ANDREACuando cruce por la habitación de Alexia, hoy una conversación accidentalmente.—No digas tonterías, Alexia. Si nuestro padre te escucha, se molestará contigo —dice la voz de Axel.—No son tonterías hermano, yo la vi en mis sueños. Primero era una pesadilla horrible y después se transformó en un sueño lindo, y vi la cara de Andrea, ella me decía que se quedaría, que no se iría.Mi corazón salta al instante que la escucho. Ella cree que fue un sueño, sin embargo, lo toma como real, pero tal cual como lo supone.—¿Y eso qué? —pregunta de mala gana su mellizo.—¿Cómo, qué? —Ella lo imita. —Que Andrea es la mamá que necesitamos y estábamos esperando. Ella tomará ese lugar.¿De dónde sacó eso?—Más bien lo que tú has estado esperando, porque yo no.No sé cómo lidiar con esto… Por un lado, uno me adora y por el otro, él me tiene detestada.—Tú también quieres una mamá, no solo yo.Oírla decir esas palabras, me rompe el corazón.—Yo no necesito una mamá, Alexia —el cambio de voz en Ax
ANDREAEl martes por la mañana, mi profesor de diseño me informa que perdí la única oportunidad de presentar mi examen. Ahora me siento mal, no hay como justificar mi falta.Me encuentro sentada en la cafetería de la universidad, con la mirada perdida en mi plato de comida. Llevo rato así en silencio, ni siquiera sé si hay gente a mi alrededor o si está vacío el sitio, aunque eso no lo creo, igual ignoro mi entorno. Mis pensamientos no me dejan concentrarme en nada más, que en las palabras de mi profesor, “no se puede hacer nada”.Había estado esperando ese día desde hacía semanas, incluso estudie y estudie cuando tuve la oportunidad de hacerlo, y sin descansos. Muy aparte del promedio, también es una forma de demostrar me lo duro que trabaje durante este periodo.Hasta conmigo misma quedó mal. Hasta el destino parece conspirar en mi contra.No puedo culpar a Alexia o a su padre por lo sucedido, aunque la verdad él sí tiene algo de culpa. Se supone que la mañana es para mí, es mi desc
DAVID—No me vuelvas a decir que hacer y menos delante de los demás —suelto molesto mientras miro a Nora.—Yo solo quería ayudar.—Sabes que no me gusta que me lleven la contra. Y menos con asuntos personales.—No entiendo que traes con esa chica. La pobre niñera solo ha estado ahí a cada momento que sé lo ordenado, porque no se lo pides por favor, la obligas.—No hagas que me arrepienta de haberte dado acogimiento bajo mi techo.Ella abre la boca sorprendida y la cierra de vuelta tan rápido como sus cejas se arrugan.—Sigues siendo un patán —se levanta de su silla. —Pensé que éramos amigos, pero ya veo que para ti todas las personas son unos simples peón, que mueves a tu antojo, así como lo haces con esa chica.—Tú no sabes nada, Nora —siseo.—¡¿Ah, no?! —levanta sus brazos al aire. —Tengo dos semanas aquí, y he visto suficiente para saber lo que está pasando.—¿Así? —inquiero alzando mi ceja. —Y según tú, ¿qué está pasando?—No te hagas —entrecierra sus ojos. —Sé el interés que tien
ANDREADanna me arrastró a los baños del cine. Ella me había llamado la atención por mi constante distracción, si la captó pensé que no se fijaría.—No vamos a salir de aquí hasta que sueltes todo —dicta firmemente, incluso se pone en la puerta para cubrir el paso.—Danna, por Dios.—Nada de que no puedes decirme o que no te pasa nada, porque si te pasa y mucho. Ya son varios días que te veo así y se que no es solo por lo de Alexia, hay algo más.Yo no le conté lo de Alexia, esa parte se enteró por su tío, de hecho ella ya sabía todos los detalles cuando volví a la universidad.—Te lo contaré —digo resignada. Me coloco enfrente del lavamanos y la observo a través del espejo. —Creo que siento algo por mi jefe —murmuro, sintiendo como mis palabras flotan en el aire.Ella abre sus ojos sorprendidos.—¿Sientes algo? ¿A qué te refieres con sentir?, ¿al tipo lo odio pero no puedo dejar de verlo porque es muy guapo?, o sentir de cosas del corazón...—No estoy segura, pero percibo que puede s
ANDREA¿Qué he hecho?Él creerá que me he vuelto loca, y en lo que mi respecta, también opinión lo mismo.Comienzo a retroceder mientras niego. Aterrada con la idea de que él me eche y me insulte, al menos me adelanto antes de pasar la vergüenza más grande de mi vida, aunque la verdad, ya la pasé cuando confesé lo que siento por él.Estoy mal, realmente lo estoy.—Yo… —titubeo. —Quise decir que… lo que quería que supiera era que, que sí, estoy enamorada, de usted y de sus hijos, como es su familia, de sus hijos y así —se me ocurre decir de repente todo tan rápido. —No me refiero a un amor y así, sino una admiración, y cariño por los mellizos ¿si me entiende? —explico algo que ni yo misma comprendo; bueno sí, pero esta no es la forma de decir las cosas.¿Por qué no se me ocurrió decir otra cosa? No sé, como era una broma y ya. Pero no, me gusta complicarme las cosas, en vez de decirle, "ah cayó, todo era una broma". Preferí soltar un discurso que ni él más inteligente podría entender.
ANDREAAhí va la obediente de Andrea con su plato. Entro a la habitación y me dirijo a la silla que está a lado de Alexia, que viene siendo la tercera de un comedor de ocho sillas.—Su lugar es este —dice él, cuando estoy por sentarme. Incluso me quedo en una posición incómoda.Me endurezco y miro hacia donde está señalando con su dedo. Es la silla que está a su lado izquierdo. Tragó saliva, luego me inclino y tomo de nuevo mi plato para ir hacia ese bendito lugar.¿Por qué allí? ¿Por qué me quiere cerca de él?No voy a protestar y ni hacer preguntas, no enfrente de sus hijos. Alexia podría seguir soñando y creyendo que yo tengo un espacio en su familia, y no quiero que siga haciéndose más ilusiones con algo que nunca va a existir.En cuanto me paro a lado de la silla, él se pone de pie, no alcanzo hacer ningún otro movimiento, pues inmediatamente separa la silla de la mesa para que yo tome asiento sin ningún problema.Creo que estoy boquiabierta, he quedado sorprendida, pues no me lo
ANDREANo sabía qué esperar cuando subí al auto de mi jefe, después de que él me indicara con un gesto. Supuse que seguía molesto por lo de ayer. Me miraba con una expresión indescifrable mientras conducía en silencio hacia la universidad. No sabía qué estaba pensando ni qué haría. Tal vez me despediría, me ignoraría o me odiaría por hacerle creer que todo fue una broma. Quizás terminaría sintiendo lástima y me perdonaría por mi torpeza.Pero no, él no decía nada. Solo conducía en silencio. Mi mente divagaba sobre lo que podría pasar. ¿A dónde me llevaría? Este camino no era el que Teo, el chofer, solía tomar cuando me llevaba. ¿Me llevaría a algún lugar abandonado para deshacerse de mí? ¿O tal vez a un hotel para hacerme suya? Sí, veía demasiadas películas románticas. Yo suponiendo cosas, pero él solo conducía sin decir nada.Descarté las dos primeras opciones, sabía que no era un asesino ni un violador. Pero tampoco creía que terminaría en sus brazos, confesándome que también sentía
ANDREAA la hora de mi descanso hice lo que David me dijo que hiciera, fui a ver al profesor de diseño. Por fortuna lo encontré en las oficinas, cuando le pregunté a la secretaria por él, me dijo que ingresará cuando llamo a la puerta, me da la orden de que entre, saludo al profesor cuando entro en la oficina. Él se retira sus anteojos de los ojos y se vuelve hacia mí, fija su mirada en mí y me detalla con ella por un breve momento antes de comenzar hablar.—Supongo que está aquí por lo de su examen perdido —dice con un tono calmado, pero parece haber algo más detrás.—Sí —digo mientras asiento. —Yo no sabía si venir o no, pero el señor…—Lo sé, —me interrumpe. —El señor McKibbon fue tan insistente que no tuve más remedio que decirle que le daré otra oportunidad.—¿Qué? —digo perpleja. —¿Me dará una oportunidad?—Oyó bien —Se aclara la garganta y se coloca de nuevo los las gafas. Me da la espalda, pero continua: —Solo recuérdele al señor McKibbon de nuestro trato, yo no olvido cuando