Me salió mi parte crítica de belleza, opiné sobre su look el cual para mi se veía un poco anticuado aunque muy formal. La luz y los efectos de televisión le sentaban muy bien aunque en persona no se veía nada mal.
Luego imaginé el estrés que debería sentir en su puesto político y me visualicé a su lado, dándole apoyo emocional por ello. Me fuí aún más a lo que la imaginación seduce cuando hay una idea con varias puntas por explorar. Me ví a mi misma saliendo en la televisión como la primera dama, aunque también con mis propias actividades. Quizá no políticas si no humanitarias. Algún papel necesitaría jugar pues no me la iba pasar de mantenida permitiendo que la gente hablara mal de mi. Desperté de mi fumada historia cuando el programa de concursos regresó a la acción. Sin quererlo me estaba pegando demasiado esa situación. Apenas lo podía creer, tendría una cena con el presidente quien resultaba ser algo así como un ex que no me había superado. Con todo eso en mi mente reaccioné para decirme algo muy importante que se me había pasado. "¡Qué distraída, no contacté a su trabajador para confirmar la cena" Corrí rápidamente a mi habitación para buscar la tarjeta que me dió. Me volví loca en ese momento, aunque sabía donde la había guardado. El terror y las prisas se apoderaron de mi así que estaba nerviosa. Fuí a mi cajonera, la guardé en el primer cajón en la orilla. Respiré profundamente en el momento que la sentí con mis dedos y aún más cuando mis ojos la vieron. De inmediato saqué mi celular para guardar el número y hacer la llamada. Después de eso llamé esperando la respuesta y seguir confirmado que no era una broma. El teléfono sonó hasta que me envió a buzón. Esos me hizo molestar un poco pero insistí llamando nuevamente. —Diga...—En esta ocasión si me respondieron. Aunque con una voz muy seria y seca. —Hola buen día.—Quise verme muy educada al hablar.—Soy Miriam, ayer visité la casa del presidente y me pidieron lla... —Se quien eres. No digas más.—Me respondió muy misterioso. —¿Decidiste ir a la cena? —Si señor, estaré ahí esta noche.—Dije sintiéndome un poco tímida. —Muy bien. Alístate que pronto llegará alguien por ti.—Su tono de voz era muy rudo, como si fuera requisito serlo.—En cinco minutos te enviaré una ubicación a dónde debes ir para que te recojan. —¿No será en mi casa?—Pregunté tontamente pues ya conocía la respuesta de aquello. —No, el procedimiento así lo indica. Esto es por muchas razones. Se soltó a decirme rápidamente cuando yo ya lo había comprendido. Solo me puse nerviosa con la llamada. Es un protocolo muy avanzado, además no esperaría que una limosina presidencial llegara a mi vecindario. —Si...entiendo.—Respondí con tono de fastidio al escuchar su sermón. —Bueno entonces es un hecho. Quédate al pendiente para recibir la ubicación. Me colgó el sujeto. Fue muy frío al hacerlo, o quizá yo estaba acostumbrada a la cordialidad de por lo menos decir "hasta luego" Eso me dejó más molesta que satisfecha pero lo pasé por alto. Me quedé inmóvil ahí hasta que pasaron los cinco minutos y recibí la ubicación. Necesitaba eso para saber hasta dónde me tendría que ir y cuánto tiempo me llevaría llegar. Fue muy puntual en hacerlo, tardó exactamente 4.59 minutos en llegar la ubicación de un número desconocido. Abrí de inmediato el mensaje de texto y seguí el enlace que ahí venía. Abrió en mi celular la aplicación del mapa y pude ver que estaba muy lejos de ahí. Por una parte me agradó pues así haría tiempo hasta llegar a la cita. Por otra parte me molestó el hecho de tener que trasladarme hasta ese desconocido lugar. Estaba casi a las afueras de la ciudad y eso ya es mucho decir para mí. ¿De verdad esto será así de misterioso por siempre? Me preguntaba como reproche. Sin importar eso, era una oportunidad que no iba a dejar pasar así que no le dí más vueltas para comenzar a mirar el como irme. Quería mucho mi carro, pero en ese momento comencé a notar que quizá no sería tan lujoso como lo ameritaba. Consideré la opción de rentar uno para verme más elegante y exitosa. Pero pensé que no me la pasaría mintiendo o rentando siempre, así que decidí ir en mi Honda fit para allá. Con todo listo y con la hora por llegar, salí de casa para dirigirme hasta ahí. Quizá llegaría un poco antes, pero preferí esperar ahí que en la casa. Salí y me subí al carro. Puse la música que me gustaba, instalé el celular para irme guiando con el mapa y arranqué hacia el que sería mi nuevo destino. Claro que iba muy nerviosa y aún desconfiaba de lo que pasaría ahí, pero traté de pensar lo más positivo que pude para disfrutar y no echar a perder está maravillosa oportunidad en mi vida. Mi madre, quien era la persona con la que vivía, no estaba en casa así que solo le envié un mensaje avisándole que saldría ocultando claro, mi gran aventura.La intención es lo que cuenta o al menos eso dicen por ahí cuando se agradece el esfuerzo por algo y no se consigue. Yo le agradecí a mi mente el haber trabajado en cómo sería mi cita y el lugar a donde me llevaría Esteban. Todo eso quedó en suposiciones. Realmente el lugar jamás lo hubiera imaginado, y ¿Quién me culparía? Alguien instaló una casa a las afueras de la ciudad, muy cerca de la carretera. Un lugar que nadie pensaría en visitar al menos que estuviera loco. Los guardias me recogieron en la zona que se me indicó. No llegó ninguna limusina esta vez. Llegó un carro común por así decirle al hermoso Jetta plateado. Lo digo de este modo porque no se comparaba con el primer auto pero sin duda era hermoso. Se bajaron dos hombres, entre ellos el calvo que me dió su tarjeta y cuyo nombre era confidencial. Me pidió referirme a él como "R2" A mí gusto era difícil e incluso irrespetuoso hacerlo, así que mejor me dirija a él como "tú", fue más práctico para mí. Al bajar del auto se
Me quedé sola en la mesa algunos minutos. Tiempo que me sirvió para reflexionar sobre lo que hacía ahí. Miraba por todos lados contemplando el lugar. Me sorprendió que no hiciera tanto frío, estando en el bosque sería lo normal. Pero al analizar de manera visual pude ver que había calefacción por todos lados. Sin duda pensaron en todo para instalarse ahí. Después de ver ese detalle, giré a mi cabeza hacia la izquierda porque los guardias se movieron hacia esa dirección. Intuí que el presidente estaba por llegar y esa era la dirección en la que le vería llegar. A los pocos segundos corroboré que era él, venía llegando de la misma dirección por la que yo llegué minutos antes. Se bajó de su carro y camino hacia mi. —¡Hola hermosa Miriam, qué bueno que veniste!—Me saludó muy cordialmente en cuanto llegó.—Gracias por estar aquí el día de hoy. Tomó mi mano dándole un beso como todo un caballero. Algo que sin duda hablaba bien de él. Se sentó en la otra silla quedando justo enfrente de
Al llegar a casa creí que nada podía ser más raro. Eran las 23:00 y mi madre estaba despierta esperándome.—Hola hija ¿Cómo estás?—Desde que la ví supe que algo había pasado. Ese tono que usó, me lo corroboró.—Bien má, salí con unas amigas.—Le dije ya un poco preocupada.Mi madre tenía una mirada que le delató el llanto reciente. Estaba en su pijama y con pantuflas. Algo muy inusual en ella pues dormía casi siempre sin ropa y desde temprano.—¿Qué pasó mamá?—Pregunté ya muy preocupada.—Es tu padre.—Me dijo rompiendo en llanto nuevamente.—Se comunicó conmigo.—Bueno pues ya era hora que ese señor diera la cara.—A mi no me pareció tan grave el hecho de recibir una llamada de mi padre. Llevaba tiempo sin saber nada de él y no me importaba ya, pero a mi madre por alguna razón le había afectado.—No se por qué aún te pones mal por él.—No seas dura hija.—Ella siempre lo defendía.—Sabes que el trabajo de tu padre siempre ha sido demandante.Mi padre, Martin Lírica. Un hombre que según tení
Con su silencio me puse ansiosa, tal vez la cosa importante que tenía por decir se le dificultaba tanto que no podía conectar ideas. Aunque yo ya sabía lo que me diría, traté de saber más con una simple pregunta.—¿Qué es esa cosa tan importante?—Dije con un tono desesperado por saber.—Escucha Míriam. Mi vida no ha sido facil y quizá nunca lo vas a entender.—En ese momento desapareció el sentimiento en su voz y lo cambió por un tono más serio.—Mi error fue dejarme llevar por mi profesión, era joven y tenía una familia que mantener...—Y una familia que abandonar.—Interrumpí bruscamente su conversación.—Hija por favor, solo escúchame.—Ahora el desesperado era él.—No tengo mucho tiempo para hablar.—Nunca lo has tenido, eso ya es costumbre en tí.Mi soberbia estaba siendo demasiada, no le permitía hablar y mi madre se percató de eso. Se acercó a mi para tomarme del brazo y suplicarme que dejara los reclamos y pudiera hablar con él en paz.Hice muecas de insatisfacción pero le hice cas
"Roberto, ¿Qué haces aquí?Le pregunté tres veces pero no me respondió. Él solo entró para besarme contra mi voluntad. No me pude resistir, caí ante sus besos como cuando fuimos novios."Espera, yo no puedo hacer esto. Tengo novio y no le puedo fallar"Le dije mientras recordaba lo mío con Esteban. Lo lancé fuerte contra la puerta pues él seguía de impertinente tratando de agarrarme. "Por favor suéltame, él no tarda en llegar"En ese escenario yo estaba esperando en mi casa muy tranquila al que era mi novio. Nunca conté con que un ex amor llegaría a la casa y me besaría. No tenía el control de mis cinco sentidos, era un sueño que me tenía sumido en él.Como si yo misma hubiera invocado su aparición, llegó Esteban rodeado por su escolta pero solo él pasó. Entró para hacerme un escena de celos mirando como otro hombre estaba en mi casa y me besaba.Yo no pude decir nada, al poco rato Roberto estaba muy cómodo en mi casa, si, él estaba mirando la tele como si viviera ahí.El aclamado pre
Pasamos los siguientes minutos de una manera increíble. Conversamos de mi trabajo, de algunos chismes y todo muy normal. Después de eso no pude evitar ver en sus ojos que no estaba tan bien como intentaba disimular. No quería preguntarle pues sabía que al hacerlo ella rompería en llanto y toda nuestra tranquila mañana iba a terminar.Me aguanté lo más que pude pero al final supe que debíamos hablar de eso por mucho que lo quisiéramos evitar.—Mamá, ¿Está todo bien?—Bajé un poco de voz para hacerlo con tacto.—Si hija ¿Por qué no lo estaría?—Me preguntó como si de alguna forma no conociera sus sentimientos.Tomé su mano para seguir la conversación.—Está bien si hablamos de lo ocurrido. ¿Cómo te sientes?Me volteó a ver muy fijamente, por más que quería resistir ya no pudo y se soltó en llanto. Traté de tranquilizarla pero no pude, en ese momento caí en realidad de lo que pasaba y me sentí mal.Mi madre hizo lo que no quería ver pero que era inevitable. Lloró como nunca antes, sacó su
Las presiones de este puesto son demasiadas. Desde que llegué, no me he encontrado con otra cosa que no sean problemas que dejó el antiguo gobernante.Creí que la peor estapa la había pasado cuando dejé la gubernatura del estado para lanzarme como presidente.Las elecciones fueron muy cerradas, las personas ya no creen en este partido y me tocó tratar de solucionar eso.Ellos lo dicen como si fuera tan fácil. Apenas y quedé electo y fue gracias a mi carisma y personalidad. Cosa que no se logra con sus absurdas campañas o con los discursos que me hacen prometer… peor aún, que pretenden que se me olvide.Ellos creen que uno puede llegar y bajar el cielo a los ciudadanos. Ya que te entregan sus votos, se vuelven un cero y uno se debe preocupar por otras cosas.Aunque soy el máximo líder del país, hay gente detrás de mi diciéndome que hacer y aunque si tengo poder, también soy la cara que recibe los aplausos y las críticas. En estos últimos meses he recibido muchas de la segunda.Casi no
Me relajé un momento entre esos recuerdos, una etapa de mi vida en la que solo tenía que vivirla sin preocupaciones. Extraño esa tranquilidad aunque por nada del mundo cambiaría lo que soy ahora. Esta estabilidad y comodidad son lo único que me hace sentir vivo e importante. Es una gran etapa y sin importar los problemas me gustaría seguir. Con esa nueva reformación mental, me dirigí a la junta que yo mismo había convocado. Ser presidente te hace estar a cargo de varias operaciones y tener varias personas a cargo. Sus consejos muchas veces no hacen más que confundirte. Es divertido porque entre ellos pelean por saber quién tiene la razón, pero lo más maravilloso de todo es que yo tengo la última palabra… al menos en esas reuniones. Por suerte la sala de juntas estaba en el mismo lugar que mi trabajo cotidiano. Ya me estaba cansado de viajar tanto. Entré y la mayoría ya estaban ahí, solo me estaban esperando para comenzar. Al verme entrar se pusieron nerviosos y no me quitaron la m