KARINAMe encuentro atrapada en esta choza desde que Leonardo se marchó. En este momento, la preocupación por Silvano me atormenta más que nunca. ¿Está completamente fuera de sí? ¿Cómo puede arriesgar su vida de esa manera? Antes pensaba que era solo una obsesión lo que Silvano tenía conmigo, pero ahora me doy cuenta de que va más allá. A pesar de todo, no puedo permitir que su propio hermano lo mate. No quiero perderlo; no soportaría ver morir a alguien más por mi causa.Intento buscar una salida, pero la única entrada y salida es la puerta. Cualquier movimiento alertaría a los hombres que vigilan afuera, son cinco de ellos según pude ver desde un pequeño orificio en una de las tablas de madera. Aunque podría derribar una tabla y escapar con una patada, el estruendo alertaría a todos y seguramente me matarían en el intento de huir. Solo me queda una opción: utilizar el reloj que Harold me regaló y que llevo en mi muñeca derecha. A simple vista, parece un reloj común, pero en realida
SILVANO La sangre hierve, el corazón late a un ritmo frenético por el susto, el miedo de perder a Karina frente a mis ojos, justo como está sucediendo en este momento.Leonardo continúa apuntándome con su arma, mientras Karina retrocede al borde de caer por el precipicio. Estoy seguro de que ella se lanzará, siguiendo las indicaciones de Leonardo, creyendo que ese imbécil no me matará. Sé que es capaz de dar la vida por mí, así como yo soy capaz de darla por ella. Una muestra de eso es haber venido aquí solo, sin decirle una palabra a nadie, sintiendo miedo por primera vez en mi vida. No quiero perder a Karina; es como si arrancaran una parte de mí y dejaran el cuerpo como un simple cascarón sin alma.—No lo hagas, Karina —le advierto, acercándome lentamente—. No creas las palabras de Leonardo, no lo hagas.—De todos modos van a morir los dos —señala Rosella con una sonrisa arrogante en los labios—. Déjala que se tire, o de lo contrario será mucho peor para ella quedarse con vida.—¡
—¿Qué acabas de decir? —pregunté estupefacto, notando cómo sus mejillas se teñían de un tono rojo intenso y su mirada se desviaba—. No evites mirarme, repite lo que acabas de decirme. —Que... te amo —lo volvió a repetir, y mi corazón casi salió desbocado de mi pecho—. ¿Ahora lo escuchaste bien? —se giró para mirarme fijamente—. Ya no te quiero, ahora sé lo que realmente siento por ti. Te amo, Silvano.—¿Quieres que muera de un ataque al corazón? —sujeté su mandíbula, acercándome a su rostro que ahora está rojo—. Los has repetido tres veces, y casi muero de un paro cardíaco por tu culpa.Sonrió tímidamente, y aproveché para besarla, acariciando sus mejillas al mismo tiempo. Corté el beso para unir su frente con la mía, soltando un suave suspiro y rozando mi nariz con la suya, que está fría.—Si supieras lo que eso significa para mí —musité en voz baja—. Me amas, Karina, acabas de decirlo.—Lo sé —susurró—. Lo oíste bien. Mis sentimientos tomaron más fuerza, y ahora es inevitable no de
La reacción de mis padres al verme llegar a la mansión fue nostálgica y llena de preocupación. Pensé que a mi madre le daría un infarto cuando me abrazó y empezó a llorar amargamente porque pensaba que, por tercera vez, me había perdido. Los brazos de mi padre también me estrecharon con sumo alivio y reconfortante aprecio y preocupación. Por primera vez en tanto tiempo, sentí un cariño fraternal tan profundo.Después del recibimiento, la seguridad se reforzó al triple en la mansión. Mi padre tomó todas las medidas necesarias para que un acontecimiento como ese no volviera a ocurrir. Por otra parte, ¡Silvano también se había quedado en la casa de mis padres conmigo! No quiso volver a su casa, a pesar de que se lo pedí, ya que seguramente su padre debía estar preocupado, pero su respuesta fue...—Mi padre sabe qué clase de hijo tiene.Resoplé en desacuerdo por su respuesta mientras terminaba la taza de té caliente que mi madre había preparado para mí.—Muchas gracias por cuidar de nuest
SILVANO. Avanzo con determinación por los pasillos de la organización, ajustando mi impecable traje para enfrentar el banquete de líderes que me aguardan en la sala de juntas.Al entrar, percibo una atmósfera tensa y fría entre todos los presentes, incluido mi primo Kosar, que mantiene una neutralidad palpable mientras me observa. Mi padre no está presente, lo que me lleva a suponer que probablemente esté ocupado con sus propios asuntos, dejándome la responsabilidad de liderar la reunión.—Buenas tardes, señores —tomo asiento en la posición directiva—. Han convocado esta reunión urgente debido a un asunto crucial, por lo que imagino debe ser muy importante. —Así es —confirma el director organizativo, mostrando un desdén evidente en su tono de voz—. Estamos al tanto de la reciente aparición de Leonardo, su hermano, señor Silvano.—¿Y qué sucede con eso? —pregunto con serenidad—. Supongo que también están al tanto de que intentó atacarme utilizando a mi mujer para llegar a mí.Un sile
Contemplé impasible desde la distancia, por tercera vez en mi vida, a un grupo de personas despidiendo al amor de mi vida. Las lágrimas seguían fluyendo, tres días después de la partida de Silvano.Desde aquel día que nos rescataron, no volví a verlo. Tras aquel momento íntimo, la noticia me sumió en un estado lamentable y hasta me enfermé. Mis lágrimas eran incesantes, recordándolo día y noche. Cerraba los ojos y lo visualizaba, escuchaba su voz; al abrirlos, sentía sus brazos envolviéndome y sus palabras resonando en mi oído.La paz me sigue evadiendo al saber que Silvano descansa en ese ataúd, enterrado ante mis ojos. Observo en silencio desde la distancia mientras le arrojan las últimas capas de arena en su despedida.La ira me consume al ver a ese hombre entre los presentes. Leonardo, el responsable de la muerte de Silvano. También está esa maldita mujer que me arrebató a Justin, tan tranquila al lado de ese despreciable. Ambos deben pagar por sus acciones, al igual que los traid
***Hoy hizo calor, ideal para ir de compras con mi madre. Estaba cansada del frío y las lluvias constantes de todo el mes. Aunque no tenía muchas ganas, ella insistió hasta convencerme. Quería visitar tiendas de ropa para bebés. Mi madre estaba emocionada por ser abuela, al igual que mi padre, quien no pudo acompañarnos debido a compromisos de negocios.Durante el día, me limité a observar las prendas que mi madre elegía, sonriendo, aunque no sinceramente. Solo quería aparentar que todo estaba bien frente a ella, ya que últimamente se ha preocupado mucho por mí. Ha pasado un mes desde la muerte de Silvano, pero aún me siento igual de mal. No hay un día en que no llore por él.Quise cumplir el deseo de mi madre para verla feliz. A pesar de que mi barriga aún no se nota, solo miré algunas cosas para bebés sin comprarlas todavía. Sigo sintiéndome mal porque deseo que el padre de esta criatura esté a mi lado sonriendo mientras elegimos las lindas prendas.—Karina —la voz de mi madre me s
***No supe en qué momento me quedé dormida al llegar a casa. Al abrir los ojos, recuerdo haber regresado de compras con mi madre y haberle contado a mi padre lo que me sucedió. Obviamente, él no me creyó, ya que la idea de que alguien resucite les resultaba inverosímil.Me incorporo en la cama, frotando mis sienes por el leve dolor de cabeza. Al mirar por la ventana, noto que la noche apenas está comenzando. Esta situación me abruma; me siento triste y desanimada.Me acaricio el vientre suavemente, esbozando una sonrisa amarga. Ser madre me hace feliz, pero me siento rota por la ausencia del padre. ¿Hasta cuándo podré seguir así? Necesito avanzar por mi bebé, aunque a veces parece difícil y distante, especialmente hoy que sentí a Silvano más cerca que nunca. ¿Fue simplemente una alucinación por mi deseo de tenerlo de vuelta? Ese beso fue tan real, sus brazos rodeándome fueron tan reales, y su calidez fue tan auténtica.«Lo extraño tanto». Me levanto de la cama, bostezando y al mismo