En mil pedazos
Gina
Genave se marchó aquella tarde. Iba a ser después del desfile de otoño, pero recibió una llamada de la universidad. Se graduaría con los máximos honores y estaría a cargo del discurso de cierre, así que debía prepararse para la graduación que estaba a la vuelta de la esquina. Le prometí que estaría allí. Quizás ese iba a ser el momento de volver en definitiva a Nueva York. Acepté que no recordaría nada y me enfoqué en mi trabajo. Adrián me dio una gran oportunidad y pensaba aprovecharla hasta el último minuto.
—Fabulosa como siempre —dijo Armando con emoción. Era su primera colección—, pero cambia esa cara. Esta es tu noche, todos los ojos estarán puestos en ti.
—Y en Catalina —agregué.
—Claro que no. —M
RecuperarlaAlessioLa vi perderse tras bastidores. Por un momento me pregunté si realmente así terminaría todo. Aquella sonrisa apareció en mi rostro, la misma que mostré la primera vez que la vi, entonces llevé mis pasos a donde ella se encontraba. Aquel hombre precavido y sin decisión no era yo. Yo era el puto amo y ella era mía. La abandoné y la dejé sola cuando más me necesitaba, pero tenía toda la vida por delante para redimirme.—Alessio…Se encontraba recostada sobre una de las columnas. Lágrimas bañaban su rostro y se corrió un poco su maquillaje, aun así, seguía siendo hermosa. Trató de alejarse, pero la agarré del brazo y la acerqué a mí.Sus lágrimas empaparon mi camisa y aquello me destrozó. Era un maldito animal. Ni siquiera la escuch&eac
En mi memoriaGinaHabía cerrado un capítulo de mi vida aquella noche. Desde que llegué a casa, me encerré en mi habitación y no pude parar llorar. Nunca iba a tener el poder para pelear con los Berlusconi, mas él sí. Alessio tenía el dinero y las conexiones para hacer caer a quien fuera. Lo hizo, pero aún seguía sintiéndome lastimada. No podía tapar el sol con un dedo y olvidar que me abandonó. No podía hacer como que nada había pasado, así no funcionaban las cosas, o era lo que quería hacerme creer a mí misma.Me encontraba recostada sobre el suelo alfombrado de mi habitación y miraba la pintura del techo; al fin comprendí su significado. Al final el amor siempre vencía. El guerrero sostenía a su mujer y dejaba atrás muerte y destrucción solo para llegar a ella. Sin emb
Que me falte todo, menos túAlessioGina al final me había dejado. Pensé que todo estaría bien después de nuestro encuentro, pero no fue así. Y debí saberlo, pues ella estaba diferente. Podía sentir la distancia que nos separaba, aunque nuestra piel nos delataba.Me llegó un mensaje aquella tarde, el cual ponía unas simples palabras: «No vengas a mí». Sentí que todo se derrumbaba y comprendí lo que era convertirse en un perdedor. Ni siquiera asimilaba la triste realidad sin Gina. Mi obsesión, mi fantasía, mi locura se me iba de las manos.—Todos esperan por ti en la reunión —comentó Alexander. Traté de recomponerme—. Tienes que seguir tu vida. Ya lo hiciste una vez.Me acomodé la chaqueta y seguí a Alexander al salón de juntas.¿Deb&ia
Viene la oscuridadGinaEntre todos preparamos una fiesta para Genave. Después de la ceremonia de graduación, mis padres, mi hermano Jimmy y yo habíamos alquilado uno de los salones más lujosos que poseía Nueva York. Mi hermana se merecía eso y mucho más. Aunque a mi madre le costaba admitirlo, sabía que Genave también sacudió su vida. La mayor parte de su vida, Genave vivió con nosotros, así que mi madre se convirtió en una parte muy importante para ella.Todos se adelantaron hacia el salón aquella noche. Aproveché la soledad. Aun con las bajas temperaturas, me senté en el techo de la casa de mis padres. Miré aquel artículo de nuevo y las lágrimas empaparon mis mejillas. Me hacía la fuerte y trataba de mostrarme despreocupada ante mi familia, pero la verdad era que él se quedó
Lobo ferozAlessioLos celos eran algo que te cegaban y yo lo tenía más que claro. Sin embargo, al mirar cómo aquel hombre sostenía a Gina por la cintura, se me nubló la mente. Una oscura capa comenzaba a cegarme. Traté de mantenerme a raya y distante, pero al ver que él la sostenía con más firmeza, como si fuese suya, no lo soporté. Caminé hacia ellos, aparté su mano con brusquedad, agarré a Gina del brazo con salvajismo y la arrastré conmigo fuera de allí. Quería escuchar lo que tenía que decir al respecto y deseaba que me aclarara por qué dejaba que otro hombre la tocara.—¡Suéltame! —Escapó de mi agarre a mitad del pasillo—. ¿Qué demonios crees que haces? —masculló.—¡¿Qué crees que haces tú?! —bram&
Sin escapatoriaGinaUna brisa helada se colaba por aquella ventana abierta. Al mirar con detenimiento la habitación, algo se apretó en mi bajo vientre.Alessio bajó despacio la cremallera de mi vestido y este cayó a mis pies. Opté por la más insípida ropa interior que ni siquiera combinaba. Nunca imaginé que esta noche terminaría en los brazos del italiano. Me levantó por la cintura e hizo aquel vestido a un lado. Hacía algún tiempo que no miraba al depredador, pero esta noche el lobo feroz se encontraba frente a mí.Escuché algo metálico caer al suelo. Me estremecí. Sería castigada y no tendría forma de escapar. La piel se me puso de gallina, tanto por la brisa que se colaba, como por la anticipación de todo lo que iba a pasar en esta recámara. Tuve muchos momentos intensos con Alessio y sa
Me perteneceAlessioMe encontraba de pie frente a la cama contemplando el cuerpo de Gina boca abajo. Ella dormía plácidamente, pero mi pene estaba muy despierto, aunque pensaba darle un pequeño descanso. Lo de anoche fue intenso y sin pausas. No podía permitir que se me escapara. Me coloqué sobre ella y dejé un beso en su cuello. Se removió un poco y abrió los ojos despacio. No podía creer que seguía siendo tan perfecta incluso hasta la hora de despertar.—Quiero que vayamos a desayunar —susurré.Acaricié su espalda Quería cogerla ahora mismo, pero debía poner freno por un rato a mi lujuria.Se sentó, adormilada, y llevó sus pasos al baño sin decir nada. La seguí para acompañarla. Cuando el agua comenzó a caer sobre su cabeza, sus ojos al fin se abrieron. Enredó sus
Un mal presentimientoGinaAlessio y Hardin se sostuvieron la mirada por lo que parecieron ser los segundos más largos de mi vida. Todo fue tan silencioso, que solo se escuchaba el pasar de algunos vehículos por la calle principal. No sabía qué buscaba mi madre con invitar a Hardin, ni por qué mi padre aceptó eso. Él les caía bien mis padres desde siempre. El hombre a mi lado lamentablemente era el terror de cualquier padre.—Hola, Hardin —saludé animada.Alessio ajustó aún más su agarre en mi cintura. Le clavé los ojos y él hizo un gesto despectivo con sus labios.—Soy el novio de Gina —se apresuró a decir. A mi madre parecía que le iba a dar un infarto—. Además, soy el dueño de la marca Lombardi.A mi padre se le endureció el rostro al escuchar lo &uacut