Capitulo 5

Me salió mi parte crítica de belleza, opiné sobre su look el cual para mi se veía un poco anticuado aunque muy formal. La luz y los efectos de televisión le sentaban muy bien aunque en persona no se veía nada mal.

Luego imaginé el estrés que debería sentir en su puesto político y me visualicé a su lado, dándole apoyo emocional por ello.

Me fuí aún más a lo que la imaginación seduce cuando hay una idea con varias puntas por explorar. Me ví a mi misma saliendo en la televisión como la primera dama, aunque también con mis propias actividades. Quizá no políticas si no humanitarias. Algún papel necesitaría jugar pues no me la iba pasar de mantenida permitiendo que la gente hablara mal de mi.

Desperté de mi fumada historia cuando el programa de concursos regresó a la acción. Sin quererlo me estaba pegando demasiado esa situación. Apenas lo podía creer, tendría una cena con el presidente quien resultaba ser algo así como un ex que no me había superado.

Con todo eso en mi mente reaccioné para decirme algo muy importante que se me había pasado. 

"¡Qué distraída, no contacté a su trabajador para confirmar la cena"

Corrí rápidamente a mi habitación para buscar la tarjeta que me dió. Me volví loca en ese momento, aunque sabía donde la había guardado. El terror y las prisas se apoderaron de mi así que estaba nerviosa.

Fuí a mi cajonera, la guardé en el primer cajón en la orilla. Respiré profundamente en el momento que la sentí con mis dedos y aún más cuando mis ojos la vieron.

De inmediato saqué mi celular para guardar el número y hacer la llamada. Después de eso llamé esperando la respuesta y seguir confirmado que no era una broma. El teléfono sonó hasta que me envió a buzón. Esos me hizo molestar un poco pero insistí llamando nuevamente.

—Diga...—En esta ocasión si me respondieron. Aunque con una voz muy seria y seca.

—Hola buen día.—Quise verme muy educada al hablar.—Soy Miriam, ayer visité la casa del presidente y me pidieron lla...

—Se quien eres. No digas más.—Me respondió muy misterioso. —¿Decidiste ir a la cena?

—Si señor, estaré ahí esta noche.—Dije sintiéndome un poco tímida.

—Muy bien. Alístate que pronto llegará alguien por ti.—Su tono de voz era muy rudo, como si fuera requisito serlo.—En cinco minutos te enviaré una ubicación a dónde debes ir para que te recojan.

—¿No será en mi casa?—Pregunté tontamente pues ya conocía la respuesta de aquello.

—No, el procedimiento así lo indica. Esto es por muchas razones.

Se soltó a decirme rápidamente cuando yo ya lo había comprendido. Solo me puse nerviosa con la llamada. Es un protocolo muy avanzado, además no esperaría que una limosina presidencial llegara a mi vecindario.

—Si...entiendo.—Respondí con tono de fastidio al escuchar su sermón.

—Bueno entonces es un hecho. Quédate al pendiente para recibir la ubicación.

Me colgó el sujeto. Fue muy frío al hacerlo, o quizá yo estaba acostumbrada a la cordialidad de por lo menos decir "hasta luego"

Eso me dejó más molesta que satisfecha pero lo pasé por alto. Me quedé inmóvil ahí hasta que pasaron los cinco minutos y recibí la ubicación. Necesitaba eso para saber hasta dónde me tendría que ir y cuánto tiempo me llevaría llegar.

Fue muy puntual en hacerlo, tardó exactamente 4.59 minutos en llegar la ubicación de un número desconocido. Abrí de inmediato el mensaje de texto y seguí el enlace que ahí venía.

Abrió en mi celular la aplicación del mapa y pude ver que estaba muy lejos de ahí. Por una parte me agradó pues así haría tiempo hasta llegar a la cita. Por otra parte me molestó el hecho de tener que trasladarme hasta ese desconocido lugar.

Estaba casi a las afueras de la ciudad y eso ya es mucho decir para mí. ¿De verdad esto será así de misterioso por siempre? Me preguntaba como reproche.

Sin importar eso, era una oportunidad que no iba a dejar pasar así que no le dí más vueltas para comenzar a mirar el como irme.

Quería mucho mi carro, pero en ese momento comencé a notar que quizá no sería tan lujoso como lo ameritaba. Consideré la opción de rentar uno para verme más elegante y exitosa. Pero pensé que no me la pasaría mintiendo o rentando siempre, así que decidí ir en mi Honda fit para allá.

Con todo listo y con la hora por llegar, salí de casa para dirigirme hasta ahí. Quizá llegaría un poco antes, pero preferí esperar ahí que en la casa.

Salí y me subí al carro. Puse la música que me gustaba, instalé el celular para irme guiando con el mapa y arranqué hacia el que sería mi nuevo destino. Claro que iba muy nerviosa y aún desconfiaba de lo que pasaría ahí, pero traté de pensar lo más positivo que pude para disfrutar y no echar a perder está maravillosa oportunidad en mi vida.

Mi madre, quien era la persona con la que vivía, no estaba en casa así que solo le envié un mensaje avisándole que saldría ocultando claro, mi gran aventura.

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