Capítulo 32

Amaya

—Okiro! —gritó mi padre en la mañana siguiente.

Me levanté apresurada y sin querer me enredé en las sábanas, a tal punto que caí de boca y me golpeé la frente con el piso. Escuché una risita, al voltear, Dai estaba en su salsa, feliz de ver mi tragedia volviéndose una terrible realidad.

—¿Qué es lo que pasa? —pregunté con el corazón acelerado para que no vieran debajo de la almohada el Kindle.

El iPad la había guardado bien, pero me quedé dormida y tenté al diablo, solo que no fue más rápida de lo que debía.

—te dije que harías entrenamientos en el Dojo, así que alístate, volverás a practicar de cero para calentar tus músculos, necesitas algo de actividad muscular.

No le perdía razón, as&ia

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