«Selene… Mi Selene»—Estoy aquí, Su Majestad —le susurró.Selene dejó la carta sobre la mesita y se acercó a Frederick, le tocó la frente para medir su temperatura, seguía caliente, pero ya no parecía quemar como lo había hecho antes. —Estoy aquí, no voy a irme —le prometió cogiendo su mano y estrechándola entre sus dedos.Frederick se movió inquieto, su corazón estaba agitado ante los recuerdos que situaban a Selene en grave peligro.—Mi Lady, no voy a permitir que algo malo le suceda —murmuró Frederick y frunció el ceño—. No importa si tengo que dar mi vida —añadió con dolor.Selene no pudo evitar que sus lágrimas se derramaran por sus mejillas al escuchar lo que Frederick estaba dispuesto a hacer por ella. Una opresión se formó en su corazón, ¿qué es lo que ella había hecho por él? ¡Nada!, no había hecho nada, lo había estado acusando y desafiando. Había hecho muchas cosas que no debió de hacer, pero era tarde para el arrepentimiento, todo lo que podía hacer, era mejorar las cosa
Henry miró a su madre con cierto resentimiento, quizá era por la bofetada que le había dado, tal vez era porque no le había dejado tener la vida que deseaba y estaba llevándolo a límites que no imaginó llegar tan pronto.—Tienes que ser más listo, Henry —expresó Anabel recomponiéndose. Había perdido la compostura y eso no era digno de la madre del futuro rey de Astor.—Debería dejar que haga las cosas a mi manera, madre, le recuerdo que, sin Frederick, el futuro rey de Astor seré yo y no usted —le señaló.Anabel lo miró con la ceja levantada.—Apenas eres un polluelo, Henry, ¿crees que podrás con todo tú solo? —le preguntó, había cierta ironía en la voz de Anabel—. Date cuenta de lo que acabas de hacer, ni siquiera puedes justificar el motivo de un secuestro, no es Selene tu objetivo, sino Frederick, sin él, todo, absolutamente todo, será tuyo, ¿lo comprendes cariño? ¡¿O quieres que te lo explique con manzanas?! —explotó de nuevo.Henry apretó los dientes, su mandíbula se tensó por la
Selene le agradeció y acudió al lado de Frederick, tomó la esponja y el cuenco para humedecer el resto de su cuerpo.—Terminará empapada —le advirtió Frederick al verla inclinarse sobre su pomposo vestido.—Está bien, Su Majestad —dijo ella.—Lo último que necesitamos, mi Lady, es que usted también caiga enferma, ¿porque no se despoja de su vestido y evitamos que se enfríe? —sugirió Frederick, haciendo que Selene se sonrojara.—¡Su Majestad! —exclamó.—Le prometo no mirar más de lo necesario —dijo, dejando escapar una pequeña risa que le costó una punzada en su costado.Selene tragó, miró su vestido y se dio cuenta de que el ruedo ya se había empapado con el agua que había caído de manera descuidada sobre el piso, lo cual podía hacer su tarea más difícil. Aun así, le pareció poco correcto desnudarse delante del rey así sin más.—No se sienta presionada, fue un error de mi parte hacerle tal propuesta —habló de manera atropellada al ver el semblante de Selene.Ella asintió y no dijo ni
35. ¿Van a enviarnos a la horca?—Mi Lady, venga a mi lado —pidió el rey, mientras ella terminaba de ayudarlo a acostar sobre la cama. Ya había pedido la asistencia del galeno, así que solo quedaba esperar a que el guardia que lo fue a traer llegara con el hombre. —Su Majestad, me haré en la silla y esperaré —contestó Selene y Frederick frunció el ceño. —La quiero a mi lado, mi Lady —insistió y se regocijó internamente, al ver como las mejillas de su prometida se sonrojaron —. No quiero tener que ordenarlo —advirtió con una sonrisa pícara, que dejó a Selene sin palabras. —El doctor llegará en cualquier momento, Su Majestad —susurró; sin embargo, ya estaba sentándose justo a su lado para satisfacción del rey.Frederick dejó un beso sobre el hombro de Selene, luego recostó su cabeza sobre él y cerró los ojos.Selene no se movió, tenía miedo de que, de hacerlo, iba a lastimarlo.—¿Le duele? —preguntó Selene.—Mmmm —ronroneó Frederick, aspirando el aroma de Selene.—Esa no es una respu
Henry no se quedó a comprobar lo que pasó con los bandidos, la caída la había revisado previamente y a su parecer, eran los metros suficientes como para que ninguno quedara vivo y si tenía suerte, los cuerpos se perderían en el mar. De un salto subió a su caballo y abandonó los dos caballos que cargaban el coche, en algún momento alguien llegaría a esa zona y él no quería estar por ahí cerca, además de que debía volver al castillo, junto a su tía y actuar como si nada extraño hubiera pasado. Para su beneficio, el paso en la carretera ya debía estar abierto, si era cierto lo que el campesino le había dicho anteriormente y en tres días habilitaban la mitad del camino, con eso así, llegaría mucho más rápido al castillo. Espoleó el costado de su caballo y emprendió la huida a toda velocidad. Henry se sentía satisfecho con lo que había hecho, con la muerte de los bandidos, nadie podría acusarlo de intentar secuestrar a Selene y de querer asesinar a Frederick. Lo que debía hacer ahora, e
Frederick estaba mucho mejor, pero por ninguna razón había permitido que Selene se fuera de su lado, por lo que, se había quejado de un falso dolor y molestia en su herida. El rey jamás imaginó disfrutar tanto de la compañía y cuidados de su prometida, por lo que, duraba minutos enteros detallando las facciones de la joven, mientras dormía al otro lado de la cama. —Su Majestad, ¿hace mucho despertó? —preguntó Selene al verlo sentado y acomodado contra el respaldo de la cama.—No hace mucho, mi Lady, sin embargo, me preguntaba el motivo de su ausencia —susurró él, palmeando la cama.Selene se sonrojó, sin poder evitarlo, tener a Frederick cerca de ella, siempre suponía una gran tentación en la que ella no había querido caer y no porque no lo deseara, sino porque Frederick necesitaba recuperarse para volver al castillo de Astor. —Fui por un poco de agua, ¿le apetece, Su Majestad? —preguntó con voz temblorosa.Frederick asintió ligeramente, mientras Selene hacía una leve inclinación c
38. ¿Está segura?Selene experimentó un nuevo escalofrío, pero trató de serenarse, estaban al aire libre, ¿qué podía suceder? Los recuerdos de aquella vez en el riachuelo llegaron a su cabeza y el sonrojo fue inevitable, parecía ser que sería su estado actual de ahora en adelante.—De nuevo solos —susurró él sonriendo.Selene se acomodó en la silla, buscó varios títulos interesantes en los libros que estaban en la cesta.—¿Algo en especial que desee leer, Su Majestad? —preguntó, tomando tres libros que para ella parecían perfectos.—¿Qué libro le gustaría a usted leer? —le cuestionó él en respuesta.—No se trata de mí, Su Majestad, pero sí de usted —respondió con modestia.Frederick colocó su mano sobre los dedos de Selene, los que se aferraban a uno de los libros que Selene estaba sacando de la cesta, para que él escogiera. —¿Está seguro de que quiere leerlo?, Su Majestad —preguntó con una ligera sonrisa en los labios.—No.El semblante de Selene cambió de inmediato y estuvo
Samantha de Astor desafío las órdenes de su madre y contra toda buena conducta, se acercó a Henry, dejó que su trágica historia le diera un espacio en su corazón.—Quisiera que estos efímeros minutos se hicieran eternos, Su Alteza —murmuró Henry, viendo en dirección a la ventana, pero sin verla.—Su Alteza… —Sé que no es posible —le interrumpió Henry—, he estado tan solo, pero tengo que aceptar mi destino, no quiero que tenga problemas con la Reina Madre, mucho menos con Su Majestad, volveré a mi recámara y perdone el tiempo que le he robado —dijo en un tono tan conmovedor, que Samantha no tuvo duda de su tristeza y dolor.—Espéreme todos los días aquí, Su Alteza, le haré compañía, aunque solo serán efímeros momentos —ofreció, incapaz de detener su lengua.Henry inclinó la cabeza en señal de aceptación.—Viviré por esos momentos, Su Alteza —aseguró Henry.Samantha le regaló una corta, pero sincera sonrisa antes de girarse y abandonar la seguridad de la columna, apareciendo de nuevo a