— No, no sucede nada, el hombre ya se iba.Fue todo lo que dijo antes de ingresar al edificio, y mientras su cabeza le decía que algo estaba mal, porque ella no podía sentirse tan bien luego de tratar a su hermano como un extraño, del otro lado de la ciudad, el infierno subía a la tierra y los ángel
— Pero no como esta. — rebatió Baltazar, saltándose las presentaciones y yendo directo al punto, dejando con disimulo la bebida que le habían alcanzado y la cual no había tocado. — Pregunta a tus hombres, con solo un cliente, junto lo que tus chicas en una calle hacen en toda un anoche. — Baltazar e
Cielo veía las pruebas de embarazo, y una serie de sentimientos la recorría, eso era tan… frustrante, ridículo, improbable, deseaba gritar y llorar, golpear y maldecir, no lo comprendía, no debería ser así, tres pruebas de embarazo, tres malditas pruebas, y aun así no sabía si estaba o no embarazada
— ¡Cielo! ¡¿Cielo Pérez?! — exclamo Reyno.— ¡¿Todo esto es por la hermana de Ñeri?! — Gabriel avanzo hasta Erwin, mientras Daki esposaba a Reyno.— Todo esto es por mi mujer. — aclaro Gabriel.— ¿Quiénes rayos son? — indago viendo los ojos oscuros de Azazel.— Soy Azazel, soy quien va a matarte, so
— Gabriel. — murmuro Cielo y el mencionado bajo del automóvil mientras respondía.— Aquí estoy amor.— Ya estoy mejor, puedo esperar a que te desocupes. — murmuro Cielo ahora recostada en el sofá viendo por el gran ventanal y las luces de la ciudad fuera.— Imposible, ya casi llego, solo… no dejes d
Cielo había leído alguna vez la importancia de ser abrazada por alguien querido, más si este era un ser amado, hasta el momento su niña la había calmado en algún que otro momento, pero solo luego de tomar la píldora para la ansiedad, sin embargo, ahora ese no era el caso, aun con todo lo que pasaba
Gabriel toco el agua para asegurarse que estuviera a la temperatura justa, luego guio a su mujer, y se dispuso a quitar cualquier pesar de su mente y de su corazón, primero lavo su cabello, sus dedos masajearon el cuero cabelludo de Cielo y esta podria de dormirse allí mismo, pero entonces las manos
— Él sabe que no es tu hermano. — murmuro con frialdad Gabriel, más que molesto, aunque no con Cielo, sino con él mismo, ese bastardo de Sergio había llegado a su mujer, no debió dejarla sola, tendría que haberla llevado a la mansión.— ¿Qué? — ahora estaba más confusa que antes, Gabriel se dio cuen