo a ti ¿Y tú?
-No fue mi decisión sentir eso. Créeme, no sé por qué me pasa eso con ella.
-Yo estoy segura de que te quiero solo a ti ¿Y tú? Ni si quiera me respondes ¿Lo ves? no hagamos esta despedida más larga. Es mejor detener esto aquí. Aléjate cuanto sea necesario, el tiempo que sea necesario. Aclara tus sentimientos. Yo esperaré. Pero no me hagas seguir a tu lado sabiendo que cabe la posibilidad de que no me ames solo a mí. Porque ni si quiera respondiste mi pregunta.
-Es verdad. -Cuando suelto esa frase mis ojos se llenan de lágrimas. Noto cómo Nátaly no puede dejar de mirar mis labios. -No quería que esto pasara Nat. Por ti daría mi vida, lo sé.
-También lo sé. Pero si la elijes a ella debo aprender también a tener una nueva vida sin ti. Es mejor no tenerte que vivir con la idea de que mi novio nació para amar a otra persona que no soy yo.
Hay palabras que alegran toda una vida. Palabras que hacen llorar. Palabras que causan sonrisas. Pero a mí me tocó escuchar palabras que rompen corazones. Me acerco a abrazarla pero terminamos besándonos, y aprendo que el último beso tiene una sensación multiplicada. Ella sin mirarme, me da la espalda rápidamente y se marcha.
Mi casa está a veintitrés kilómetros del colegio. Pero he perdido la conciencia de las distancias. Me siento abandonado por no tenerla. Me falta el privilegio de sentir que perteneces a alguien. Que debes cuidarte para ese alguien. No quiero llegar a otro lugar que no sea mi amado refugio. Si me subo a un taxi llegaré en al menos una hora. Pero quiero caminar. Quiero evadir pensamientos, y para ello es mejor caminar que pensar. Las lágrimas bajan por mi rostro. No siento ni la necesidad de limpiarlas. Mi mente está vacía. Por la luz del ambiente deben ser las seis. En torno a la incoherencia de mis pasos cualquier cosa que veo me recuerda a Nátaly; las promesas, lo que planificamos, tantas ideas para cada cosa que teníamos por hacer. Tanto amor, tanto en común. Me recuerda la importancia de lo que he perdido. Pero ahora todo se ha extraviado y fundido al igual que una gota de lluvia en una calle abrazada por el sol. He planeado toda mi vida con ella. Y ahora estoy desorientado, como un poeta escribiendo de sentimientos que no ha experimentado. No me había puesto a pensar que pasaría si ella ya no estaba. Vaya momento el que elegí para considerar eso.
Mientras las miradas curiosas de la gente admiran mis pasos, sigo recordándome lo que perdí. Deben ser las ocho, apenas voy por la mitad del camino, envuelto en la oscuridad de la noche y los peligros de la calle. Un auto se acerca lento, y cuando me alcanza, frena en mi posición. Igual no dejo de caminar. Es un Chery-Tiggo clásico blanco. Se detiene a mi lado y Artur sale de él.
-Súbete. Tu madre está preocupada. -Reclamó Artur molesto, como si fuera su problema. Me subo y él arranca rápido.
-No creí que sabías conducir. –No se me ocurrió decir otra cosa.
-La gente cree muchas cosas. Los ojos engañan Alex. No todo es como parece. Has copiado mucho de los humanos. Ver lo superficial y nada más. Al menos hubieras aprovechado todo este tiempo para aprender cosas buenas. - «¿Artur me regaña?» Pregunté dentro de mí. De verdad los ojos engañan.
-¿Cómo me encontraste? -Interrogué.
-Qué… bien. Ignorar lo importante y desviar el tema, otra habilidad humana. Te encontré porque tus estrellas favoritas me lo dijeron ¿Acaso olvidaste la tarea importante que tienes?
-¿Cómo lo sabes? –Le pregunto.
-Soy uno de tus protectores.
-Uno de mis protectores… No he olvidado mis responsabilidades.
-Bien. Un punto para ti ¿Quieres seguir conversando o prefieres el silencio?
-Conversar está bien. -Terminé Diciendo. No me había dado cuenta del frío que tengo, ni de la complexión muscular de Artur. -¿Desde cuando eres “mi protector”?
-Desde que naciste. Lo he hecho encubierto, y por lo que veo, he hecho muy buen trabajo.
-¿Entonces no tienes mi edad?
-No. Yo fui quien te trajo aquí.
-¿Por qué nunca me diste una pista o me detuviste al ver que estaba tratando de tener una relación con Nat? –Artur niega con su cabeza levantando sus cejas. –Vas muy rápido amigo.
-He conducido cosas que son mucho más veloces. –Me responde confiado. –Pistas no podía darte, o llegarías a Edsu antes de tiempo. Lo de Nátaly, pensé que sería un amorío pasajero, un amorío amistoso, nada que pudiera resistir el primer contacto visual con tu designada.
-Eso dijo Martí. Pero ya no importa. –Expreso con tristeza. –Lo han arruinado y Nat ha roto conmigo. –Artur no me responde. -¿Por qué sigo volviendo aquí cuando despierto, si mi lugar es allá? –Pregunto después de un rato.
-Porque aún sientes que tienes más que hacer aquí, que allá. Prefieres estar aquí, no has decidido volver.
Llegamos a mi hogar en poco tiempo. Mi madre está afuera con algunos vecinos.
-Lamento traerlo tarde. Me llevé a Alexander a un torneo de fútbol. –Dice Artur antes de que yo diga algo estúpido.
-Gracias Artur. -Expresé con sinceridad, por traerme y por cubrirme.
Mi madre tiene la más clara expresión de preocupación, pero no la abrazo porque no quiero llorar. Los saludo a todos con una falsa sonrisa y entro a la casa. Mi madre se queda conversando un rato con Artur y luego me alcanza.
-¿Hoy tampoco hablaras conmigo?
-Nátaly terminó conmigo. Necesito dormir mamá. Quiero llegar a mi cuarto.
-Te ves muy triste. Pero esto no hará más que reforzar su relación. Todo se solucionará. Ya verás.
-Espero que sí. Te quiero mamá.
-Yo también te quiero hijo.
La oscuridad de mi cuarto me brinda satisfacción. El silencio de mi tristeza me permite contemplar detalles que ignoraba: los escalones flojos que suenan al pisarlos, el sonido que hace la puerta al abrirse, las manchas de sancudos aplastados en las paredes, el olor a madera de pino. El aire gélido agota mis últimas fuerzas. Me tiro en la cama con la ropa puesta, abrazo la almohada y comienzo a susurrarle.
-Qué difícil es sin ella. Ahora hasta caminar es todo un reto. Esperar a verla no era tan torturante porque sabía que sólo debía aguardar unas horas y llegaría junto con mi felicidad. Pero ahora espero sin esperanza…
En poco tiempo llego a Edsu, a la misma pradera donde estuve con Mortis y con Nátaly. Definitivamente no pude haber llegado por felicidad, sino por necesidad. Diana me había hecho saber que nos veríamos al punto inicial de mi sueño, pero no creo que sea el momento adecuado de hablar. No estoy emocionalmente estable para conversar con quien ha hecho que se acabe mi relación. El clima, la luna y las espectaculares estrellas me llevan al mismo recuerdo en conjunto. Miro hacia donde sopla el viento y Nátaly está allí con las piernas tendidas en el suelo como si no las pudiera mover. Sus brazos sostienen dramáticamente su tronco. Está rendida por la tristeza. Su llanto se escucha de tal forma que mi pecho arde. Camino hacia donde está, para consolarla. Está de espaldas a mí. Una luciérnaga revolotea frente a su rostro. Siento el mareo que antecede a esc
La luna se ha puesto arriba de nosotros. Hemos llegado al círculo de piedra. El lugar donde nos hemos detenido es idéntico al círculo de piedra que se encuentra en Inglaterra que tiene el nombre de “Stone Henge”. Lo que siempre me había parecido un portal a otra dimensión, aquí es la entrada de Adiv.-Una de las pocas entradas a la ciudad de Adiv desde las afueras de Edsu. -Comentó Orión al observar mi cara de tonta sorpresa. -¿Estas piedras y su forma, tienen alguna conexión con las que se encuentran en el planeta tierra? Son muy parecidas. -No, no, no… -Interrumpió Orión más rápido de lo que se puede leer. –Creemos que alguien
De los costados de Tara se despliegan unas alas que no se distinguían. Un rápido aleteo nos eleva y comenzamos a volar. Fugio parece interminable. Avanzamos por tres horas hasta ver el fin de sus ramas. Tara sube en dirección vertical y luego gira su cuerpo ciento ochenta grados para ir en diagonal hacia la parte más alta. Dos horas después, que invertí durmiendo abrazándola porque estaba muy cansado, y porque ella es un imán para mí, dejamos atrás el cielo purpura y entramos en la oscura noche. Miro hacia atrás y descubro esa rara división de cielos, como el agua dulce por debajo de la salada. -¿Te gusta no? –Me pregunta. -Es una locura. En el buen sentido. Son mágicos y abrumadores todos los detalles. 
Mis pies tocan primera vez las ramas de Fugio. Cada rama es un camino que lleva a otro. Como no sé cuál elegir, me mantengo caminando por la rama más gruesa. Diana me golpea con tal fuerza que mientras estaba atado a sus ojos, Nátaly desapareció de mi mente. No hay prueba más contundente de que es mi alma gemela. Pequeñas luces se notan muy lejanas. Camino por mucho tiempo. Aumento el paso y camino unas tres horas más. Mis fríos pasos adoptaron una conducta individual. Mis parpados casi dejaron de funcionar y mis pupilas al vacío debaten entre el recuerdo de Diana y el de Nátaly. Pero la razón por la que sigo caminando es porque he tomado una decisión que favorece a una sola de ellas. En un tramo del camino una pluma rosada y pequeña se encuentra flotando frente a mí.
-Es nuestra ley madre. -Expone uno de los miembros de la mesa donde se ubican los demandantes. -Porque de esa ley depende la seguridad de esta ciudad. Ni si quiera Írador ha podido alterar la eterna luna llena. Y eso es gracias a los miles de Adivianos que han dado su vida por ella. Es gracias a la "ley de protección total" que todas las otras leyes existen, y es la única razón por la que somos la última ciudad libre. No podemos permitir que alguien perturbe años de trabajo y sangre. El salón es gigantesco. Cientos de personas están en las gradas circulares. Al parecer esta es una de las decisiones más importantes que han debido tomar en mucho tiempo. El lugar está entablillado de madera color ámbar. Hay dos mesas triangulares. En una se encuentran los demandantes. Está repleta. En la otra está la de
-Debes repetir esta oración. –Me dice Martí. –Tierra del bolsillo de un mendigo. Agua de la cartera de un ermitaño. Viento del abanico de un moribundo. Semilla del zapato de un valiente. Luz del reflejo de una mujer. Vida que da refugio a la vida. Asiento confiando en mi memoria. Bajo y comienzo a andar. De pronto estoy solo. Me siento en el pasto de hermosos colores, y pienso en ella. En quien me ha hecho dejarlo todo. En la mujer por quien he puesto en peligro un paraíso hermoso como este. –Tierra del bolsillo de un mendigo. Agua de la cartera de un ermitaño. Viento del abanico de un moribundo. Semilla del zapato de un valiente. Luz del reflejo de una mujer. Vida que da refugio a la vida. –Repito con éxito. -Y heme aquí. –Responde
-¡Está aquí, está aquí! -Gritó un niño a las afueras del estadio y la gente se le acerca. -Vieron a Gálaxi, está aquí.-¿Quién es Gálaxi? -Pregunté a Orión y él me sonríe.-Vamos a ver quién es. -Respondió.La gente se descontrola. Corren a todos lados, no sé si emocionados o asustados. Nos montamos en Boro y cabalgamos a las afueras de Adiv.-¿Dónde vieron a Gálaxi? -Preguntó Orión a un joven que mira a todos lados con curiosidad.-Cerca de la puerta Blanca. -Boro aument&o
Volvemos a la casa de Martí, ya ha despertado. Está sentado tomando algo de una taza peluda.-¡Martí! ¿Estás bien? -Corro y lo abrazo.-Como me ves amigo mío. Fue el efecto aturdidor de un Bayago gigante que nos atacó en el Prado Nublado. Pero estoy bien. Abandonar la seguridad de Adiv es tan peligroso como lo creí, con esta luz de luna tan tenue. Aunque fue maravilloso. Vi cosas que ni yo había llegado a apreciar con todos mis años; como unos escarabajos escupidores de mi tamaño con los que me topé. Me comí unas manzanas picantes que me hicieron llorar y casi despierto a la montaña soñadora al chocar con una chicharra.-Cuéntamelo todo. -Le pedí sonriendo, mi