AlessioReunir información acerca de todo lo que me había soltado Paola había sido un infierno, pero las pruebas de que mi hermano había hecho cosas malas estaban ahí, cual flor en primavera, exhibiéndose por completo. No solo mantenía una relación de placer y trabajo con ella, sino que tendía a tener ciertas tendencias desviadas en las que buscaban mujeres jóvenes para jugar.¿Lo peor de todo esto?Es que tuve una fuerte discusión con Massimo porque no se me pasaron por altos sus reacciones sobre el tema. Los tres fuimos criados juntos, como hermanos, como mejores amigos, pero como mi hermano era mayor, al crecer fue perdiendo el interés de salir con unos niños, sino que comenzó a codearse con gente de su edad, con gente a fin y sus gustos cambiaron.Lo que era lógico y que solía suceder, era lo óptimo, lo m&a
Alessio—Ven —le dije—. ¿Cómo sabes de ese sitio?—Por las paredes, la forma de la cama, hasta son las mismas malditas sábanas… Ahí llevaban a las mujeres que iban a comerciar, a las puras para que fuesen entrenadas —expresó con dolor—. El problema es que los que me tenían secuestrada, decían que eran demasiado blandos y que lo mejor es que ellos mismos nos entrenasen poque no nos daban la disciplina necesaria, realmente requerida por todos… Es tan… Es tan raro verlo esto…Ella se calló enseguida y miró bien las imágenes, de una forma que a mí no se me hubiese ocurrido mirar, entonces buscó una maldita lupa y comenzó a revisar bien todo y levantó la cabeza, de la nada y me miró con una calma fantasmal.—Este no es nuestro hermano —dijo con seguridad—.
AmayaUna loca me intentó matar.Lo hizo a pedido de alguien y no me quedaba duda alguna que era alguien de mi familia paterna, eso solo me dejaba con tres opciones claras, la esposa de mi padre, mi hermana Dai o mi hermana Ima.Cualquiera de las tres, o las tres, era una mala noticia para mí, una noticia por completo terrible que hace que todo cobre un sentido horroroso, más desde el aviso de mi tía y lo que dijo mi hermano. Fue como si las piezas del rompecabeza calzaran para decirme lo malo que era todo.Confórmate con saber que te quieren muerta, y que tu adversario es mucho más grande y temerario, uno que no va a necesitar armas para destruirte, pequeña bastarda.Ese había sido el mensaje, ese había sido el punto más álgido de todos, uno que me dejó pensando por horas, después de intentar calmar a un niño que hab&
AmayaDuré ahí horas más que suficientes hasta que me agoté y cuando iba de camino a dormir, un llanto desgarrador me puso alerta por lo que corrí directamente a la habitación que habían dispuesto para Ulises. Fui tan rápida que llegué para ver cómo el niño se sacudía a gritos, a lágrima viva sobre la cama, así que fui directamente a abrazarlo y cuando despertó, sentí la sensación más mala y desgarradora del mundo, sentí que nunca había conocido algo malo hasta ese momento.—Ya, cariño, ya… —le susurré con cariño en el idioma que manejaba.—Quiero a mi mamita, quiero a mi mamá…Sus peticiones me hicieron llorar de impotencia, entonces Alessio entró a la habitación, Gemma vio a escena con devastación
AlessioEscuchar las palabras de Amaya fueron como un golpe en todo el plexo solar, fueron duras, fueron crueles, pero fueron muy ciertas. Y eso me tenía muy conflictuado conmigo mismo ya que si Ulises resultaba ser hijo de mi hermano, no lo vería igual que antes, no lo vería de la misma forma por dos hechos concretos: parte de lo que dijo Paola era cierto, cabía la remota posibilidad de que la mentira tuviera patas cortas y si hubiese estado involucrado con el sitio donde estaba Gemma los primeros días de su secuestro.Eso me hacía dudar mucho, algo como lo que mi hermana tenía muchos problemas, más que todo porque era todo un caos, todo un compendio de situaciones abstractas en las que quedaba como el malo. A mí lo que realmente me molestaba de todo este enredo, era que ella salió lastimada y si eso significa que nuestro hermano estuvo involucrado, p
AlessioNueva York era una ciudad que me gustaba, el clima era de mis preferidos y era tan grande, que te podías perder sin problemas, lo que para mí servía porque de vez en cuando me perdía en sus calles, sin escoltas, sin nadie más que yo mismo contra el mundo, sumergido en un mal de canto, en un mar de paz que el bullicio me daría siempre.Era otro mundo, era otro camino, era algo que no podía hacer luego de mi movimiento militar osado. Pero válido que gracias a Dios Dante no cuestionó, sino que ayudó a controlar para ser un supervisor directo de todas las situaciones. Era un poco cansado, mucho, para ser honesto, sim embargo era lo que era y no podía desaprovechar la oportunidad, una de otro que no podía tirar de lado.—¿Habías venido antes? —le pregunté a Amaya que aún seguía seria.—No —a
AmayaLuego de esa entrada toda emblemática del capo del clan de la camorra del este, entramos a la espléndida casa que para mí era un sueño. Estaba ubicada como en un bosquecillo, en un sitio privado, privilegiado y tenía todo lo que pudiese imaginar, sin embargo, la calidez que ahí habitaba era increíble, sobre todo porque el capo de la Cosa Nostra era todo un caballero que atendía a su mujer con mucho cariño, era muy atento y no dejaba nada por sentado. Era hermoso verlos en pleno estado natural.—Parece que le gusta más la máscara dorada —dijo Dante, el capo de la Cosa Nostra.Me di cuenta de que la niña veía a mi marido con el ceño fruncido, entonces recordé una conversación que tuve con él, una en donde le aconsejaba simplemente ser él, quitarse la máscara y mostrarse al mundo cual era. Él
Amaya—Dijo que no estaba hecha para ti distracción, hombre —comentó y luego me miró con una sonrisa—. Hablas japonés como una nativa.—Bueno, es una de las cosas que podría agradecerle a mi padre, que pagara las escuelas de idiomas —dije con calma y de forma muy, pero muy sincera.—Tendría algo de lógica, después de todo, te tuvo oculta, lo mínimo que podría hacer era enseñarte algo de sus costumbres más sagradas —apostó el y me puse tensa, pero decidí tomarlo por lo que era—. Aunque entiendo por qué lo hizo, porque nos privó de pedir tu mano en matrimonio, mientras que embaucó a este tonto.—Giorflavio —le regañó Alissa—. No seas más imprudente, por favor.—No es ninguna imprudencia —les dije como sím