SILVANO. La tensión en el ambiente es eminente mientras avanzo por los pasillos de la organización. Puedo sentir la mirada de todos encima de mí, seguramente ya teniendo conocimiento de la noticia que circula de mi relación con la hija de los Pallegrini.Me adentro en la sala de juntas donde todos me esperan. Mi padre, Kosar, los Miller, y los líderes de la organización. Todos están reunidos aquí, y eso es bueno, así termino todo esto de una buena vez.—¿Algo para decir en primer lugar? —empiezo, acomodándome en mi asiento—. Creo que ya todos han visto el escándalo recientemente de lo que está pasando, ¿No es así?.—Silvano —mi padre me lanza una mirada dura —¿Qué demonios está pasando? ¿Es cierto todo eso? Explica esta situación de inmediato.—No lo puedo creer, ¿Como te atreves a tener una amante cuando te vas a casar con mi hija? ¡Esto es inaudito! —expresa el señor Miller con desconcierto, mientras entrelazo mis manos sobre la gran mesa de juntas —¿¡Y tenía que ser la hija de los
***Llego a mi apartamento después de conversar con mis padres, y apenas avanzo unos pasos hacia la sala, unos brazos me envuelven desde atrás. Al principio, me sobresalto, pero al percibir esa agradable y cálida fragancia que emana del hombre a mis espaldas, me tranquilizo e incluso me sonrojo.—Te estaba esperando —me susurra cerca del oído, mientras me besa suavemente la curva de la oreja.—¿Hace cuánto tiempo estás aquí? —pregunto, girándome entre sus brazos, para encontrarme con esos hermosos ojos azules.—Llegué hace un momento —acaricia mi barbilla con el pulgar, se inclina y me da un beso—. ¿Cómo te fue con tus padres? ¿Todo salió bien?—Sí, más de lo que imaginaba. ¿Y tú?—Ya he anunciado la anulación de mi compromiso —se separa de mí, toma mi mano y me lleva hacia la sala—. Mi padre y parte de la junta estuvo de acuerdo, incluso el señor Miller, sin embargo, parece que a algunos no les cayó bien la noticia.—Como a Rosella, por ejemplo —deduzco, sentándome en sus piernas cua
***Abrí los ojos lentamente, la blancura de las paredes del hospital me rodeaba. Mi mente aún aturdida, recordé la escena que me dejó sin aliento: mi mejor amigo había sido asesinado. El dolor se apoderó de mí, y la noticia me golpeó tan fuerte que perdí el conocimiento. Ahora, en esa habitación fría, las sombras del dolor y la pérdida se aferraban a mí mientras intentaba comprender la cruel realidad que me esperaba fuera de esas paredes.Con el peso de la tristeza sobre mis hombros, me encontré sentado en la fría camilla del hospital. Mis ojos, pesados y ardientes, reflejaban el agotamiento emocional. Mi garganta seca y adolorida recordaba los gritos desgarradores que habían escapado de mi boca. En ese instante, anhelaba no haber despertado, deseando que la pérdida de conciencia fuera eterna.Aunque mi mente parecía un lienzo en blanco, la amarga realidad se deslizaba en mis pensamientos. Me puse de pie con determinación, deshaciéndome de los cables que se aferraban a mi cuerpo como
***Un día frío y nevado, la brisa helada arrasando con fuerza. Nos encontramos en un lugar, familiares y amigos reunidos por una sola persona. Nos cubrimos con paraguas para resguardarnos de los copos, vestidos de negro y con pañuelos blancos en las manos secando nuestras lágrimas.Esta escena ya la viví, pero de manera diferente, porque la misma persona por la cual estamos aquí, llorando y lamentando su partida, fue la que estuvo conmigo en un momento similar. Me daba palmaditas en la espalda para calmar mi pena y sostenía mi mano, dejándome claro que no estaba sola, que él estaba conmigo.Estar aquí, en el funeral de mi mejor amigo después de varios días de su partida, me parte el alma. Seguramente él nunca pensó estar en ese ataúd tan pronto, tan joven, y mucho menos por salvarme a mí, lo cual me llena de culpa. ¿Cómo fui tan ciega de no ver sus sentimientos por mí? Fue muy tarde cuando por fin lo supe; ya él se estaba yendo.Lo que más me destroza es que Justin siempre sonrió y s
SILVANO.No quise dejar a Karina en la villa, pero la llamada urgente de mi padre me dejó sin elección. Afortunadamente, dejé a Harold, mi asistente, a cargo de ella en mi ausencia. Aunque noto que Karina prefiere la soledad, su actitud distante me ha dejado claro que la compañía no es bienvenida. Aunque comprendo su dolor, su distancia sigue afectándome.—Silvano, supe lo que pasó con la hija de los Pallegrini —mi padre, con su voz severa y arrastrada, me hizo reaccionar —¿Qué han sabido al respecto? ¿Encontraron al culpable? Según sé, el objetivo era esa jovencita.—Aún no sabemos nada, pero tanto los Pallegrini como yo estamos inmersos en la investigación. Quienes llevaron a cabo el trabajo fueron dos motorizados —respondí.—Seguramente Victorino llegó a pensar que nosotros teníamos algo que ver con eso —insinuó mi padre.—Te equivocas —contradije, generando una mirada confusa de su parte —. Los Pallegrini están dispuestos a hacer lo que sea por la felicidad de su hija, incluso ace
KARINA.Ha transcurrido un mes desde que Justin falleció, y durante este tiempo he permanecido en esta aislada villa, lejos de todo y de todos. Silvano, con dedicación diaria, ha venido a cuidarme, superando largas horas de trayecto para estar a mi lado.Sin embargo, en los últimos días, su presencia ha disminuido, argumentando ocupaciones en su organización. Este distanciamiento se refleja hoy, cuando decido regresar a la ciudad y me encuentro acompañada no por Silvano, sino por su asistente Harold, quien también ha estado a mi lado durante este interminable mes.Surgen preguntas en mi mente. ¿Habrá agotado mi estado emocional a Silvano? ¿O realmente enfrenta desafíos en su trabajo? La incertidumbre me envuelve, y el temor de que se canse de mi compañía me invade. Aunque mi actitud ha sido reservada y desanimada, no significa que haya dejado de amarlo. Mi relación con él y lo ocurrido con Justin son dos capítulos separados, pero la inesperada pérdida me ha golpeado tan fuerte que bor
Me quedé dormida después de tanto llorar. Al despertar, me percaté de que estaba en la habitación que mis padres habían preparado para mí. Mi madre yacía a mi lado, sosteniendo mi mano. Al sentarme, noté en la mesita de noche un recipiente con agua y toallas. ¿Fiebre de nuevo? Probable, considerando mi reciente enfermedad; mi madre se había encargado de cuidarme.—Mamá —la llamé, moviendo su hombro, y despertó al instante ——Ah, ya has despertado...—se incorporó frotándose los ojos —¿Te sientes mejor? Tu padre me dijo que estuviste llorando, además te dio un poco de fiebre. —Estoy bien gracias a ti —le dije con una sonrisa, sosteniendo sus manos —. Me alegra verte de nuevo, madre, ya no tienes por qué preocuparte. —No sabes cuánto te extrañé —me dio un abrazo y luego me miró— ¿Te quedas a cenar? Tengo pensado invitar a Silvano para que nos acompañe. —No, Silvano no —dije enseguida, y mi madre me miró confundida —. Es que está ocupado, no creo que pueda venir hoy. Quizás en otra oca
SILVANO. —¡Maldita sea! —lancé mi vaso de whisky contra el piso cuando nuevamente la operadora me envió a buzón.Karina no responde mis llamadas. Después de que hablamos, y ella me terminó, «joder, terminó conmigo», no volvió a contestarme el teléfono. Ni siquiera pude procesar todo lo que estaba pasando, ¿por qué demonios actuaba de esa manera tan tosca? ¿Y cómo se atreve a terminar lo nuestro?.Sentía que me estaba volviendo loco, e incluso después de esa llamada, hice un desastre en la oficina. Aunque aún no sé el motivo por el que ella había terminado conmigo, no pude evitar perder la cabeza.—Señor —Harold irrumpe en mi oficina y se queda petrificado al ver el desastre —¿Qué ha pasado? Todo está hecho pedazos.—¡Tú! —lo señalé con el dedo y rápidamente me acerqué a él, tomando por el cuello de la camisa —¿Qué diablos pasó con Karina? ¡Habla de una vez!.—¿De qué habla? —inquirió él horrorizado —¿Pasó algo con la señorita?.—¡Acaba de terminar conmigo! —bramé furioso —¿Dónde la d