— Pero que cosas dices, en todo caso sería al revés, te pagaría la suma que quisieras para que te quedes con el psicópata. — Cielo abrió la boca, demostrando su aturdimiento ante tales palabras.— Eres mala con mi ángel. — se sentía bien, tomando café con una asesina.— Tu ángel. — murmuro Alma. — E
Desde que Gabriel había conocido a Cielo, la capacidad de dormir con tranquilidad se había esfumado, la única noche que realmente descanso fue cuando estuvieron en la mansión Zabet- Ángel, el estar rodeado por su familia lo tranquilizo lo suficiente como para saber que tanto sus hijos como su mujer
— Daki, mi madre te cortara las bolas si se entera que estropeaste su mesa favorita. — se quejó Alma, pero en el fondo agradeció que gracia a esa insignificante acción Gabriel respiraba con normalidad una vez más.— Les acabo de lanzar un arma, que llego a su destino. — murmuró y con pasos lentos ll
— La ignorancia no siempre es salvación Gabriel, a veces el no saber, es más riesgoso que cualquier cosa, pero no te preocupes, mi misión es convencer a tu mujer que tanto ella como los niños deben entrenar.— Pero…— Daki tiene razón, podemos tener una familia, pero jamás dejaremos de ser ángeles,
Cielo estaba sola en la cocina, los niños ya se habían dormido hacia un rato, y Gabriel le había informado que no lo esperara despierta, pues debía solucionar unas cosas, y por muy loco que fuese Cielo sabía que esas cosas debían ser asesinar a alguien, en ningún momento se le paso por la cabeza que
— Te pareces a la abuela, cuando persuade al abuelo. — explico el motivo de su felicidad, aunque Cielo no había dicho nada. — Te quedaras ¿verdad?— ¿Aquí o cómo? — no comprendía la mentalidad del pequeño.— En la familia. ¿serás nuestra? — ¿Por qué sonaba a amenaza, aunque era una pregunta? No lo s
— Quiero a ese ángel. — aseguro apuntando a su esposa y Alma tuvo que morder su labio para no echar por tierra todo el plan.— Por favor. — susurro enterrando las uñas en el brazo de Baltazar que solo tenía una camisa negra.— Tenías el Cielo, pero preferiste caer al infierno, ahora ve a trabajar. —
Cielo camino con apuro, cada dos pasos, veía sobre su hombro, la sensación de que alguien la seguía la acompaño las dos calles que tuvo que recorrer, hasta llegar a la farmacia, aun estando dentro, sentía un par de ojos clavados en su nuca y por un momento pensó que se estaba volviendo paranoica, pu