Capítulo 44

No lo permitiré

Alessio

Contemplaba con una sonrisa de idiota la mujer a mi lado. Nuestras piernas estaban enredadas y no pude resistir la tentación de tocar sus muslos desnudos. Recorrí cada imperfección con mis manos, que ante mi tacto se sentían perfectas. Gina se removió y abrió los ojos despacio. La sonrisa que iluminó su rostro me mató. Podría acostumbrarme a esto y pasar a su lado el resto de mis días.

—No te fuiste —dijo aún soñolienta.

—¿Y por qué debería irme? —Trató de apartar sus piernas, pero se lo impedí.

—Tienes que trabajar.

—Soy el dueño, Gina. —Levanté una de mis cejas.

—Perdón, señor Lombardi.

La llevé más cerca de mí y dejé un beso en sus labios.

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