—¿El rey pidió algo? —preguntó Selene, completamente confundida, pues apenas en la noche había decidido ir a la boutique y no comprendía lo que pasaba. —Así es, Mi Lady. Muy temprano en la mañana, el rey envió a uno de los sirvientes con sus requerimientos —le explicó el hombre y Selene solo pudo asentir —. Por acá —dijo y les señaló a las dos mujeres el camino al interior. Selene estaba sorprendida, jamás imaginó que, en un pueblo pequeño fuera a encontrar un lugar como ese, de hecho, podía arriesgarse a pensar en que ese era el negocio más grande e influyente del pueblo y eso le agradó, pues lo que se veía exhibido era más que llamativo y hermoso. —Mi Lady, ¿desea ver algo en especial? —preguntó el hombre y ella lo miró expectante. —Creí que me mostraría lo que solicitó el rey —aclaró Selene y el hombre rio. —Eso puede esperar, primero escoja lo que le llame la atención y después pasamos al encargo especial del rey, Mi Lady —contestó el hombre. —Está bien. Quisiera ver los ves
Selene se sentía totalmente nublada por la pasión que destilaba de los labios del rey y que parecía ahogarla en una bruma de deseo. Su cuerpo ardía ante cada roce, pero era como si quisiera quemarse en ese infierno especial, pues quería mucho más. Sin embargo, un sonido lejano la trajo de vuelta a la realidad, la forma en la que un chorro abundante de agua caía, le recordó su petición previamente hecha en el carruaje y se alejó de su prometido con la respiración agitada y las mejillas encendidas. —Lo siento, Mi Lady —se disculpó Frederick al ver que se había dejado llevar por la pasión que Selene despertaba en su interior —. Prometí respetarla y esto no puede pasar —dijo, pero Selene no refutó, aunque tampoco le dio la razón, pues para llegar a un momento como ese, los dos habían sido partícipes activos, por lo que, ambos eran culpables, pero ella no se sentía mal por el beso, sino por la disculpa del rey. —Su Majestad, será mejor que vaya a mi recámara a arreglarme. Llegué agotada
Selene se sintió arrastrada por aquel beso, sus manos rodearon el cuello de Frederick y sus dedos se enredaron en sus cortos cabellos, presionando su cuerpo al fuerte y vigoroso cuerpo masculino del rey.La pasión estalló ante aquel acto, Frederick no soportó más y deslizó sus manos sobre las redondas nalgas de Selene, presionando su cadera contra la suya, para luego elevarla en sus manos, haciendo que la joven atrapara su cintura con las piernas, al tiempo que emitió un gemido, que fue como combustible en el fuego del rey.El contacto entre sus cuerpos fue abrumador para ambos, Selene sintió cómo algo duro se frotaba contra su intimidad, haciéndola temblar y desear más de aquel contacto entre los dos. Frederick no podía apartarse de la boca de Selene, caminó con ella, tropezando un par de veces con la ropa tirada en el piso hasta llegar a la cama, donde depositó el cuerpo de Selene con sumo cuidado, provocando la indeseada separación. Sus ojos se encontraron, mientras sus pechos su
«Mi amor»Esas dos sencillas palabras sorprendieron a Frederick, pues las sintió tan reales y naturales, que lo tomaron por sorpresa, pero no se arrepintió de haberlas dicho. Por otro lado, Selene no estaba en mejores condiciones, porque no imaginó escuchar que el rey se refiriera a ella de esa forma y una ola tibia calentó su corazón. Los ojos de Selene se llenaron de lágrimas, pero a diferencia de las que habían abandonado sus ojos hace un momento, estas eran de felicidad. —¿Mi amor? —preguntó con timidez y Frederick sonrió. —No sé cuándo, no sé cómo, pero solo sé, que no quiero a ninguna otra mujer a mi lado. De alguna forma, usted se ha metido profundamente en mi mente y acá —dijo Frederick y señaló su pecho. Selene sonrió y con timidez colocó su mano sobre el pecho de Frederick, notando los latidos alocados de su corazón, ella no fue capaz de emitir palabra alguna. No tenía mucho que decir o más bien, no encontraba las palabras correctas a pronunciar, por lo que estiró su ros
Frederick necesitaba acelerar con urgencia la boda real y escaparse para casarse en cualquier capilla o iglesia de pueblo, no era una opción, pues donde se llegara a filtrar esa información, los comentarios malintencionados de los súbditos del reino, solamente recaerían sobre Selene. El rey soltó el aire con pesadez y decidió dejar de pensar en eso por un momento, a su lado reposaba tranquila su prometida y la visión era lo más especial que podía haber imaginado. Las mejillas sonrosadas, el cabello despeinado y suelto, la curva de la cintura y sus caderas desnudas junto a su pierna, solo lograron hacer que su cuerpo reaccionara, pero debía controlarse; Selene no estaba acostumbrada, su cuerpo aún estaba conociendo nuevas sensaciones y él sabía que después iba a estar resentida por la actividad hecha, además, no debía olvidar que no habían comido nada desde la tarde anterior. Con cuidado, Frederick movió el cuerpo de Selene de encima de él y la dejó descansar más tiempo, mientras él
—Por favor, mi señor —susurró Selene sobre sus labios y él no pudo negarse. Tomó los labios de su prometida y se fundió en un apasionado beso que calentó todas y cada una de sus terminaciones nerviosas, el frío desapareció y en su lugar, dejó una caldera ardiente. Como si fuera una jugarreta del destino a su favor, el aguacero se intensificó, los sonidos de todo lo que hubiese afuera se vieron opacados por el ruido intenso de las gotas cayendo sobre el techo y las ventanas del carruaje. Frederick metió su mano por debajo de la falda de Selene, el solo contacto con la tersa piel de su prometida le hizo gruñir y ella gimió ante tan anhelado tacto. Selene se movió lento y abrió sus piernas dando acceso a esa mano, que por donde pasaba, era como fuego. —Selene… —susurró el rey, intentando controlar el deseo y esperando a que ella le pidiera detenerse, pues no estaban en el mejor lugar. —Shhhh —lo calló ella, poniendo un dedo sobre sus labios y mordiendo su labio. Con su mirada le hiz
Selene estaba tensa, sentía como si con solo mirarla, los demás supieran su secreto y quiso dar la media vuelta y salir corriendo de regreso al carruaje. Frederick sintió el peso de la mano de Selene sobre la de él, por lo que giró su cabeza con suavidad y se encontró con los ojos asustados de su prometida. —¿Lo sabe? —preguntó Selene con sus labios, sin emitir sonido alguno. Frederick no entendió la pregunta, por lo que, se quedó mirándola unos segundos hasta que comprendió lo que ella imaginaba que la reina pensaba e inmediatamente negó suave. —No, tranquila —contestó de la misma forma en la que ella lo había hecho. La tranquilidad volvió a la mente y al cuerpo de Selene, aunque la curiosidad por saber a lo que se referían la reina y el rey, fue algo contra lo que tuvo que luchar, pues no podía ponerse a preguntar, ni mucho menos, querer ser parte de la conversación. Un carraspeo la sacó de sus pensamientos. —¿No me presentarás a tu prometida? —preguntó Sam y Selene rio suave,
—¿Qué es esto? —preguntó Frederick conteniendo la rabia que sentía en ese momento. —Su Majestad, lo siento… —contestó el hombre asustadizo —. Un hombre con el traje de la Guardia Real y con una carta con su sello fue por los bandidos que los atacaron a usted y a su prometida, todo parecía estar en orden y mis hombres no dudaron en seguir las órdenes escritas, pensamos que fue obra suya.La Reina Madre se levantó como si fuera impulsada por una fuerza mayor.—¿Cómo que has sufrido un ataque? —cuestionó de inmediato.Frederick torció el gesto, se había olvidado por completo de que su madre no había sido notificada, de hecho, nadie en el palacio lo sabía, excepto las autoridades, Selene y sus hombres que prometieron no decir nada sobre el ataque y, por supuesto, el autor intelectual del rapto de Selene. Sus ojos no pudieron evitar buscar a Henry, El duque de Astor no parecía tan tranquilo y algo en su interior le gritaba que era él el responsable, lamentablemente, no había pruebas en s