No confío
Gina
No podría soportar esperar hasta la hora de salida. Tenía unas ganas inmensas de ver a Alessio. Necesitaba sentirlo cerca de mí. Aquello era una locura y no razonaba las cosas, pero ya estaba metida en esto. Decidí confiar en él. El solo pensar que era suya me hacía sentir como una maldita diosa.
—Veo que tienes prisa.
Me colgué la cartera al hombro y me giré para enfrentarla.
—Voy a comer —resollé e intenté marcharme.
—Con él, ¿verdad?
Pensé con calma mis siguientes palabras, mas no iba a permitir que ella me intimidara.
—Supéralo, Catalina —mascullé—. Él es mío ahora.
Separó los labios, pero los volvió a juntar y aproveché para salir de aquella habitación. No sabía cuáles
IntermedioDeynaEsperabas con ansias el momento en que Alessio estuviese dentro de mí. Aquellos días fuera fueron un martirio. Aunque nunca besé sus labios, me imaginaba los mismos recorriendo cada centímetro de mi piel. Tenía que masturbarme por esos pensamientos. Aquel hombre tenía mi mente trastornada y quería complacerlo en todo sin límites.—Deyna, has regresado. ¿Cómo te fue en tu viaje? —Miré a Crista poco sutil.No me caí nada bien y yo mucho menos a ella.—Bien. Voy a entrar a ver a Alessio. —Hice uso de la autoridad que él me proporcionó.—Lo siento, pero el señor Lombardi tiene visita.La contemplé, confundida.—Si es algunos de los inversionistas, no importa que entre —espeté y me aproximé a su puerta.—Es la se
Llegar a amarlaAlessioHacía ya muchos meses que no venía a la antigua casa. Siempre lo hacía en el aniversario de mi madre, pero últimamente mi lado desgraciado había dominado todos mis sentidos. Sin embargo, ahora la mujer a mi lado calmaba aquella tormenta. Nunca traje a nadie a este hogar. Era un lugar sagrado, un refugio para mi maldita alma en pena y quería que ella lo viera. Gina se convertía en la persona que me hacía respirar de nuevo.—Wow —dijo en cuanto nos detuvimos frente a la vivienda—. Es hermosa, Alessio —continuó emocionada.Los amplios ventanales daban una vista panorámica del interior. No había cortinas, y aquello era algo que buscaba corregir, pero el tiempo no me alcanzó para hacerlo, así que pospuse la remodelación y solo pagaba un servicio para que la mantuvieran limpia.Sab&iac
DestruirnosGinaEl agua de la bañera estaba tibia y Alessio recorría mi cuerpo con la esponja para quitar los residuos de pintura. Se sentía maravilloso. Esta intimidad con él no tenía comparación alguna. Nunca antes me sentí tan plena y jamás sentí tantas emociones juntas. Ahora comenzaba a entender que no importaba dónde estarías, siempre y cuando estuvieras con la persona indicada, sería el lugar ideal.—Creo que debería regresar a casa.Alessio detuvo lo que hacía y me sentí huérfana.—Quédate conmigo —suplicó.Me giré y agarré su rostro entre mis manos.—Sé que decir a estas alturas que vayamos despacio es una estupidez, pero necesito que me extrañes, que desees estar conmigo. —Lo besé con suavidad—. Adem&aacu
BorrarlaAlessioEl sudor corría por mi frente y la rabia se apoderaba cada vez más de mí. Azotaba a Deyna como la perra que era. La muy maldita lo disfrutaba. En mi cabeza solo se proyectaban una y otra vez aquellas imágenes de Gina. Por eso insistió tanto en marcharse anoche. No sabía cómo fui tan estúpido para confiar en ella, pero sí sabía que su coño caliente y apretado me había trastornado. Aquello me desenfocó por completo y me arrepentí total y rotundamente de haberle quitado a la persona que contraté para que la vigilara.La penetré duro por el culo y ella solo se quejó. Estaba acostumbrada al sexo anal. Esta mujer no tenía límites y eso era ventajoso para mí. Quería verme en acción, ver al maldito animal que había dentro de mí, uno al que le rompieron el coraz&o
Despertar del sueñoGina—Pero, Dios mío, Gina, estás ardiendo en fiebre —había escuchado decir Armando.Me encontraba recostada sobre uno de los muebles que adornaba aquel camerino. Sentía escalofríos por todo el cuerpo y aquellas imágenes en mi cabeza me perturbaban. Mis sollozos podían escucharse en el pasillo y en un momento escuché la voz de Camilo. Un vago recuerdo llegó a mi cabeza, pero no pasó nada, ya que mi mente se encontró en blanco con rapidez.—Hay que llamar al señor Lombardi —dijo Armando, alterado—. Gina no tiene familiares aquí y él es su novio. —Lo tomé por el brazo y le hice un gesto con la mano para que se acercara a mí.—No lo molestes —hablé con esfuerzo, pero Armando hizo caso omiso.—Hablo de la cosmética B
Lo más oscuro de míAlessioLa casa de mi madre se volvió mi refugio de nuevo. Aquello era un golpe bajo a mi autoestima de mierda. Me alejé de todo, incluso de aquel deseo insaciable que corría por mis venas. Había pasado un mes completo desde lo sucedido con Gina y el otoño comenzaba a ser notorio. Las hojas empezaban a perder su color y pronto dejarían de ser parte de los árboles, así como yo, que en un abrir y cerrar de ojos dejé de ser parte de su vida.—Señor Lombardi —Dya me sacó de mis pensamientos—, el señor Alexander está aquí.Hice un gesto con la cabeza para que lo hiciera pasar.La colección de otoño estaba a punto de ser lanzada, pero yo seguía metido en mi autodestrucción. Desde aquella vez con Deyna, no pude tocar a nadie. Eso alertaba a mi asistente y
En mil pedazosGinaGenave se marchó aquella tarde. Iba a ser después del desfile de otoño, pero recibió una llamada de la universidad. Se graduaría con los máximos honores y estaría a cargo del discurso de cierre, así que debía prepararse para la graduación que estaba a la vuelta de la esquina. Le prometí que estaría allí. Quizás ese iba a ser el momento de volver en definitiva a Nueva York. Acepté que no recordaría nada y me enfoqué en mi trabajo. Adrián me dio una gran oportunidad y pensaba aprovecharla hasta el último minuto.—Fabulosa como siempre —dijo Armando con emoción. Era su primera colección—, pero cambia esa cara. Esta es tu noche, todos los ojos estarán puestos en ti.—Y en Catalina —agregué.—Claro que no. —M
RecuperarlaAlessioLa vi perderse tras bastidores. Por un momento me pregunté si realmente así terminaría todo. Aquella sonrisa apareció en mi rostro, la misma que mostré la primera vez que la vi, entonces llevé mis pasos a donde ella se encontraba. Aquel hombre precavido y sin decisión no era yo. Yo era el puto amo y ella era mía. La abandoné y la dejé sola cuando más me necesitaba, pero tenía toda la vida por delante para redimirme.—Alessio…Se encontraba recostada sobre una de las columnas. Lágrimas bañaban su rostro y se corrió un poco su maquillaje, aun así, seguía siendo hermosa. Trató de alejarse, pero la agarré del brazo y la acerqué a mí.Sus lágrimas empaparon mi camisa y aquello me destrozó. Era un maldito animal. Ni siquiera la escuch&eac