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XXXIV Dulce como el vino
Reino de Balai

En cuanto el rey regresó de su viaje, le pidió al general que formara un grupo de treinta de sus mejores hombres para ser enviados como apoyo a Galaea. Él mismo se reunió con ellos para asegurarse de que sus órdenes fueran comprendidas a cabalidad y ejecutadas con la eficacia que le caracterizaba.

Aquellos soldados fornidos, criados desde pequeños para ser guerreros en el clima extremo de las montañas, con la sangre ardiente corriendo por sus gruesas venas, estaban ansiosos por clavar sus espadas en el enemigo y hacer muy feliz a su rey. La excitación por la inminente guerra era compartida por todo el ejército, imbuida por el rigor de su preparación y vidas como soldados de Balai, reconocidos en todos los reinos por su ferocidad.

—Refuerza las fronteras, extrema las medidas de seguridad y establece toque de queda. No quiero que se mueva una piedra en este reino sin que yo lo sepa.

Rogak asintió. Conocía al rey desde que era un niño y sabía perfectamente cuando algo irr
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