DAVIDMe dirijo hacia la cocina, mis pasos se detienen en seco antes de entrar cuando veo a Andrea parada frente a la mesada. Mis ojos se abren más ante esa imagen suya. Se ve radiante con esa falda que lleva puesta, sus piernas largas se notan mucho y de repente una oleada de algo se instala dentro de mí.—¿Saldrás? ¿A dónde?—pregunto al pasar a la cocina. No la veo, de hecho hago como si no la notará.Paso por su lado y me dispongo a abrir uno de los cajones, saco un sacacorchos.—No pensé que estuviera en casa ya —manifiesta ella, a mi espalda.Me tomo mi tiempo para girarme, mientras busco espero que diga algo más, sin embargo, no lo hace. Así que me muevo a la alacena donde tengo almacenadas las botellas de vino.—¿No crees que ya es tarde para salir? —indago, luchando por disimular mi coraje.¿Qué estoy haciendo? Sono cómo un padre o pueda que hasta peor que uno, como un novio.También me tardo un poco para elegir una de las botellas, ya sé por cuál venía, pero solo quiero hacer
ANDREALa música retumba desde antes que entramos al sitio, las luces parpadean en nuestras caras cuando cruzamos la puerta. Camino junto a lado de Danna, no me suelta en ningún segundo y se lo agradezco mentalmente, ya que si no me tomará del brazo, ya estuviera perdida entre esa multitud de personas que entran y salen del lugar.Mi amiga grita tratando de oírse por arriba de la música alta. Está claro que estuvo esperando esta noche con ansias, se le nota a kilómetros. Pero mi pésimo humor no ayuda, no quiero que se dé cuenta de que estoy desanimada, no la quiero afectar.Desde antes que llegáramos aquí, mi mente ha estado en otra parte, en el momento exacto cuando David me habló en la cocina y me dijo aquellas palabras.Imagine que, tras salir de la casa, él me detendría, me miraría fijamente a los ojos y me diría que no saliera, que lo que dijo antes solo lo hizo por alejarme y eso no quita que sienta algo por mí. Hasta tuve la esperanza que fueran celos, pues creí que existía un
ANDREAAbro los ojos con lentitud, siento un dolor en mi cabeza y cierro de nuevo los ojos. Los aprieto y me quedo sentada en la cama mientras me recupero.No debí haber bebido anoche, no fue mucho, pero con esos dos pequeños vasos que ingerí, tuve suficiente para acabar de este modo. Nunca me había pasado, esta es la primera vez que me atrevo a más y ahora me arrepiento de haber pasado los límites.No lo volveré hacer. Me sobo las sienes con ambas manos.Me dispongo a levantar cuando abro de nuevo mis ojos, compruebo la hora en mi reloj de mesa y me preocupo cuando veo la hora que es. Ya pasan de las nueve de la mañana, Alexia y Axel tienen su clase a esa hora. Porque me quedé tirada en la cama, debí haber puesto la alarma. Jamás lo hago, ya que es raro que me desvele. Anoche mi cabeza estaba en otra parte, no pude pensar en nada más que en mi jefe con esa mujer que estaba en su sala, charlando cómodamente y riendo sabe que cosas.¿Quién es esa mujer? Mi cabeza no ha dejado de hacers
ANDREATomo su mano cuando se acerca y juntas nos alejamos del salón, no sin antes decirle a su profesora de música que no demoraremos en volver.—¿Qué ocurre, cariño? —pregunto cuando estamos en la cocina. Le ayudo a sentarse en el taburete y la acerco a la mesada. Hilda deja unas galletas en un recipiente para nosotras antes de irse para dejarnos solas. —Tú siempre te pones contenta los sábados, esperas con ansias tus clases de piano. Y ahora, ¿qué está pasando?Me coloco del otro lado de la encimera y la observo desde aquí. Su cabeza baja y sus manos cruzadas en su regazo, es señal de tristeza, he aprendido a conocerla. Algo la tiene afligida.Al comprobar que no dirá nada, que se siente sin ánimos de hablar, pienso en algo para romper esa barrera que ha creado entre nosotras dos. Estiro el brazo y tomo una de las galletas del recipiente, y le doy un generoso mordisco.—Mmm —suelto un sonido exagerado para llamar su atención. Me doy cuenta de que lo logro cuando me ve de reojo, seg
ANDREA—Andrea —alguien pronuncia mi nombre, pero sigo sumergida en mis pensamientos. —¡Andrea, mi helado se me cayó!Parpadeo cuando oigo el llanto de Alexia. Me muevo hacia ella y la veo, tiene sus ojitos húmedos y está con la mirada fija en el suelo donde su helado hace derritiéndose.—No te preocupes, te compraré otro —le digo, tomo su mano para regresar al mostrador. —Axel, no te muevas de tu asiento, llevaré a comprar otro helado a tu hermana, no nos tardaremos.Él ni siquiera levanta su mirada, tiene toda su atención en su helado de chocolate.—¿Crees que papá se molestará? —Me pregunta Alexia cuando nos formamos en la fila de personas.—¿Por qué lo preguntas? —bajo la cabeza para verla.—Es que nos estás comprando helado, y Axel se está comiendo uno de chocolate, papá no le gusta que comamos mucha azúcar.Cierto, lo olvidé por un instante. No sé donde traigo la cabeza.—Será un secreto entre los tres, si ninguno dice nada, tu padre no se molestará porque no se enterará.¿Qué e
ANDREAMe pongo rígida cuando la oigo contarme que ella y David se conocen de casi toda sus vidas.Ya decía yo, ella es alguien especial para él.—Estado ausente mucho tiempo, incluso me perdí el nacimiento de los mellizos —su voz se apaga mientras mira a su alrededor. —Volví después y los conocí, aunque me hubiese gustado estar presente en el día más importante para David y también en el momento más difícil para él.Entonces tuvieron una relación a distancia, ella nunca ha estado aquí para él, pero dice que se fue y volvió, ¿por qué razón?—Siendo así… —pronuncio, pero no logro terminar.Quiero hacerle esa pregunta, sin embargo, no quiero verme entrometida.—Sí, estuve fuera mucho tiempo —asiente. —Pero ya estoy aquí y no me iré por un largo tiempo.¿Acaso se dedica a algo que no le permite mantenerse cerca de ellos?—Supongo que eso es bueno —acepto, aunque no me entusiasme con la noticia. No me desagrada, al contrario, se me hace alguien muy amable. Sin embargo, no sé por qué me mo
ANDREALa habitación comienza a girar y estoy luchando por recuperar el aliento cuando la punta de su lengua entra en mi boca.Es una caricia curiosa al principio. Una rápida provocación que hace que todas mis terminaciones nerviosas se me pongan de punta. Entonces gimo y él regresa por otra probada… y todo se convierte en más.Más profundo, más intenso. Cómo si ninguno de los dos pudiera controlarse.—¿Hubo más que un beso? —pregunta en un tono bajo, mientras nuestras respiraciones se regulan. Apenas nuestros labios se tocan. —¿Te tocó más de lo que yo he hecho? —aprieta la mandíbula. —¿Paso?No sé qué pensar de la mirada que me da. ¿Por qué se enoja? No somos nada. Mis mejillas arden.Su rostro se relaja, como si se hubiera dado cuenta de algo. Retira sus manos de mí y comienza a retroceder.—Vaya a dormir —De nuevo usando las formalidades con esa expresión seria. Y después sale del salón, sin volver a verme.Me quedo aturdida y muy confundía con lo que paso.*****La noche cae en u
ANDREAEl lunes por la mañana me levanto muy temprano como todos los demás días lo hago. Me estiro en la cama y me dispongo a irme a la ducha.Cuando estoy lista me dirijo a la planta alta para ir a las habitaciones de los mellizos. Llamo primero en el dormitorio de Axel, una vez que lo despierto y que me aseguro que está levantando y preparándose para el colegio, salgo y voy en busca de su hermana.Hago lo mismo con Alexia, solo que con ella me demoro un poco más, ya que a ella debo peinarla como me lo pide. Cuando acabo arriba, voy hacia la cocina, donde encuentro a Hilda, ya está preparado el desayuno.—Buenos días —saludo, pasando por su lado de Hilda cuando ella me devuelve el “buenos días”. Me detengo frente el gabinete donde se guardan los platos. —Iré a poner la mesa —aviso y me dirijo al comedor, que está en la contigua habitación.Después de colocar los platos y los cubiertos en sus lugares, regreso a la cocina, para ayudar a Hilda con el desayuno. Cuando tengo tiempo eso ha