La intención es lo que cuenta o al menos eso dicen por ahí cuando se agradece el esfuerzo por algo y no se consigue. Yo le agradecí a mi mente el haber trabajado en cómo sería mi cita y el lugar a donde me llevaría Esteban.
Todo eso quedó en suposiciones. Realmente el lugar jamás lo hubiera imaginado, y ¿Quién me culparía? Alguien instaló una casa a las afueras de la ciudad, muy cerca de la carretera. Un lugar que nadie pensaría en visitar al menos que estuviera loco. Los guardias me recogieron en la zona que se me indicó. No llegó ninguna limusina esta vez. Llegó un carro común por así decirle al hermoso Jetta plateado. Lo digo de este modo porque no se comparaba con el primer auto pero sin duda era hermoso. Se bajaron dos hombres, entre ellos el calvo que me dió su tarjeta y cuyo nombre era confidencial. Me pidió referirme a él como "R2" A mí gusto era difícil e incluso irrespetuoso hacerlo, así que mejor me dirija a él como "tú", fue más práctico para mí. Al bajar del auto se apresuraron a mí ubicación y de inmediato me pidieron descender. Yo hice caso pues no quería hacerlos enojar. —Sube al auto por favor.—Me dijo apenas iba bajando y con mucha prisa. Ni siquiera un saludo me dieron.—El conductor te llevará hasta allá. —¿No será mejor si voy en mi auto?—Pregunté noblemente. Mi intención no era dar molestias.—Puedo seguirlos si ustedes gustan. —No señorita, su carro no puede ingresar a donde vamos.—Me respondió tan a prisa como si les urgiera irse de ahí.—Nosotros la llevaremos a su cita. —¿Cómo voy a dejar mi carro aquí?—En esta ocasión si tuve que poner resistencia.—No es una zona segura. El hombre me miró, seguramente fue porque no le gustaba sentirse retado y yo lo estaba haciendo al desobedecer. Me miró con un poco de compasión pues entendió que mi preocupación era justificada. No es como que yo pudiera conseguir un auto a cada instante. —No se preocupe.—Me dijo aún retandome con la mirada.—Somos el gobierno. Le prometo que cualquier cosa que le pasa a su carro, nosotros nos haremos responsables. Nuevamente me dejó muda con ese argumento. Yo no comprendía del todo sus alcances pero era lógico creer que podrían tener el control de una situación así. Sin más quejas tomé mi bolsa y subí al jeta. Los hombres tomaron una fotos a mi auto y subieron detrás de mí. El chófer de inmediato avanzó. La seriedad se había apoderado del vehículo y eso me estresaba un poco. No sabía si bajar el vidrio, hablar para romper el hielo o simplemente quedarme quieta esperando llegar a nuestro destino. Me sentía muy incómoda con eso. El carro dió vuelta en plena carretera, se metió entre la maleza como si ahí hubiera un camino, cosa que no era real. Avanzó entre algunos árboles hasta incorporarse en un tramo que estaba recto y ya no rocoso. Fueron unos minutos angustiantes. Era como si estuviera yendo a un secuestro o a alguna aventura loca de la preparatoria. De esas que ocurren cuando hay mucho alcohol de por medio y la valentía hace su aparición. Avanzamos unos cuantos metros alumbrados únicamente con las luces del carro, después de eso pude ver como unas lámparas estaban incrustadas en el suelo ayudando al paisaje. A lo lejos también ví una gran casa a la que nos acercamos. Era como una de las que se encuentran en una granja pero se veía muy elegante. El auto se acercó lo más que pudo a esa zona. Se detuvo y varios hombres de seguridad que estaban ahí se acercaron para corroborar que ahí estábamos, después de hacerlo abrieron las puertas y me ayudaron a bajar. —Buenas noches señorita.—Me saludó uno de ellos.—El señor presidente la está esperando. Me tomó de la mano para ayudarme a bajar, agradecí esa primera atención por parte de sus hombres. Me ayudó a sentirme más tranquila después de todo eso. Me llevaron a la parte de atrás de la casa, ahí donde había una hermosa mesa con una decoración tanto en ella como en su alrededor. Sería una cena al aire libre, iluminada por varias hermosas farolas y rodeada de flores de muchos tipos. Ahí me llevaron y con la misma educación arrimaron la silla para que me sentara. A un costado estaba un hombre de cuarenta años vestido muy elegante, me había estado esperando. En cuanto me senté, este señor comenzó a ofrecerme sus servicios. —Tenga muy linda noche señorita. Mi nombre es Héctor y estaré aquí para lo que necesite.—Comenzó con su presentación como en cualquier restaurante se hacia.—Me permito ofrecerle este vino de entrada. Hay un poco de todo así que puede pedir con confianza. —Para empezar estaría bien un poco de agua por favor.—No me quise ver tan desesperada y además aún seguía sorprendida por todo aquello. El ambiente se puso un poco mejor cuando un violinista se colocó a una distancia cercana para deleitarme con su obra. Se quedó a algunos metros para no invadir mi privacidad pero fue suficiente para escuchar la melodía. El servicio también fue muy bueno. Mi vaso con agua llegó antes de lo que imaginaba. Era un agua con tanta dulzura como la que nunca había probado. Incluso dudé si era agua de la que bebía comúnmente.Me quedé sola en la mesa algunos minutos. Tiempo que me sirvió para reflexionar sobre lo que hacía ahí. Miraba por todos lados contemplando el lugar. Me sorprendió que no hiciera tanto frío, estando en el bosque sería lo normal. Pero al analizar de manera visual pude ver que había calefacción por todos lados. Sin duda pensaron en todo para instalarse ahí. Después de ver ese detalle, giré a mi cabeza hacia la izquierda porque los guardias se movieron hacia esa dirección. Intuí que el presidente estaba por llegar y esa era la dirección en la que le vería llegar. A los pocos segundos corroboré que era él, venía llegando de la misma dirección por la que yo llegué minutos antes. Se bajó de su carro y camino hacia mi. —¡Hola hermosa Miriam, qué bueno que veniste!—Me saludó muy cordialmente en cuanto llegó.—Gracias por estar aquí el día de hoy. Tomó mi mano dándole un beso como todo un caballero. Algo que sin duda hablaba bien de él. Se sentó en la otra silla quedando justo enfrente de
Al llegar a casa creí que nada podía ser más raro. Eran las 23:00 y mi madre estaba despierta esperándome.—Hola hija ¿Cómo estás?—Desde que la ví supe que algo había pasado. Ese tono que usó, me lo corroboró.—Bien má, salí con unas amigas.—Le dije ya un poco preocupada.Mi madre tenía una mirada que le delató el llanto reciente. Estaba en su pijama y con pantuflas. Algo muy inusual en ella pues dormía casi siempre sin ropa y desde temprano.—¿Qué pasó mamá?—Pregunté ya muy preocupada.—Es tu padre.—Me dijo rompiendo en llanto nuevamente.—Se comunicó conmigo.—Bueno pues ya era hora que ese señor diera la cara.—A mi no me pareció tan grave el hecho de recibir una llamada de mi padre. Llevaba tiempo sin saber nada de él y no me importaba ya, pero a mi madre por alguna razón le había afectado.—No se por qué aún te pones mal por él.—No seas dura hija.—Ella siempre lo defendía.—Sabes que el trabajo de tu padre siempre ha sido demandante.Mi padre, Martin Lírica. Un hombre que según tení
Con su silencio me puse ansiosa, tal vez la cosa importante que tenía por decir se le dificultaba tanto que no podía conectar ideas. Aunque yo ya sabía lo que me diría, traté de saber más con una simple pregunta.—¿Qué es esa cosa tan importante?—Dije con un tono desesperado por saber.—Escucha Míriam. Mi vida no ha sido facil y quizá nunca lo vas a entender.—En ese momento desapareció el sentimiento en su voz y lo cambió por un tono más serio.—Mi error fue dejarme llevar por mi profesión, era joven y tenía una familia que mantener...—Y una familia que abandonar.—Interrumpí bruscamente su conversación.—Hija por favor, solo escúchame.—Ahora el desesperado era él.—No tengo mucho tiempo para hablar.—Nunca lo has tenido, eso ya es costumbre en tí.Mi soberbia estaba siendo demasiada, no le permitía hablar y mi madre se percató de eso. Se acercó a mi para tomarme del brazo y suplicarme que dejara los reclamos y pudiera hablar con él en paz.Hice muecas de insatisfacción pero le hice cas
"Roberto, ¿Qué haces aquí?Le pregunté tres veces pero no me respondió. Él solo entró para besarme contra mi voluntad. No me pude resistir, caí ante sus besos como cuando fuimos novios."Espera, yo no puedo hacer esto. Tengo novio y no le puedo fallar"Le dije mientras recordaba lo mío con Esteban. Lo lancé fuerte contra la puerta pues él seguía de impertinente tratando de agarrarme. "Por favor suéltame, él no tarda en llegar"En ese escenario yo estaba esperando en mi casa muy tranquila al que era mi novio. Nunca conté con que un ex amor llegaría a la casa y me besaría. No tenía el control de mis cinco sentidos, era un sueño que me tenía sumido en él.Como si yo misma hubiera invocado su aparición, llegó Esteban rodeado por su escolta pero solo él pasó. Entró para hacerme un escena de celos mirando como otro hombre estaba en mi casa y me besaba.Yo no pude decir nada, al poco rato Roberto estaba muy cómodo en mi casa, si, él estaba mirando la tele como si viviera ahí.El aclamado pre
Pasamos los siguientes minutos de una manera increíble. Conversamos de mi trabajo, de algunos chismes y todo muy normal. Después de eso no pude evitar ver en sus ojos que no estaba tan bien como intentaba disimular. No quería preguntarle pues sabía que al hacerlo ella rompería en llanto y toda nuestra tranquila mañana iba a terminar.Me aguanté lo más que pude pero al final supe que debíamos hablar de eso por mucho que lo quisiéramos evitar.—Mamá, ¿Está todo bien?—Bajé un poco de voz para hacerlo con tacto.—Si hija ¿Por qué no lo estaría?—Me preguntó como si de alguna forma no conociera sus sentimientos.Tomé su mano para seguir la conversación.—Está bien si hablamos de lo ocurrido. ¿Cómo te sientes?Me volteó a ver muy fijamente, por más que quería resistir ya no pudo y se soltó en llanto. Traté de tranquilizarla pero no pude, en ese momento caí en realidad de lo que pasaba y me sentí mal.Mi madre hizo lo que no quería ver pero que era inevitable. Lloró como nunca antes, sacó su
Las presiones de este puesto son demasiadas. Desde que llegué, no me he encontrado con otra cosa que no sean problemas que dejó el antiguo gobernante.Creí que la peor estapa la había pasado cuando dejé la gubernatura del estado para lanzarme como presidente.Las elecciones fueron muy cerradas, las personas ya no creen en este partido y me tocó tratar de solucionar eso.Ellos lo dicen como si fuera tan fácil. Apenas y quedé electo y fue gracias a mi carisma y personalidad. Cosa que no se logra con sus absurdas campañas o con los discursos que me hacen prometer… peor aún, que pretenden que se me olvide.Ellos creen que uno puede llegar y bajar el cielo a los ciudadanos. Ya que te entregan sus votos, se vuelven un cero y uno se debe preocupar por otras cosas.Aunque soy el máximo líder del país, hay gente detrás de mi diciéndome que hacer y aunque si tengo poder, también soy la cara que recibe los aplausos y las críticas. En estos últimos meses he recibido muchas de la segunda.Casi no
Me relajé un momento entre esos recuerdos, una etapa de mi vida en la que solo tenía que vivirla sin preocupaciones. Extraño esa tranquilidad aunque por nada del mundo cambiaría lo que soy ahora. Esta estabilidad y comodidad son lo único que me hace sentir vivo e importante. Es una gran etapa y sin importar los problemas me gustaría seguir. Con esa nueva reformación mental, me dirigí a la junta que yo mismo había convocado. Ser presidente te hace estar a cargo de varias operaciones y tener varias personas a cargo. Sus consejos muchas veces no hacen más que confundirte. Es divertido porque entre ellos pelean por saber quién tiene la razón, pero lo más maravilloso de todo es que yo tengo la última palabra… al menos en esas reuniones. Por suerte la sala de juntas estaba en el mismo lugar que mi trabajo cotidiano. Ya me estaba cansado de viajar tanto. Entré y la mayoría ya estaban ahí, solo me estaban esperando para comenzar. Al verme entrar se pusieron nerviosos y no me quitaron la m
El resto de los integrantes de aquella reunión me miraron acomplejados. Yo estaba dando marcha atrás en lo que para ellos era el logro del siglo y no se iban a quedar así.—Señor es de suma importancia que recuerde bien.—Continuaron el acoso hacia mí.—Debe estar seguro porque si es ella, tendremos una ventaja.—Asi es señor, aunque sea mínima la posibilidad necesita estar seguro.No iba a delatar mi amor de juventud por ella y mucho menos a decir que me había rechazado. Por eso quise dejar el tema atrás aunque ellos tenían razón. Era un enlace muy importante.—No recuerdo bien.—Continúe para safarme de aquello.—Pero les prometo que haré memoria y buscaré alguna foto de la prepa para estar seguro.—Eso lo necesitamos saber ahora señor.—Estaban insistiendo mucho al respecto.—Debemos buscar un dato ahora. En la computadora seguro habrá algo. O quizá su apellido, no es muy común ¿No le suena de algo?El ministro había sido astuto como siempre. Había dado en el clavo respeto al punto que m