ANDREALa habitación comienza a girar y estoy luchando por recuperar el aliento cuando la punta de su lengua entra en mi boca.Es una caricia curiosa al principio. Una rápida provocación que hace que todas mis terminaciones nerviosas se me pongan de punta. Entonces gimo y él regresa por otra probada… y todo se convierte en más.Más profundo, más intenso. Cómo si ninguno de los dos pudiera controlarse.—¿Hubo más que un beso? —pregunta en un tono bajo, mientras nuestras respiraciones se regulan. Apenas nuestros labios se tocan. —¿Te tocó más de lo que yo he hecho? —aprieta la mandíbula. —¿Paso?No sé qué pensar de la mirada que me da. ¿Por qué se enoja? No somos nada. Mis mejillas arden.Su rostro se relaja, como si se hubiera dado cuenta de algo. Retira sus manos de mí y comienza a retroceder.—Vaya a dormir —De nuevo usando las formalidades con esa expresión seria. Y después sale del salón, sin volver a verme.Me quedo aturdida y muy confundía con lo que paso.*****La noche cae en u
ANDREAEl lunes por la mañana me levanto muy temprano como todos los demás días lo hago. Me estiro en la cama y me dispongo a irme a la ducha.Cuando estoy lista me dirijo a la planta alta para ir a las habitaciones de los mellizos. Llamo primero en el dormitorio de Axel, una vez que lo despierto y que me aseguro que está levantando y preparándose para el colegio, salgo y voy en busca de su hermana.Hago lo mismo con Alexia, solo que con ella me demoro un poco más, ya que a ella debo peinarla como me lo pide. Cuando acabo arriba, voy hacia la cocina, donde encuentro a Hilda, ya está preparado el desayuno.—Buenos días —saludo, pasando por su lado de Hilda cuando ella me devuelve el “buenos días”. Me detengo frente el gabinete donde se guardan los platos. —Iré a poner la mesa —aviso y me dirijo al comedor, que está en la contigua habitación.Después de colocar los platos y los cubiertos en sus lugares, regreso a la cocina, para ayudar a Hilda con el desayuno. Cuando tengo tiempo eso ha
ANDREAMe encuentro sentada en una de las bancas del campus mientras observo el hermoso día solado que está hoy. A pesar de sentirme cansada por no haber descansado bien anoche, mi ánimo ha mejorado, ya no estoy de malhumor como cuando salí de esa casa esta mañana.¿Y como no me iba a molestar? No puedo evitar ponerme así cuando la veo a lado de él. Cuando subí al auto con los mellizos, esta mañana, mire por la ventana trasera a mi jefe y a su novia salir juntos por la puerta principal, bien sonrientes mientras se subían al auto de él, incluso la condujo hasta allí y le ayudo a que ella subiera.Tanta amabilidad de su parte.Me frustra nomas de pensarlo.El bullicio de los estudiantes llena el entorno mientras el aire cálido golpea mi rostro suavemente. Estamos en pleno verano, es normal que haya poco viento y más sol. Aun así disfruto de este clima, ya que cuando venga el frío, me será complicado asomar la cabeza fuera.En ese instante, oigo que alguien se acerca, rompiendo el monóto
ANDREAAntes de que caiga la tarde, después de finalizar la última clase, salgo deprisa del edificio y me encamino hacia la parada de autobuses, donde antes tomaba el transporte. Ahora que trabajo cuidando a los mellizos, Teo, el chofer de esa casa, me deja en las mañanas y a medio día pasa por mí, pero hoy, me iré más temprano, ya que debo hacer algo que tengo pendiente.El ruido de un motor, me hace girar la cabeza para saber quién se acerca. Un auto de tono azul oscuro anda a vuelta de rueda casi al borde del sendero por el que voy caminando. No dejo de caminar, incluso él se adelanta un poco de mí y se detiene. Cuando paso junto a su lado, la ventana del lado de copiloto baja lentamente.Aunque lo haya visto de reojo, por cautela, no me detengo. Continúo caminando y en eso oigo un silbido, luego una voz conocida pronuncia:—¡Hey, chica guapa! —Me grita.Automáticamente, me vuelvo para ver a esa persona y compruebo de quién se trata. Arturo está con la cabeza hacia fuera de la vent
ANDREAEntro a la oficina de la psicóloga, que parece muy acogedora, le echo una mirada rápida al lugar y luego visualizo su figura al fondo frente a un escritorio de cristal.—Hola, buenas tardes —saludo, deteniéndome a mitad de la habitación.—No te quedes allí, acércate —me anima a avanzar usando un tono amable.La psicóloga, Flores, me recibe con una sonrisa sincera. Muchas veces me pregunté, como es que un psicólogo puede ayudar en la mente humana, si muchos de ellos no cooperan o dan por hecho que si escuchan la palabra “psicólogo” están suponiendo que les están señalando de locos.Para mí ver, esa profesión sí debe de ser muy complicada, porque aparte de tener que tratar con problemas ajenos, hay que soportar que digan, “el psicólogo es para los locos”.Supongo que también es así como piensa mi jefe, por eso se niega que Alexia y Axel asistan a terapia.—Bienvenida, Andrea. Me alegra que hayas decidido venir hablar conmigo—dice cuando me acerco. —Pero toma asiento —me señala la
ANDREA—No es lo que usted está creyendo —Me vuelvo hacia él para aclararle.No sé por qué siento el impulso de darle explicaciones, quiero que se entere de que no ha ocurrido nada, que no estaba haciendo nada con Arturo, que solo… Oh, a quién engaño, me importa lo que su mente está imaginando ahora.—Es su vida, a mí no me incumbe —me recuerda con sus palabras lo que yo una vez le dije. Su mandíbula está apretada y sus puños, parecen querer golpear algo o más bien a alguien. —Lo que sí me corresponde, son mis hijos, y usted, no ha estado haciendo bien su trabajo.—No es así —niego. —Apenas me enteré lo de Alexia…—Usted es la primera persona que debe estar enterada y estar allí, para hacerme saber a mí lo más pronto posible —eleva su tono de voz, tanto que retrocedo. —Y ese bendito teléfono suyo —aprieta los dientes. —¡Téngalo siempre encendido!Casi me grita en la cara, si no hubiese sido porque me aleje un poco.—Lo sé, pero es que…—¡Nada de peros! —Ahora si grita.—Davi, ¿qué ocu
ANDREAAbro los ojos cuando unas pisadas resuenan en la madera del suelo. Parpadeo cuando levanto la cabeza, ya que la luz daña brevemente mi vista.Giro la cabeza para ver hacia la cama de Alexia y esperar que no se haya levantado sin avisarme. Pero compruebo que sigue acostada y durmiendo, incluso más relajada que anoche.Uf, terrible la noche que pasamos. Me duele todo. Me levanto despacio para no hacer ruido, eso me recuerda que yo antes oí el sonido de unos pasos. En el momento que me pongo de pie, giro para buscar el origen de ese crujido.Mis ojos se abren por completo, cuando veo a la mujer que está de pie frente al estante de juguetes de Alexia. En sus manos lleva la muñeca de pelo rubio que Alexia me dijo que ya no le gustaba.—Tenía mucho que no miraba esta muñeca —musita Nora, mientras observa el juguete. Parece sumergida en sus pensamientos, como si los recuerdos la tienen distraída. —Recuerdo cuando ella se la regaló.Mis cejas se fruncen en confusión. ¿De quién está hab
ANDREASalimos de casa cuando el señor David anuncia que es hora de irnos. Axel sale detrás de nosotros y nos alcanza en el auto.—Quiero ir con ustedes —dice, dirigiéndose a su padre.—No puedes ir, tienes colegio —le responde él.Se acerca a su coche y con el mando quita los seguros. Primero abre la puerta de trasera, Alexia corre y salta sobre el asiento, y se sienta en él.—Ven, Andrea, entra —me anima Alexia a unirme con ella mientras da unos golpecitos al asiento junto a su lado.Cuando me dispongo a subir, me acerco y en eso mi jefe cierra la puerta, evitando que pueda entrar a su auto.Qué grosero, sé que no abrió la puerta para mí, pero no tenía por qué hacer eso, y menos enfrente de sus hijos, esos no son modales que ellos deban ver.—Suba —indica en el instante que se mueve y abre la otra puerta, la de adelante.Me quedo perpleja, no consigo reaccionar hasta después de unos segundos. ¿Me acaba de abrir la puerta y la de adelante?Estaba por irme y déjalo con su problema sol