***Un día frío y nevado, la brisa helada arrasando con fuerza. Nos encontramos en un lugar, familiares y amigos reunidos por una sola persona. Nos cubrimos con paraguas para resguardarnos de los copos, vestidos de negro y con pañuelos blancos en las manos secando nuestras lágrimas.Esta escena ya la viví, pero de manera diferente, porque la misma persona por la cual estamos aquí, llorando y lamentando su partida, fue la que estuvo conmigo en un momento similar. Me daba palmaditas en la espalda para calmar mi pena y sostenía mi mano, dejándome claro que no estaba sola, que él estaba conmigo.Estar aquí, en el funeral de mi mejor amigo después de varios días de su partida, me parte el alma. Seguramente él nunca pensó estar en ese ataúd tan pronto, tan joven, y mucho menos por salvarme a mí, lo cual me llena de culpa. ¿Cómo fui tan ciega de no ver sus sentimientos por mí? Fue muy tarde cuando por fin lo supe; ya él se estaba yendo.Lo que más me destroza es que Justin siempre sonrió y s
SILVANO.No quise dejar a Karina en la villa, pero la llamada urgente de mi padre me dejó sin elección. Afortunadamente, dejé a Harold, mi asistente, a cargo de ella en mi ausencia. Aunque noto que Karina prefiere la soledad, su actitud distante me ha dejado claro que la compañía no es bienvenida. Aunque comprendo su dolor, su distancia sigue afectándome.—Silvano, supe lo que pasó con la hija de los Pallegrini —mi padre, con su voz severa y arrastrada, me hizo reaccionar —¿Qué han sabido al respecto? ¿Encontraron al culpable? Según sé, el objetivo era esa jovencita.—Aún no sabemos nada, pero tanto los Pallegrini como yo estamos inmersos en la investigación. Quienes llevaron a cabo el trabajo fueron dos motorizados —respondí.—Seguramente Victorino llegó a pensar que nosotros teníamos algo que ver con eso —insinuó mi padre.—Te equivocas —contradije, generando una mirada confusa de su parte —. Los Pallegrini están dispuestos a hacer lo que sea por la felicidad de su hija, incluso ace
KARINA.Ha transcurrido un mes desde que Justin falleció, y durante este tiempo he permanecido en esta aislada villa, lejos de todo y de todos. Silvano, con dedicación diaria, ha venido a cuidarme, superando largas horas de trayecto para estar a mi lado.Sin embargo, en los últimos días, su presencia ha disminuido, argumentando ocupaciones en su organización. Este distanciamiento se refleja hoy, cuando decido regresar a la ciudad y me encuentro acompañada no por Silvano, sino por su asistente Harold, quien también ha estado a mi lado durante este interminable mes.Surgen preguntas en mi mente. ¿Habrá agotado mi estado emocional a Silvano? ¿O realmente enfrenta desafíos en su trabajo? La incertidumbre me envuelve, y el temor de que se canse de mi compañía me invade. Aunque mi actitud ha sido reservada y desanimada, no significa que haya dejado de amarlo. Mi relación con él y lo ocurrido con Justin son dos capítulos separados, pero la inesperada pérdida me ha golpeado tan fuerte que bor
Me quedé dormida después de tanto llorar. Al despertar, me percaté de que estaba en la habitación que mis padres habían preparado para mí. Mi madre yacía a mi lado, sosteniendo mi mano. Al sentarme, noté en la mesita de noche un recipiente con agua y toallas. ¿Fiebre de nuevo? Probable, considerando mi reciente enfermedad; mi madre se había encargado de cuidarme.—Mamá —la llamé, moviendo su hombro, y despertó al instante ——Ah, ya has despertado...—se incorporó frotándose los ojos —¿Te sientes mejor? Tu padre me dijo que estuviste llorando, además te dio un poco de fiebre. —Estoy bien gracias a ti —le dije con una sonrisa, sosteniendo sus manos —. Me alegra verte de nuevo, madre, ya no tienes por qué preocuparte. —No sabes cuánto te extrañé —me dio un abrazo y luego me miró— ¿Te quedas a cenar? Tengo pensado invitar a Silvano para que nos acompañe. —No, Silvano no —dije enseguida, y mi madre me miró confundida —. Es que está ocupado, no creo que pueda venir hoy. Quizás en otra oca
SILVANO. —¡Maldita sea! —lancé mi vaso de whisky contra el piso cuando nuevamente la operadora me envió a buzón.Karina no responde mis llamadas. Después de que hablamos, y ella me terminó, «joder, terminó conmigo», no volvió a contestarme el teléfono. Ni siquiera pude procesar todo lo que estaba pasando, ¿por qué demonios actuaba de esa manera tan tosca? ¿Y cómo se atreve a terminar lo nuestro?.Sentía que me estaba volviendo loco, e incluso después de esa llamada, hice un desastre en la oficina. Aunque aún no sé el motivo por el que ella había terminado conmigo, no pude evitar perder la cabeza.—Señor —Harold irrumpe en mi oficina y se queda petrificado al ver el desastre —¿Qué ha pasado? Todo está hecho pedazos.—¡Tú! —lo señalé con el dedo y rápidamente me acerqué a él, tomando por el cuello de la camisa —¿Qué diablos pasó con Karina? ¡Habla de una vez!.—¿De qué habla? —inquirió él horrorizado —¿Pasó algo con la señorita?.—¡Acaba de terminar conmigo! —bramé furioso —¿Dónde la d
***Flashback. La mañana se presentaba fría, como cualquier otro día en que Karina despertaba. Aunque el clima seguía siendo un tormento que la vinculaba a la ausencia de su amigo Justin, comenzaba a acostumbrarse a su falta.Descendió a la sala en busca de algo de comida, dado que Silvano, como de costumbre, se había ido temprano. Mientras bajaba las escaleras, notó a Harold, el asistente de Silvano, sentado en los sofás, leyendo una revista con la televisión encendida y varias latas de cerveza en la mesa de centro.—Oh, vaya, por fin, señorita —el hombre levantó la vista y le dedicó una sonrisa al verla—. ¿Tiene hambre? ¿Quiere que le prepare algo de comer?.—No, estoy bien, lo haré yo.Karina se encaminó a la cocina y preparó un sándwich. Mientras comía sin mucho entusiasmo y absorta en sus pensamientos, Harold la observaba, reflexionando sobre lo desafortunada que era por todo lo que había pasado.—¿Cree que estando así podrá devolverlo a la vida?.La pregunta abrupta del hombre,
KARINAMe encuentro atrapada en esta choza desde que Leonardo se marchó. En este momento, la preocupación por Silvano me atormenta más que nunca. ¿Está completamente fuera de sí? ¿Cómo puede arriesgar su vida de esa manera? Antes pensaba que era solo una obsesión lo que Silvano tenía conmigo, pero ahora me doy cuenta de que va más allá. A pesar de todo, no puedo permitir que su propio hermano lo mate. No quiero perderlo; no soportaría ver morir a alguien más por mi causa.Intento buscar una salida, pero la única entrada y salida es la puerta. Cualquier movimiento alertaría a los hombres que vigilan afuera, son cinco de ellos según pude ver desde un pequeño orificio en una de las tablas de madera. Aunque podría derribar una tabla y escapar con una patada, el estruendo alertaría a todos y seguramente me matarían en el intento de huir. Solo me queda una opción: utilizar el reloj que Harold me regaló y que llevo en mi muñeca derecha. A simple vista, parece un reloj común, pero en realida
SILVANO La sangre hierve, el corazón late a un ritmo frenético por el susto, el miedo de perder a Karina frente a mis ojos, justo como está sucediendo en este momento.Leonardo continúa apuntándome con su arma, mientras Karina retrocede al borde de caer por el precipicio. Estoy seguro de que ella se lanzará, siguiendo las indicaciones de Leonardo, creyendo que ese imbécil no me matará. Sé que es capaz de dar la vida por mí, así como yo soy capaz de darla por ella. Una muestra de eso es haber venido aquí solo, sin decirle una palabra a nadie, sintiendo miedo por primera vez en mi vida. No quiero perder a Karina; es como si arrancaran una parte de mí y dejaran el cuerpo como un simple cascarón sin alma.—No lo hagas, Karina —le advierto, acercándome lentamente—. No creas las palabras de Leonardo, no lo hagas.—De todos modos van a morir los dos —señala Rosella con una sonrisa arrogante en los labios—. Déjala que se tire, o de lo contrario será mucho peor para ella quedarse con vida.—¡