Contemplé impasible desde la distancia, por tercera vez en mi vida, a un grupo de personas despidiendo al amor de mi vida. Las lágrimas seguían fluyendo, tres días después de la partida de Silvano.Desde aquel día que nos rescataron, no volví a verlo. Tras aquel momento íntimo, la noticia me sumió en un estado lamentable y hasta me enfermé. Mis lágrimas eran incesantes, recordándolo día y noche. Cerraba los ojos y lo visualizaba, escuchaba su voz; al abrirlos, sentía sus brazos envolviéndome y sus palabras resonando en mi oído.La paz me sigue evadiendo al saber que Silvano descansa en ese ataúd, enterrado ante mis ojos. Observo en silencio desde la distancia mientras le arrojan las últimas capas de arena en su despedida.La ira me consume al ver a ese hombre entre los presentes. Leonardo, el responsable de la muerte de Silvano. También está esa maldita mujer que me arrebató a Justin, tan tranquila al lado de ese despreciable. Ambos deben pagar por sus acciones, al igual que los traid
***Hoy hizo calor, ideal para ir de compras con mi madre. Estaba cansada del frío y las lluvias constantes de todo el mes. Aunque no tenía muchas ganas, ella insistió hasta convencerme. Quería visitar tiendas de ropa para bebés. Mi madre estaba emocionada por ser abuela, al igual que mi padre, quien no pudo acompañarnos debido a compromisos de negocios.Durante el día, me limité a observar las prendas que mi madre elegía, sonriendo, aunque no sinceramente. Solo quería aparentar que todo estaba bien frente a ella, ya que últimamente se ha preocupado mucho por mí. Ha pasado un mes desde la muerte de Silvano, pero aún me siento igual de mal. No hay un día en que no llore por él.Quise cumplir el deseo de mi madre para verla feliz. A pesar de que mi barriga aún no se nota, solo miré algunas cosas para bebés sin comprarlas todavía. Sigo sintiéndome mal porque deseo que el padre de esta criatura esté a mi lado sonriendo mientras elegimos las lindas prendas.—Karina —la voz de mi madre me s
***No supe en qué momento me quedé dormida al llegar a casa. Al abrir los ojos, recuerdo haber regresado de compras con mi madre y haberle contado a mi padre lo que me sucedió. Obviamente, él no me creyó, ya que la idea de que alguien resucite les resultaba inverosímil.Me incorporo en la cama, frotando mis sienes por el leve dolor de cabeza. Al mirar por la ventana, noto que la noche apenas está comenzando. Esta situación me abruma; me siento triste y desanimada.Me acaricio el vientre suavemente, esbozando una sonrisa amarga. Ser madre me hace feliz, pero me siento rota por la ausencia del padre. ¿Hasta cuándo podré seguir así? Necesito avanzar por mi bebé, aunque a veces parece difícil y distante, especialmente hoy que sentí a Silvano más cerca que nunca. ¿Fue simplemente una alucinación por mi deseo de tenerlo de vuelta? Ese beso fue tan real, sus brazos rodeándome fueron tan reales, y su calidez fue tan auténtica.«Lo extraño tanto». Me levanto de la cama, bostezando y al mismo
SILVANO.—Tranquila, pequeña —acaricié la espalda de Karina, quien aún aferra mi camisa, sollozando como un bebé —estoy aquí, ¿no me ves? Ya no llores.Nos encontramos en su habitación, ya que casi desmayó por alguna razón. O sí sé la razón, y es, obviamente, la impresión que le causó todo esto. Mi repentina aparición cuando todos pensaban que estaba muerto.—Estás vivo...—sollozó —aún no lo puedo creer, ¿cómo es que tú...—Primero, deja de llorar, no me gusta verte hacerlo —saqué un pañuelo y sequé esas lágrimas en sus delicadas mejillas —, cálmate primero, ¿de acuerdo?—No me pidas eso cuando te tengo frente a mí —sus lágrimas volvieron a brotar y seguí secándolas —. Pensé que estabas muerto, vi cuando te estaban enterrando.—No era yo, era otro cadáver —dije con calma, intentando que ella también se tranquilizara, pues está muy alterada y pálida —¿No me ves frente a ti? Soy yo, no morí como todos pensaban.—No sabes lo que he sufrido todo este tiempo —me abrazó de nuevo, desahogand
*** Permanezco a un lado de Karina, quien sigue durmiendo plácidamente acurrucada entre mis brazos. Puedo asegurar que durante el tiempo que no estuve con ella, no descansó como anoche ni como lo hace ahora por la mañana. Seguramente sus noches fueron un verdadero tormento, pensando quizás que estaba muerto; solo imaginar lo que pudo haber sufrido me estremece el corazón.Cuido de esconder un mechón de su cabello detrás de la oreja mientras la observo dormir. Anoche, opté por no hacerle el amor, ya que se veía notablemente cansada y débil debido a toda la conmoción generada por mi regreso de entre los muertos. Además, después de recibir la impactante noticia de que seré padre, la cual cayó sobre mí como un balde de agua fría, se esfumaron mis deseos. Incluso sentí que la presión me bajó y estuve al borde de un ataque de pánico.¿Cómo puede recibir una noticia así? Ni siquiera estaba preparado para ello, ya que me había acostumbrado demasiado a ser solo ella y yo. No digo que me moles
Avanzo por los pasillos de la organización con mis escoltas detrás de mí. En la sala de juntas, Kosar sostiene una reunión con todos los líderes, incluyendo a Leonardo, el autoproclamado "jefe". Todos creen que Kosar es leal a ellos, sin percatarse de que solo estaba preparando el terreno para mi llegada.Mi tarea es deshacerme de los traidores, especialmente de Leonardo, ya que Karina se encargó de eliminar a Rosella, otra traidora que recibió su merecido.Determinado a poner fin a esto rápidamente, abro las imponentes puertas de la sala de juntas con mis hombres siguiéndome. Mi presencia llena el lugar de autoridad, generando un silencio sepulcral al verme ileso frente a todos.La sorpresa total se refleja en el rostro de Leonardo; su mirada se oscurece y su tez palidece. Aunque intenta ocultarlo, el impacto es evidente.—Creo que he llegado en el momento justo —rompo el silencio, elevando mi voz con autoridad—. ¿Han comenzado la reunión sin el líder máximo? Una falta tan grave debe
KARINAEl semblante de Silvano me genera mucha ansiedad. Su mirada parece demasiado sombría y voraz. Aunque intento aparentar calma, mis piernas tiemblan y mi pulso se acelera de manera exagerada.La cena transcurre tranquilamente, al menos desde mi perspectiva, ya que me esfuerzo por no mostrar mis nervios. Sin embargo, él no logra disimular la desesperación que carga consigo, o tal vez las ansias de despojarme de la lencería que llevo puesta y poseerme sobre esta mesa.—¿Cómo te fue en el trabajo? —pregunto, rompiendo el silencio.—¿Realmente crees que quiero hablar de trabajo en este momento? —me fulmina con la mirada. Dirige sus ojos a mis pechos, tensa la mandíbula y después vuelve a mirarme—. No me hagas perder la paciencia, Karina.—¿Qué tiene de malo querer saber cómo te fue? —me encogí de hombros con inocencia—. Estaba preocupada, pero me siento mejor ahora que estamos juntos de nuevo.—Todo salió según lo planeado —cortó el filete sin apartar la mirada de mí—. La organizació
Entre ardientes besos y gemidos, Silvano seguía toqueteando mi cuerpo en el sofá. Sus manos apretaban y saboreaban mis pechos, marcando mi cuello con mordiscos y chupetones apasionados. Sus dedos exploraban mi interior, regalándome placer sin detenerse. Lo despojé de su saco y camisa, dejándolo solo con los pantalones puestos. Me lancé sobre él, apoderándome de sus labios con intensidad, ansiosa por devorarlo, llena de deseo. Mis dedos se enredaron en su oscuro cabello mientras mi lengua exploraba su boca, y él apretaba mi trasero respondiendo a mis besos. Descendí hacia su cuello, chupando, lamiendo y respirando su irresistible aroma masculino. Recorrí con besos su firme abdomen, deseando saborear cada rincón de su cuerpo mientras él correspondía, entregándonos mutuamente al placer.—Cariño, quiero tenerte ya —me imploró, presionando su bulto erecto contra mi vagina —estoy que reviento de las ganas que te tengo. —Fóllame entonces —accedo, besándolo nuevamente —quiero que lo hagas