DAVID¿Cómo que se fue? ¿A dónde? Hilda no me dio más detalles; solo me dijo que Andrea salió de la casa y que se tomaría un tiempo hasta que las cosas se normalizaran. Ahora estoy en mi oficina, dándole vueltas a todos mis problemas. No he logrado concentrarme en el trabajo. Lo de Martina que haya regresado y lo de mi relación con Andrea… le he dado muchas vueltas al tema. No es que me esté arrepintiendo de lo mío con Andrea, es solo que no puedo lidiar con algo así por ahora. Mi mente está obstruida en lo que Martina puede hacer. No puedo perder a mis hijos, y tampoco quiero perder a Andrea, pero no puedo elegir. No puedo llegar a ese punto.No sé qué me pasa. Desde que comencé a abrirme respecto a lo que siento por ella, veo las cosas desde otro ángulo. Incluso siento que, si ella no está aquí a mi lado, me falta algo. Pero no puedo depender de ello. Mis hijos me necesitan, y como dije, ellos no son una opción. Sé que Andrea tampoco lo es, pero la estoy lastimando. Lo sé. Soy un im
DAVIDDe repente, Samuel pregunta por Andrea, me saca de mis pensamientos y me deja confundido, ya que no espere que preguntara por ella.—¿Qué ha pasado con Andrea? ¿Han discutido? —indaga. Tal vez su sobrina le ha contado algo, porque supongo que es con ella con quien se fue a quedar.—Tuvimos algo de ello, digamos que fui muy duro con ella. —Samuel suspira.—Como siempre, nunca supiste tratar a una mujer con delicadeza —hay algo de diversión en su tono; sé que lo hace para molestarme y que la tensión baje un poco en mí.—Ya me conoces —forzó una sonrisa, agradecido de que él no pueda verme. —Hablamos después, debo hacer unas cosas.Regreso a mi escritorio, apago la pantalla del ordenador y luego me encamino hacia la salida. Antes de llegar, tomo mi saco del colgador de madera cerca de la puerta.—¿A dónde vas? —interroga todavía en la llamada. Debe de suponer a dónde me dirijo. Sin embargo, no me deja responder y continua. —Ve a buscarla y pídele disculpas. Si quieres mantenerla en
ANDREA Distingo un carraspeo detrás de mí. No me atrevo a girarme para identificar a la persona; en su lugar, me concentro en secar las lágrimas que traicioneramente han escapado tras mi confesión a Arturo sobre mi enamoramiento hacia mi jefe.Nunca planeé revelar este secreto a él, pero las palabras se deslizaron de mis labios tras mencionar a los mellizos y explorar la parte de la psicóloga.Arturo, leal como siempre, sostiene mis manos sobre la mesa, brindándome un consuelo silencioso que agradezco. Su presencia, aunque no solicitada, se convierte en una especie de refugio temporal. Sin embargo, mi mente sigue atrapada en mis problemas.Mi corazón es un eco de dolor persistente, como una melodía triste que se niega a desvanecerse. A pesar de la herida que aún late en mi pecho, mi mente se ve abrumada por la preocupación constante por David y los niños. No puedo apartar la imagen de sus rostros de mi mente, la cara de Axel, preguntándome cómo están, qué estarán haciendo en este mom
David se queda unos segundos mirándome por la ventana, puedo sentir su mirada, luego de unos segundos se aparta y se dirige hacia el lado del piloto. Durante el corto trayecto hacia el lugar que elige, el silencio se instala en el vehículo, solo interrumpido por el suave zumbido del motor. Mi mente se debate entre la confusión y el enojo. No estoy dispuesta a dejarme llevar por las emociones, pero la presencia de David a mi lado despierta una serie de recuerdos y sentimientos que preferiría dejar atrás, al menos por ahora mientras se acomodan las cosas, si hay momento para hablar algo más, pues estaré abierta a escucharlo, por ahora solo será con respeto a mi empleo. Mantengo la mirada fija en el paisaje que pasa velozmente por la ventana, intentando bloquear cualquier atisbo de conexión emocional. Finalmente, David estaciona el auto en un mirador con vista a la ciudad. El lugar está solitario, y la luz del sol resplandece sobre el sitio. Nos quedamos en silencio unos instantes hasta
David baja la mirada, como si no pudiera soportar verme en este momento. Puedo sentir el peso de su dolor, y aunque mi intención al inicio fue mantener distancia, la realidad de la situación me golpea con fuerza y ahora no quiero alejarme de él.—Lo siento mucho, David. No tenía idea de todo lo que han pasado. —Mis palabras salen con sinceridad, y por un instante. El impulso de abrazarlo me recorre, pero me contengo, al parecer todavía no ha terminado de contarme.Asiente, agradeciendo el gesto, y luego continúa, aunque esta vez lo hace con un tono más calmado.—Después de la tragedia, intenté todo lo posible para cuidar de Axel y Alexia. Pero Axel, especialmente, quedó marcado por lo que presenció. La pérdida de su madre y el trauma que conllevó le afectaron profundamente. Intenté buscar ayuda profesional en ese tiempo, pero él se cerró emocionalmente. Es por ello que ya no deje que ella se quedara con mis hijos, aunque el daño ya estaba hecho, no podía permitir que siguieran con ell
—Sé que Axel y Alexia son lo más importante para ti, lo respeto y lo valoro. Y jamás te pediría que los fuerces a aceptarme en sus vidas, David. —Este tema es complicado para mí, pero es necesario abordarlo de una vez. —Si ellos no me quieren, yo no me quedará más que irme, porque tampoco podría seguir siendo su niñera.Respira hondo, me imagino que esa procesando mis palabras para así responderme correctamente sin lastimarme, puedo darme cuenta en su mirada. Después de unos momentos de silencio, finalmente responde.—Andrea, no quiero que te alejes. Como te dije antes, tú ya eres parte de mi vida y si Axel o incluso Alexia se oponen, no les quedará de otra que acostumbrarse a lo nuestro. Aunque mi responsabilidad como padre es lo primordial, quiero estar contigo y eso lo tengo muy claro. Necesitamos encontrar un equilibrio y una forma de hacer que esto funcione y que mis hijos también se acomoden, si eso no pasa, con el tiempo lo entenderán. También comprendo si esto es demasiado par
Al llegar a casa, la tensión y todo desapareció. El camino volvió hacer silencioso, pero esta vez no fue incómodo. David y yo logramos aclarar muchas cosas, incluso lo de nuestra relación quedo solucionado, en cierta parte, porque quedamos de que más adelante se lo revelaremos a sus hijos, mientras tanto seguiremos como hasta ahora y hasta que pase lo de la abuela de los niños hablaremos con ellos. Ahora debo tratar de disimular delante de ellos cuando David esté cerca, no queremos darle ese tipo de sorpresas. Mis sentimientos y la necesidad de proteger a los mellizos en medio de todo este enorme problema que al parecer no desaparecerá pronto, me ha sobrepasado; esto me convierte como la mamá de los pollitos y la verdad se siente bien.—Entraré primero —señalo hacia la puerta, cuando estoy por abrir para bajar, David tira de mi brazo y me gira. Me besa por unos minutos largos hasta que me aparto de él. —Nos van a ver —le recuerdo donde estamos.—No pasa nada, los niños deben de estar
A la mañana siguiente, me despierto con besos en la cara. David me besa suavemente en las mejillas, la frente, la barbilla, incluso en la nariz; cuando hace eso, suspiro hondo y después abro los ojos lentamente.—Mi intención no era despertarte —dice con un tono sinceramente apenado.Tenía rato dándome besos, ya estaba despierta, pero no quise interrumpirlo en ese momento dulce, ya que no quería que se detuviera.—No es por eso que desperté; mi horario ya se acostumbró a abrir los ojos a esta hora —en cierta parte, eso sí es verdad.Llevo tiempo despertándome sin necesidad de escuchar la alarma, como si mi mente haya programado este horario para cada día. No sé qué hora es, pero por la luz que se filtra entre las cortinas, puedo percibir que tal vez sean casi las siete de la mañana, indicando que ya debería estar de pie y fuera de esta habitación.—Debemos levantarnos —le recuerdo, moviéndome para ponerme de lado y verlo más de cerca.—Y si hoy nos quedamos en casa —sugiere, pero es m