Descubriendo el pasado
Alessio
Miraba ansioso la hora en mi reloj. Le propuse a Gina pasar por ella, pero decidió que nos reuniéramos en el restaurante. Hacía tiempo que no salía a comer con alguien. Mis encuentros con mujeres habían sido exclusivamente sexuales, pero con ella lo quería todo. Flores, serenatas y hacer el amor bajo las estrellas. Quizás era demasiado dulce para mí, sin embargo, debía hacer que ella no mirase a otro hombre.
La vi entrar, pero algo cambió. Su mirada estaba apagada y perdió el brillo en su rostro. Eso me alertó. Me puse de pie y la ayudé a acomodarse. Supe que algo extraño pasaba cuando intenté darle un beso en los labios y ella me puso la mejilla. Me sentí molesto al instante y me reí sin nada de gracia, pues sabía que su actitud
El único lugarGinaLa conversación con aquella mujer me dejó pasmada, pero con Alessio me desconcertó. Catalina Leoni fue más que clara y no se anduvo con rodeos, aceptó aquel trabajo solo para conocerme y saber quién era la mujer por la que Alessio rompía todas sus reglas. Quería conocer a la mujer que se convirtió en su obsesión.Me encontraba desorientada. Recibí demasiada información en un solo día y mi cabeza estaba a punto de estallar. Salí del restaurante sin rumbo fijo. No quería ir a casa, pero mucho menos a la empresa, así que solo decidí seguir caminando hasta que me cansara. Era triste estar tan sola. No podía acudir a alguien en un momento como este, pues no tenía a nadie. Pensé que tenía Alessio, pero ahora no estaba tan segura.Mi teléfono comenzó a
No lo permitiréAlessioContemplaba con una sonrisa de idiota la mujer a mi lado. Nuestras piernas estaban enredadas y no pude resistir la tentación de tocar sus muslos desnudos. Recorrí cada imperfección con mis manos, que ante mi tacto se sentían perfectas. Gina se removió y abrió los ojos despacio. La sonrisa que iluminó su rostro me mató. Podría acostumbrarme a esto y pasar a su lado el resto de mis días.—No te fuiste —dijo aún soñolienta.—¿Y por qué debería irme? —Trató de apartar sus piernas, pero se lo impedí.—Tienes que trabajar.—Soy el dueño, Gina. —Levanté una de mis cejas.—Perdón, señor Lombardi.La llevé más cerca de mí y dejé un beso en sus labios.&md
No confíoGinaNo podría soportar esperar hasta la hora de salida. Tenía unas ganas inmensas de ver a Alessio. Necesitaba sentirlo cerca de mí. Aquello era una locura y no razonaba las cosas, pero ya estaba metida en esto. Decidí confiar en él. El solo pensar que era suya me hacía sentir como una maldita diosa.—Veo que tienes prisa.Me colgué la cartera al hombro y me giré para enfrentarla.—Voy a comer —resollé e intenté marcharme.—Con él, ¿verdad?Pensé con calma mis siguientes palabras, mas no iba a permitir que ella me intimidara.—Supéralo, Catalina —mascullé—. Él es mío ahora.Separó los labios, pero los volvió a juntar y aproveché para salir de aquella habitación. No sabía cuáles
IntermedioDeynaEsperabas con ansias el momento en que Alessio estuviese dentro de mí. Aquellos días fuera fueron un martirio. Aunque nunca besé sus labios, me imaginaba los mismos recorriendo cada centímetro de mi piel. Tenía que masturbarme por esos pensamientos. Aquel hombre tenía mi mente trastornada y quería complacerlo en todo sin límites.—Deyna, has regresado. ¿Cómo te fue en tu viaje? —Miré a Crista poco sutil.No me caí nada bien y yo mucho menos a ella.—Bien. Voy a entrar a ver a Alessio. —Hice uso de la autoridad que él me proporcionó.—Lo siento, pero el señor Lombardi tiene visita.La contemplé, confundida.—Si es algunos de los inversionistas, no importa que entre —espeté y me aproximé a su puerta.—Es la se
Llegar a amarlaAlessioHacía ya muchos meses que no venía a la antigua casa. Siempre lo hacía en el aniversario de mi madre, pero últimamente mi lado desgraciado había dominado todos mis sentidos. Sin embargo, ahora la mujer a mi lado calmaba aquella tormenta. Nunca traje a nadie a este hogar. Era un lugar sagrado, un refugio para mi maldita alma en pena y quería que ella lo viera. Gina se convertía en la persona que me hacía respirar de nuevo.—Wow —dijo en cuanto nos detuvimos frente a la vivienda—. Es hermosa, Alessio —continuó emocionada.Los amplios ventanales daban una vista panorámica del interior. No había cortinas, y aquello era algo que buscaba corregir, pero el tiempo no me alcanzó para hacerlo, así que pospuse la remodelación y solo pagaba un servicio para que la mantuvieran limpia.Sab&iac
DestruirnosGinaEl agua de la bañera estaba tibia y Alessio recorría mi cuerpo con la esponja para quitar los residuos de pintura. Se sentía maravilloso. Esta intimidad con él no tenía comparación alguna. Nunca antes me sentí tan plena y jamás sentí tantas emociones juntas. Ahora comenzaba a entender que no importaba dónde estarías, siempre y cuando estuvieras con la persona indicada, sería el lugar ideal.—Creo que debería regresar a casa.Alessio detuvo lo que hacía y me sentí huérfana.—Quédate conmigo —suplicó.Me giré y agarré su rostro entre mis manos.—Sé que decir a estas alturas que vayamos despacio es una estupidez, pero necesito que me extrañes, que desees estar conmigo. —Lo besé con suavidad—. Adem&aacu
BorrarlaAlessioEl sudor corría por mi frente y la rabia se apoderaba cada vez más de mí. Azotaba a Deyna como la perra que era. La muy maldita lo disfrutaba. En mi cabeza solo se proyectaban una y otra vez aquellas imágenes de Gina. Por eso insistió tanto en marcharse anoche. No sabía cómo fui tan estúpido para confiar en ella, pero sí sabía que su coño caliente y apretado me había trastornado. Aquello me desenfocó por completo y me arrepentí total y rotundamente de haberle quitado a la persona que contraté para que la vigilara.La penetré duro por el culo y ella solo se quejó. Estaba acostumbrada al sexo anal. Esta mujer no tenía límites y eso era ventajoso para mí. Quería verme en acción, ver al maldito animal que había dentro de mí, uno al que le rompieron el coraz&o
Despertar del sueñoGina—Pero, Dios mío, Gina, estás ardiendo en fiebre —había escuchado decir Armando.Me encontraba recostada sobre uno de los muebles que adornaba aquel camerino. Sentía escalofríos por todo el cuerpo y aquellas imágenes en mi cabeza me perturbaban. Mis sollozos podían escucharse en el pasillo y en un momento escuché la voz de Camilo. Un vago recuerdo llegó a mi cabeza, pero no pasó nada, ya que mi mente se encontró en blanco con rapidez.—Hay que llamar al señor Lombardi —dijo Armando, alterado—. Gina no tiene familiares aquí y él es su novio. —Lo tomé por el brazo y le hice un gesto con la mano para que se acercara a mí.—No lo molestes —hablé con esfuerzo, pero Armando hizo caso omiso.—Hablo de la cosmética B