¡No soy tu padre!

La puerta se abrió de golpe y vi a Regina entrar con una expresión de desconcierto. Aproveché el momento, empujando a Raegan para alejarme de él, y salí de su oficina tan rápido como mis piernas me lo permitieron, el corazón latiéndome a mil por hora. No quise mirar atrás, pero podía sentir la rabia en la mirada de Raegan mientras observaba a su hermana interrumpir su momento de control.

Aferrada a mi decisión, me dirigí directamente al colegio de Rubí. La recogí sin detenerme a hablar con nadie, deseando mantenerme lo más lejos posible de Raegan y sus intenciones.

—¿Mami, vamos a ver a Remo? —preguntó Rubí, mirándome con sus grandes ojos llenos de curiosidad.

—Sí, princesa, vamos a la clínica —respondí, tratando de ocultar la agitación que aún sentía.

Al llegar a la clínica, mi ansiedad se calmó un poco al ver a Remo. Me sentía segura con mis hijos, y en ese momento supe que mi prioridad era protegerlos a ellos, sin importar lo que Raegan intentara hacer.

Mientras estábamos
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