Violet Kingsley lleva una vida tranquila como estudiante universitaria de literatura. Sueña con convertirse en escritora, algo muy diferente a todo lo que la rodea que son los negocios y las personas poderosas.
Su relación con Alexander Graves, un marine honesto y protector, representa estabilidad y seguridad, justo lo que siempre ha valorado, ya que el representa lo seguro, lo predecible, es el novio ideal, pero carece de la intensidad que Violet busca. Pero todo cambia cuando gana una beca patrocinada por Adrián Vólkov, un Marine de alto rango multimillonario conocido por su frialdad, sus métodos implacables y su control absoluto sobre quienes entran en su órbita. Su primer encuentro en una gala benéfica es tenso, peligroso, eléctrico. ¿Porque? por que Adrián la observa, la analiza y decide que debe tenerla, aunque ella no quiera. Desde ese momento, Vólkov no solo está en su vida, está en todas partes. Cada intento de Violet por alejarse solo refuerza su obsesión. Pero la presión de Adrián se vuelve insoportable. No le permite desaparecer. No le permite ignorarlo. Si ella no lo acepta por voluntad, él hará que lo necesite. Aunque Alexander, su novio, intenta protegerla, su mundo seguro se ve arruinado por las constantes apariciones de Vólkov. Aunque todo alrededor de Alexander grita estabilidad hay algo que él no hace y Adrian sí, y eso es tomar riesgos. Él ama a VIolet pero no esta dispuesto a luchar por ella por miedo a perderla de manera definitiva, prefiere quedarse en su papel de hombre correcto en lugar de competir con alguien como Adrian. Él cree que el amor basado en respeto y en seguridad, obviamente no comprende la atracción casi destructiva que comienza a crecer en Adrian y Violet y por eso Alexander nunca podra ganarle. Los encuentros entre Violet y Adrián son el vivo fuego prohibido. Ella lo odia por su control, por su arrogancia, por querer convertirla en suya. Pero cuando la atracción se vuelve inevitable, su peor temor se cumple: ya no puede escapar, porque ahora lo desea. Cuando Violet intenta huir definitivamente, Vólkov hace lo impensable. No va a perderla. No puede perderla. Él no negocia. No suplica. Solo toma lo que le pertenece. Sin embargo Alexander la enfrenta, le ruega que reaccione, que no se entregue a un hombre que no conoce el significado del amor. Pero Violet ya está demasiado perdida en su oscuridad. Porque, aunque el mundo vea a Adrián Vólkov como un monstruo, ella ha visto la única grieta en su máscara. El mundo de Adrián ahora es su mundo. Ya no hay regreso Un Amor Que Solo Puede Existir en la Oscuridad y Ella cruza la línea. Su amor no es dulzura. Es posesión, es peligro, es fuego. Pero en medio del caos, Violet se convierte en la única calma de Adrián, La única que su monstruo nunca podrá destruir. ... . . . . El Amo del Poder Ser un General en los Marines no solo me sitúa en la cima del mando; me convierte en el eje central de cada operación decisiva. Mi poder no es negociable, ni discutible. Desde el momento en que entré a este cuerpo, entendí que el control absoluto era la única manera de sobrevivir, y ahora, nadie se atreve a desafiarlo. Hoy, como cualquier otro día, me encontraba supervisando el entrenamiento del nuevo cuerpo de élite. Un grupo seleccionado entre los mejores, pero aún lejos de lo que yo considero perfecto. Mis pasos resonaban contra el concreto, y cada uno de ellos parecía marcar el ritmo del miedo en sus rostros. —Pónganse en fila, ahora —ordené, con un tono que no admitía respuestas. Obedecieron, aunque su ejecución era torpe. Me acerqué a uno de ellos, un hombre con aspecto inseguro que no sabía cómo mantener su postura correctamente. Lo miré directamente a los ojos y dejé que el silencio hiciera el trabajo antes de hablar. —¿Qué clase de basura me han enviado? —solté finalmente, sin levantar la voz. El efecto fue inmediato; el recluta tragó saliva mientras intentaba en vano mantenerse firme. —Esto no es un juego ni un curso de supervivencia —continué, dirigiéndome al resto—. Aquí no hay espacio para errores ni debilidades. Los que no estén dispuestos a enfrentarse a la muerte, tienen la puerta abierta para salir. Ahora decidan: ¿quieren ser soldados de élite o quedarse en la mediocridad? El silencio fue su respuesta, como siempre debía ser. El miedo es útil; les enseña a mantenerse en línea. Y yo no tengo tiempo para lidiar con incompetentes. —General Vólkov —la voz de Kovalenko, mi segundo al mando, interrumpió mis pensamientos. Él siempre sabe cuándo hablar y cuándo quedarse callado. —¿Qué quieres? —pregunté sin mirarlo. —Su secretaria está en el despacho. Dice que es urgente. Es sobre el evento de esta noche. Asentí y le señalé que se encargara de terminar la ronda de entrenamiento. Lo último que quería era perder más tiempo con reclutas que no estaban listos para el verdadero trabajo. Mi despacho estaba tal como debía: organizado, pulcro, controlado. Me gusta que cada objeto esté exactamente en su lugar, igual que las personas bajo mi mando. Allí estaba Ivanna, esperando con un archivo en la mano. Su profesionalismo es una de las razones por las que sigue aquí, pero incluso ella sabe que su posición no es permanente. Todo en mi mundo puede ser reemplazado. —¿Qué es lo que tengo que escuchar ahora? —pregunté mientras tomaba asiento y señalaba el archivo. —Señor Vólkov, aquí están los detalles de la gala de esta noche. El director de la universidad insiste en que usted dé un discurso como benefactor principal. Me permití un leve suspiro. El director siempre insiste en esas formalidades. No entienden que mi presencia ya es suficiente para garantizar el éxito del evento. —¿Algo más? —mi tono cortante la hizo acelerar su respuesta. —Sí, señor. Una de las ganadoras de la beca llamó la atención del comité. Violet Kingsley. El director sugirió que podría interesarle. Violet Kingsley. El nombre era insignificante en este momento, pero algo en él despertó una curiosidad inesperada. No era común que un perfil destacara entre los miles que financio. Revisé el archivo y vi la ficha que correspondía a ella. Talento evidente, enfoque académico sobresaliente, pero lo que realmente captó mi interés fue lo que no estaba en los papeles y eso solo lo pude ver en su mirada de una pequeña foto de su archivo: su fragilidad mezclada con determinación. Era interesante, y lo interesante en mi mundo siempre se convertía en un objetivo. —Quiero verla esta noche —ordené. Ivanna asintió y salió del despacho, dejando que mi mente comenzara a trabajar en la estrategia. Violet Kingsley ahora estaba en mi radar, y cuando algo entra en mi radar, simplemente no hay lugar para la casualidad.Capítulo 1: La GalaLa biblioteca universitaria estaba en completo silencio, apenas interrumpido por el leve pasar de páginas. Violet Kingsley se encontraba absorta en sus notas, rodeada por el confort de los libros y la tranquilidad del espacio. Mientras anotaba algunas ideas en su libreta, una sombra familiar se posó sobre su mesa. Al levantar la mirada, se encontró con Alexander Graves, cuyo uniforme perfectamente planchado y sonrisa cálida iluminaban la habitación.—No podía irme sin verte antes de mi turno —dijo Alexander, dejando un café a su lado con esa consideración que lo caracterizaba.—Siempre tan caballero —respondió Violet, sonriendo mientras cerraba su libro—. ¿Seguro que no estás escapando de alguna reunión aburrida?Alexander soltó una leve risa.—No es eso. Es que quería preguntarte si puedo pasar por ti esta noche para llevarte a la gala. Es un gran día para ti, y quiero estar contigo desde el inicio.Violet alzó las cejas, sorprendida pero agradecida por su gesto.
Capítulo 2: Primer encuentro El sonido de los flashes y el murmullo de voces envolvieron a Violet en cuanto bajó del auto. La alfombra roja conducía hasta la entrada del lujoso salón donde se celebraba la gala de la Fundación Vólkov. Había asistido a eventos universitarios antes, pero esto era diferente. El aire vibraba con el peso de la élite, y los ojos de los periodistas iban de un lado a otro buscando declaraciones interesantes. Una vez que llegaron, el salón era un espectáculo de luces y ni hablar del lujo. Cada rincón irradiaba elegancia, con mesas decoradas en tonos dorados y plateados, y un escenario principal rodeado de flores perfectamente arregladas. Los invitados, vestidos con sus mejores galas, conversaban animadamente mientras la música suave llenaba el ambiente. Por un momento sintió que no estaba bien vestida, quizas el vestido rojo que habia elegido Rachel si iba mas acorde con la ocasión, era mas elegante, mas sexy, mas llamativo, parpadeo varias veces sacando eso
Capitulo 3: AdrianPov AdrianEl salón de la gala brillaba con una opulencia que buscaba impresionar, pero que para mí no era más que un intento mediocre de alcanzar un estándar que nunca lograrían. Los candelabros lanzaban reflejos dorados sobre las mesas cubiertas de manteles impecables, los arreglos florales estaban colocados para transmitir sofisticación, y la música era lo suficientemente discreta para no perturbar las conversaciones pretenciosas de los invitados. Todo estaba diseñado para provocar admiración, pero lo único que realmente importaba era mi presencia. Sin mí, este evento carecería de significado.Caminé con pasos firmes hacia el centro del salón, donde se reunía un grupo compuesto por otros generales, el decano de la universidad y un par de socios potenciales. Cada conversación que sostengo tiene un propósito. No hay palabras desperdiciadas, ni gestos sin intención. Cuando llegué, las miradas se desviaron automáticamente hacia mí, como siempre ocurre. Soy el centro
Capitulo 4: La cenaViolet estaba sentada nuevamente junto a Alexander, pero su mente seguía atrapada en aquel momento con Adrián. Aunque el bullicio del salón parecía volverla al presente, no podía ignorar la sensación que él había dejado en su interior. Era como si sus palabras y su presencia hubieran sembrado una inquietud que no podía comprender del todo.—¿Todo bien? —preguntó Alexander, rompiendo el hilo de sus pensamientos. Ella levantó la vista hacia él, su preocupación estaba reflejada en el azul profundo de sus ojos. Alexander siempre había sido su refugio, su constante, y la mirada tranquilizadora que le dedicaba en ese instante era lo que necesitaba. —Sí, solo estoy cansada. Ha sido una noche… larga —respondió con una sonrisa que trataba de transmitir más seguridad de la que realmente sentía. Alexander le devolvió una sonrisa cálida. —No te preocupes, amor. Pronto podremos irnos. Pero estoy tan orgulloso de ti, ¿lo sabes? Verte subir al escenario… saber que estás logra