El teléfono sonó en mi mano, el sonido de la llamada de Lorenzo resonaba en mi oído. No sabía si estaba completamente segura de lo que estaba haciendo, pero sabía que era lo único que me quedaba. Mi respiración se aceleraba mientras pensaba en lo que iba a hacer, pero mi determinación era más fuerte que mi miedo.

Cuando la llamada se conectó, la voz de Lorenzo me dio una pequeña calma.

—Lorenzo, necesito tu ayuda —dije, tratando de mantener la calma, pero mi voz traicionó el nerviosismo que sentía—. Necesito ir a México, a ver a Luca Stravos.

Hubo una breve pausa al otro lado de la línea. Sabía que Lorenzo estaba dudando, que el peligro de esta situación era claro incluso para él, pero no podía quedarme aquí, atrapada en la mentira, atrapada en la vida que Michael había querido para mí. Tenía que saber la verdad. Tenía que ver a Luca.

—Regina, esto es peligroso, no sabes lo que estás pidiendo —dijo, la preocupación evidente en su tono—. Podrías estar caminando directo hacia