— Tu madre tiene razón Azazel, a las mujeres no nos gustan las mentiras. — no tenía miedo, y sus lágrimas no eran por dolor alguno o enfado, Cielo lloraba porque estaba feliz, porque alguien la amara, aun así, de rota como estaba, tan imperfecta, con tanta basura sobre sus hombros que sentía el peso
De eso a Cielo le quedo más que claro, ambos estaban fuera de lo que se consideraría normal.Y así, los días fueron pasando, Gabriel le conto poco a poco lo que fue, lo que era y le aseguro que él estaba retirado, que solo asesinaría para defender a sus hijos, y a ella, nada más, y Cielo trato de pr
Violeta ingreso en su mansión con apuro, en sus manos la última información que su personal había conseguido, esta vez de una forma menos sanguinaria, en la que el dinero había sido el principal incentivo, esperaba el ser analizada por ella, y queria hacerlo antes de tener que enfrentar a Gabriel y
— Aun me preguntó que le viste. — murmuró Gabriel guardando su cuchillo.—¿Lo mismo que tú y Pedro vieron en Verónica? — rebatió y al fin retomo el camino a su despacho.— Auch, eres cruel. — la critico el tatuado y Violeta asintió con la cabeza.— Vincent siempre dijo que las palabras causaban más
— ¿Cómo? ¿Por qué ¿Cielo no dijo nada de eso? — la mente de Gabriel comenzaba a agitarse, ¿cuánto le debía decir a su mujer? No queria asustarla más de lo que ya estaba, pero tampoco deseaba que continuara preocupada por un ser que ni siquiera era su hermano.— Por lo que pude averiguar, Cielo estab
— ¿Por qué Sergio entregaría a su hermana? ¿No se suponía que era su responsabilidad cuidar de ella? — el hombre que la interrogaba no le daba tregua, se notaba que era algún agente retirado, preparado para lidiar incluso con espías.— Estaba molesto, se había enterado de que Cielo había follado con
Fue un lunes cuando Ian sonrío, de la misma forma que sonreía Gabriel y, Cielo no comprendía que había de divertido en ser regañado por los directivos del colegio, sin embargo, Gabriel le aseguro que ya nadie molestaría a mini bollito de azúcar, y fue cuando su niña comenzó a llorar.— Pam, cariño,
— Pero las reinas son siempre malas. — se quejó con un bello mohín en sus labios Pamela.— Las reinas son fuertes, tú tienes que ser fuerte. — casi se lo exigió y Pam lo vio confusa.— ¿Por qué? ¿Por qué debo ser fuerte?— ¡Porque yo soy un dragón y te comeré! — grito el castaño de pronto y Pam sali