Salí del Gran Salón hacia afuera, buscando desesperadamente alguna señal de Silvano. Su molestia era palpable en sus ojos y en la frialdad de su expresión en el preciso instante en que mi padre dio la noticia. Sentí su incomodidad claramente al presenciar ese momento.Traté de ubicarlo con la mirada, pero por más que busqué en todo el oscuro jardín, no pude hallar su figura. De repente, sentí una presencia detrás de mí y una mano se apoderó de mi brazo, tirando con tal fuerza que solté un chillido de dolor. Antes de poder reaccionar, mi espalda chocó contra una pared, soltando otro quejido. Fue entonces cuando me encontré cara a cara con el rostro frío y ensombrecido de Silvano, sus ojos destilando rabia al verme. Me invadió el terror al darme cuenta de esta reacción inusual en él, ya que días atrás era un hombre dulce conmigo. En este momento, parecía verme como a su enemiga. —¿Silvano? —pregunté, atemorizada, pero su expresión seguía tan fría, analizando mi rostro con detenimiento—
***KARINA.La mañana se abrió paso dejando atrás una noche desastrosa. Lo que se esperaba como la celebración de un cumpleaños se convirtió en un caos, con la sociedad y los medios de comunicación presentes. Ahora comprendo las claras intenciones de mi padre desde el principio: dejar en claro ante todos que soy su hija y la heredera Pellegrini.Anoche fue imposible conciliar el sueño. La celebración del cumpleaños de mi padre terminó tarde, así que no tuve otra opción que quedarme a dormir en esta mansión que aún me resulta extraña e incómoda. No logro adaptarme al ambiente lleno de hombres armados, sirvientes y mucho menos a la presencia de mis padres, a quienes todavía no conozco profundamente. Además, mis pensamientos estaban plagados de Silvano, de su reacción tan furiosa y violenta hacia mí, de esa mirada gélida que me lanzó. Jamás imaginé que actuaría de esa manera, especialmente después de jurarme que me quería días atrás. Anoche, su acción me hirió profundamente, no tanto por
SILVANO.Lanzo un bramido furioso al escuchar que la operadora me envía al buzón, indicándome que Karina apagó su celular. La incertidumbre me agobia en este día saturado de noticias sobre los Pallegrini. ¿Por qué no responde?.Acabo de salir de una reunión con los líderes de la organización, y el enfoque principal fue Karina, ahora en el punto de mira como la futura sucesora de los Pallegrini. En resumen, el plan es eliminarla, pues se ha convertido en una amenaza. Incluso los Miller intentan sumarse a esto. Necesito actuar antes de que la situación se descontrole, pero como jefe, sería peligroso si descubren mi relación con ella. Eso equivaldría a traición.A pesar de tener pleno conocimiento de la situación, me resultó indiferente, y en este momento me encuentro a bordo de mi Bugatti dirigiéndome hacia su apartamento. No puedo permitir que simplemente ignore mis llamadas, o que me haga a un lado por los Pallegrini. Maldigo la hora en que decidieron aparecer en su vida. ¿Tenían que
***KARINA.La mañana se despliega a mi alrededor, con los cálidos rayos del sol colándose por mi ventana. Me esfuerzo por recobrar la compostura, enderezándome en la cama. Mi atención se posa de inmediato en la imponente figura masculina que descansa a mi lado, de espaldas y con el rostro perdido entre las suaves capas de la almohada, aún sumido en un profundo sueño.Un suspiro escapa de mis labios mientras deslizo una mano por mi rostro, rememorando la locura del día anterior. Silvano, con su arrebato de proponerme ser su esposa, desencadenó una serie de acontecimientos inesperados donde tuvimos sexo salvaje mientras su "prometida" persistía en sus llamadas, todo ello ocultos a la mirada curiosa del mundo. Mientras afuera estallaba el escándalo, nosotros dos nos sumergíamos únicamente en una ola de calor pasional, donde mordió, chupó y marcó mi piel.Me acerqué a Silvano mientras descansaba en la cama, apartando suavemente un mechón de cabello de su frente, dejando al descubierto su
SILVANO. La tensión en el ambiente es eminente mientras avanzo por los pasillos de la organización. Puedo sentir la mirada de todos encima de mí, seguramente ya teniendo conocimiento de la noticia que circula de mi relación con la hija de los Pallegrini.Me adentro en la sala de juntas donde todos me esperan. Mi padre, Kosar, los Miller, y los líderes de la organización. Todos están reunidos aquí, y eso es bueno, así termino todo esto de una buena vez.—¿Algo para decir en primer lugar? —empiezo, acomodándome en mi asiento—. Creo que ya todos han visto el escándalo recientemente de lo que está pasando, ¿No es así?.—Silvano —mi padre me lanza una mirada dura —¿Qué demonios está pasando? ¿Es cierto todo eso? Explica esta situación de inmediato.—No lo puedo creer, ¿Como te atreves a tener una amante cuando te vas a casar con mi hija? ¡Esto es inaudito! —expresa el señor Miller con desconcierto, mientras entrelazo mis manos sobre la gran mesa de juntas —¿¡Y tenía que ser la hija de los
***Llego a mi apartamento después de conversar con mis padres, y apenas avanzo unos pasos hacia la sala, unos brazos me envuelven desde atrás. Al principio, me sobresalto, pero al percibir esa agradable y cálida fragancia que emana del hombre a mis espaldas, me tranquilizo e incluso me sonrojo.—Te estaba esperando —me susurra cerca del oído, mientras me besa suavemente la curva de la oreja.—¿Hace cuánto tiempo estás aquí? —pregunto, girándome entre sus brazos, para encontrarme con esos hermosos ojos azules.—Llegué hace un momento —acaricia mi barbilla con el pulgar, se inclina y me da un beso—. ¿Cómo te fue con tus padres? ¿Todo salió bien?—Sí, más de lo que imaginaba. ¿Y tú?—Ya he anunciado la anulación de mi compromiso —se separa de mí, toma mi mano y me lleva hacia la sala—. Mi padre y parte de la junta estuvo de acuerdo, incluso el señor Miller, sin embargo, parece que a algunos no les cayó bien la noticia.—Como a Rosella, por ejemplo —deduzco, sentándome en sus piernas cua
***Abrí los ojos lentamente, la blancura de las paredes del hospital me rodeaba. Mi mente aún aturdida, recordé la escena que me dejó sin aliento: mi mejor amigo había sido asesinado. El dolor se apoderó de mí, y la noticia me golpeó tan fuerte que perdí el conocimiento. Ahora, en esa habitación fría, las sombras del dolor y la pérdida se aferraban a mí mientras intentaba comprender la cruel realidad que me esperaba fuera de esas paredes.Con el peso de la tristeza sobre mis hombros, me encontré sentado en la fría camilla del hospital. Mis ojos, pesados y ardientes, reflejaban el agotamiento emocional. Mi garganta seca y adolorida recordaba los gritos desgarradores que habían escapado de mi boca. En ese instante, anhelaba no haber despertado, deseando que la pérdida de conciencia fuera eterna.Aunque mi mente parecía un lienzo en blanco, la amarga realidad se deslizaba en mis pensamientos. Me puse de pie con determinación, deshaciéndome de los cables que se aferraban a mi cuerpo como
***Un día frío y nevado, la brisa helada arrasando con fuerza. Nos encontramos en un lugar, familiares y amigos reunidos por una sola persona. Nos cubrimos con paraguas para resguardarnos de los copos, vestidos de negro y con pañuelos blancos en las manos secando nuestras lágrimas.Esta escena ya la viví, pero de manera diferente, porque la misma persona por la cual estamos aquí, llorando y lamentando su partida, fue la que estuvo conmigo en un momento similar. Me daba palmaditas en la espalda para calmar mi pena y sostenía mi mano, dejándome claro que no estaba sola, que él estaba conmigo.Estar aquí, en el funeral de mi mejor amigo después de varios días de su partida, me parte el alma. Seguramente él nunca pensó estar en ese ataúd tan pronto, tan joven, y mucho menos por salvarme a mí, lo cual me llena de culpa. ¿Cómo fui tan ciega de no ver sus sentimientos por mí? Fue muy tarde cuando por fin lo supe; ya él se estaba yendo.Lo que más me destroza es que Justin siempre sonrió y s