En poco tiempo llego a Edsu, a la misma pradera donde estuve con Mortis y con Nátaly. Definitivamente no pude haber llegado por felicidad, sino por necesidad. Diana me había hecho saber que nos veríamos al punto inicial de mi sueño, pero no creo que sea el momento adecuado de hablar. No estoy emocionalmente estable para conversar con quien ha hecho que se acabe mi relación. El clima, la luna y las espectaculares estrellas me llevan al mismo recuerdo en conjunto. Miro hacia donde sopla el viento y Nátaly está allí con las piernas tendidas en el suelo como si no las pudiera mover. Sus brazos sostienen dramáticamente su tronco. Está rendida por la tristeza. Su llanto se escucha de tal forma que mi pecho arde. Camino hacia donde está, para consolarla. Está de espaldas a mí. Una luciérnaga revolotea frente a su rostro. Siento el mareo que antecede a esc
La luna se ha puesto arriba de nosotros. Hemos llegado al círculo de piedra. El lugar donde nos hemos detenido es idéntico al círculo de piedra que se encuentra en Inglaterra que tiene el nombre de “Stone Henge”. Lo que siempre me había parecido un portal a otra dimensión, aquí es la entrada de Adiv.-Una de las pocas entradas a la ciudad de Adiv desde las afueras de Edsu. -Comentó Orión al observar mi cara de tonta sorpresa. -¿Estas piedras y su forma, tienen alguna conexión con las que se encuentran en el planeta tierra? Son muy parecidas. -No, no, no… -Interrumpió Orión más rápido de lo que se puede leer. –Creemos que alguien
De los costados de Tara se despliegan unas alas que no se distinguían. Un rápido aleteo nos eleva y comenzamos a volar. Fugio parece interminable. Avanzamos por tres horas hasta ver el fin de sus ramas. Tara sube en dirección vertical y luego gira su cuerpo ciento ochenta grados para ir en diagonal hacia la parte más alta. Dos horas después, que invertí durmiendo abrazándola porque estaba muy cansado, y porque ella es un imán para mí, dejamos atrás el cielo purpura y entramos en la oscura noche. Miro hacia atrás y descubro esa rara división de cielos, como el agua dulce por debajo de la salada. -¿Te gusta no? –Me pregunta. -Es una locura. En el buen sentido. Son mágicos y abrumadores todos los detalles. 
Mis pies tocan primera vez las ramas de Fugio. Cada rama es un camino que lleva a otro. Como no sé cuál elegir, me mantengo caminando por la rama más gruesa. Diana me golpea con tal fuerza que mientras estaba atado a sus ojos, Nátaly desapareció de mi mente. No hay prueba más contundente de que es mi alma gemela. Pequeñas luces se notan muy lejanas. Camino por mucho tiempo. Aumento el paso y camino unas tres horas más. Mis fríos pasos adoptaron una conducta individual. Mis parpados casi dejaron de funcionar y mis pupilas al vacío debaten entre el recuerdo de Diana y el de Nátaly. Pero la razón por la que sigo caminando es porque he tomado una decisión que favorece a una sola de ellas. En un tramo del camino una pluma rosada y pequeña se encuentra flotando frente a mí.
-Es nuestra ley madre. -Expone uno de los miembros de la mesa donde se ubican los demandantes. -Porque de esa ley depende la seguridad de esta ciudad. Ni si quiera Írador ha podido alterar la eterna luna llena. Y eso es gracias a los miles de Adivianos que han dado su vida por ella. Es gracias a la "ley de protección total" que todas las otras leyes existen, y es la única razón por la que somos la última ciudad libre. No podemos permitir que alguien perturbe años de trabajo y sangre. El salón es gigantesco. Cientos de personas están en las gradas circulares. Al parecer esta es una de las decisiones más importantes que han debido tomar en mucho tiempo. El lugar está entablillado de madera color ámbar. Hay dos mesas triangulares. En una se encuentran los demandantes. Está repleta. En la otra está la de
-Debes repetir esta oración. –Me dice Martí. –Tierra del bolsillo de un mendigo. Agua de la cartera de un ermitaño. Viento del abanico de un moribundo. Semilla del zapato de un valiente. Luz del reflejo de una mujer. Vida que da refugio a la vida. Asiento confiando en mi memoria. Bajo y comienzo a andar. De pronto estoy solo. Me siento en el pasto de hermosos colores, y pienso en ella. En quien me ha hecho dejarlo todo. En la mujer por quien he puesto en peligro un paraíso hermoso como este. –Tierra del bolsillo de un mendigo. Agua de la cartera de un ermitaño. Viento del abanico de un moribundo. Semilla del zapato de un valiente. Luz del reflejo de una mujer. Vida que da refugio a la vida. –Repito con éxito. -Y heme aquí. –Responde
-¡Está aquí, está aquí! -Gritó un niño a las afueras del estadio y la gente se le acerca. -Vieron a Gálaxi, está aquí.-¿Quién es Gálaxi? -Pregunté a Orión y él me sonríe.-Vamos a ver quién es. -Respondió.La gente se descontrola. Corren a todos lados, no sé si emocionados o asustados. Nos montamos en Boro y cabalgamos a las afueras de Adiv.-¿Dónde vieron a Gálaxi? -Preguntó Orión a un joven que mira a todos lados con curiosidad.-Cerca de la puerta Blanca. -Boro aument&o
Volvemos a la casa de Martí, ya ha despertado. Está sentado tomando algo de una taza peluda.-¡Martí! ¿Estás bien? -Corro y lo abrazo.-Como me ves amigo mío. Fue el efecto aturdidor de un Bayago gigante que nos atacó en el Prado Nublado. Pero estoy bien. Abandonar la seguridad de Adiv es tan peligroso como lo creí, con esta luz de luna tan tenue. Aunque fue maravilloso. Vi cosas que ni yo había llegado a apreciar con todos mis años; como unos escarabajos escupidores de mi tamaño con los que me topé. Me comí unas manzanas picantes que me hicieron llorar y casi despierto a la montaña soñadora al chocar con una chicharra.-Cuéntamelo todo. -Le pedí sonriendo, mi
Hacemos un círculo alrededor de Andry y André salta de su flamero a revisar el estado de su gemelo que yace inconsciente en el suelo y su dragón lame su brazo tratando de reanimarlo. Nos defendemos como podemos. La batalla ha entrado en un estado crítico, ya que estando inmóviles somos un blanco demasiado fácil. Los dragones contribuyen en la defensa bateando las bókers y devolviéndolas directo a nuestros oponentes que cada vez son más.-Tendremos que dejarlo. -Sugirió Orión. -No podremos resistir.-Orión tiene razón. -Gritó Fédenor. Para que estos dos sujetos estén de acuerdo, debe ser una situación urgente de verdad.-No lo haré. No podemos dejarlo aqu&iacu