ANDREAEntro a la oficina de la psicóloga, que parece muy acogedora, le echo una mirada rápida al lugar y luego visualizo su figura al fondo frente a un escritorio de cristal.—Hola, buenas tardes —saludo, deteniéndome a mitad de la habitación.—No te quedes allí, acércate —me anima a avanzar usando un tono amable.La psicóloga, Flores, me recibe con una sonrisa sincera. Muchas veces me pregunté, como es que un psicólogo puede ayudar en la mente humana, si muchos de ellos no cooperan o dan por hecho que si escuchan la palabra “psicólogo” están suponiendo que les están señalando de locos.Para mí ver, esa profesión sí debe de ser muy complicada, porque aparte de tener que tratar con problemas ajenos, hay que soportar que digan, “el psicólogo es para los locos”.Supongo que también es así como piensa mi jefe, por eso se niega que Alexia y Axel asistan a terapia.—Bienvenida, Andrea. Me alegra que hayas decidido venir hablar conmigo—dice cuando me acerco. —Pero toma asiento —me señala la
ANDREA—No es lo que usted está creyendo —Me vuelvo hacia él para aclararle.No sé por qué siento el impulso de darle explicaciones, quiero que se entere de que no ha ocurrido nada, que no estaba haciendo nada con Arturo, que solo… Oh, a quién engaño, me importa lo que su mente está imaginando ahora.—Es su vida, a mí no me incumbe —me recuerda con sus palabras lo que yo una vez le dije. Su mandíbula está apretada y sus puños, parecen querer golpear algo o más bien a alguien. —Lo que sí me corresponde, son mis hijos, y usted, no ha estado haciendo bien su trabajo.—No es así —niego. —Apenas me enteré lo de Alexia…—Usted es la primera persona que debe estar enterada y estar allí, para hacerme saber a mí lo más pronto posible —eleva su tono de voz, tanto que retrocedo. —Y ese bendito teléfono suyo —aprieta los dientes. —¡Téngalo siempre encendido!Casi me grita en la cara, si no hubiese sido porque me aleje un poco.—Lo sé, pero es que…—¡Nada de peros! —Ahora si grita.—Davi, ¿qué ocu
ANDREAAbro los ojos cuando unas pisadas resuenan en la madera del suelo. Parpadeo cuando levanto la cabeza, ya que la luz daña brevemente mi vista.Giro la cabeza para ver hacia la cama de Alexia y esperar que no se haya levantado sin avisarme. Pero compruebo que sigue acostada y durmiendo, incluso más relajada que anoche.Uf, terrible la noche que pasamos. Me duele todo. Me levanto despacio para no hacer ruido, eso me recuerda que yo antes oí el sonido de unos pasos. En el momento que me pongo de pie, giro para buscar el origen de ese crujido.Mis ojos se abren por completo, cuando veo a la mujer que está de pie frente al estante de juguetes de Alexia. En sus manos lleva la muñeca de pelo rubio que Alexia me dijo que ya no le gustaba.—Tenía mucho que no miraba esta muñeca —musita Nora, mientras observa el juguete. Parece sumergida en sus pensamientos, como si los recuerdos la tienen distraída. —Recuerdo cuando ella se la regaló.Mis cejas se fruncen en confusión. ¿De quién está hab
ANDREASalimos de casa cuando el señor David anuncia que es hora de irnos. Axel sale detrás de nosotros y nos alcanza en el auto.—Quiero ir con ustedes —dice, dirigiéndose a su padre.—No puedes ir, tienes colegio —le responde él.Se acerca a su coche y con el mando quita los seguros. Primero abre la puerta de trasera, Alexia corre y salta sobre el asiento, y se sienta en él.—Ven, Andrea, entra —me anima Alexia a unirme con ella mientras da unos golpecitos al asiento junto a su lado.Cuando me dispongo a subir, me acerco y en eso mi jefe cierra la puerta, evitando que pueda entrar a su auto.Qué grosero, sé que no abrió la puerta para mí, pero no tenía por qué hacer eso, y menos enfrente de sus hijos, esos no son modales que ellos deban ver.—Suba —indica en el instante que se mueve y abre la otra puerta, la de adelante.Me quedo perpleja, no consigo reaccionar hasta después de unos segundos. ¿Me acaba de abrir la puerta y la de adelante?Estaba por irme y déjalo con su problema sol
ANDREACuando cruce por la habitación de Alexia, hoy una conversación accidentalmente.—No digas tonterías, Alexia. Si nuestro padre te escucha, se molestará contigo —dice la voz de Axel.—No son tonterías hermano, yo la vi en mis sueños. Primero era una pesadilla horrible y después se transformó en un sueño lindo, y vi la cara de Andrea, ella me decía que se quedaría, que no se iría.Mi corazón salta al instante que la escucho. Ella cree que fue un sueño, sin embargo, lo toma como real, pero tal cual como lo supone.—¿Y eso qué? —pregunta de mala gana su mellizo.—¿Cómo, qué? —Ella lo imita. —Que Andrea es la mamá que necesitamos y estábamos esperando. Ella tomará ese lugar.¿De dónde sacó eso?—Más bien lo que tú has estado esperando, porque yo no.No sé cómo lidiar con esto… Por un lado, uno me adora y por el otro, él me tiene detestada.—Tú también quieres una mamá, no solo yo.Oírla decir esas palabras, me rompe el corazón.—Yo no necesito una mamá, Alexia —el cambio de voz en Ax
ANDREAEl martes por la mañana, mi profesor de diseño me informa que perdí la única oportunidad de presentar mi examen. Ahora me siento mal, no hay como justificar mi falta.Me encuentro sentada en la cafetería de la universidad, con la mirada perdida en mi plato de comida. Llevo rato así en silencio, ni siquiera sé si hay gente a mi alrededor o si está vacío el sitio, aunque eso no lo creo, igual ignoro mi entorno. Mis pensamientos no me dejan concentrarme en nada más, que en las palabras de mi profesor, “no se puede hacer nada”.Había estado esperando ese día desde hacía semanas, incluso estudie y estudie cuando tuve la oportunidad de hacerlo, y sin descansos. Muy aparte del promedio, también es una forma de demostrar me lo duro que trabaje durante este periodo.Hasta conmigo misma quedó mal. Hasta el destino parece conspirar en mi contra.No puedo culpar a Alexia o a su padre por lo sucedido, aunque la verdad él sí tiene algo de culpa. Se supone que la mañana es para mí, es mi desc
DAVID—No me vuelvas a decir que hacer y menos delante de los demás —suelto molesto mientras miro a Nora.—Yo solo quería ayudar.—Sabes que no me gusta que me lleven la contra. Y menos con asuntos personales.—No entiendo que traes con esa chica. La pobre niñera solo ha estado ahí a cada momento que sé lo ordenado, porque no se lo pides por favor, la obligas.—No hagas que me arrepienta de haberte dado acogimiento bajo mi techo.Ella abre la boca sorprendida y la cierra de vuelta tan rápido como sus cejas se arrugan.—Sigues siendo un patán —se levanta de su silla. —Pensé que éramos amigos, pero ya veo que para ti todas las personas son unos simples peón, que mueves a tu antojo, así como lo haces con esa chica.—Tú no sabes nada, Nora —siseo.—¡¿Ah, no?! —levanta sus brazos al aire. —Tengo dos semanas aquí, y he visto suficiente para saber lo que está pasando.—¿Así? —inquiero alzando mi ceja. —Y según tú, ¿qué está pasando?—No te hagas —entrecierra sus ojos. —Sé el interés que tien
ANDREADanna me arrastró a los baños del cine. Ella me había llamado la atención por mi constante distracción, si la captó pensé que no se fijaría.—No vamos a salir de aquí hasta que sueltes todo —dicta firmemente, incluso se pone en la puerta para cubrir el paso.—Danna, por Dios.—Nada de que no puedes decirme o que no te pasa nada, porque si te pasa y mucho. Ya son varios días que te veo así y se que no es solo por lo de Alexia, hay algo más.Yo no le conté lo de Alexia, esa parte se enteró por su tío, de hecho ella ya sabía todos los detalles cuando volví a la universidad.—Te lo contaré —digo resignada. Me coloco enfrente del lavamanos y la observo a través del espejo. —Creo que siento algo por mi jefe —murmuro, sintiendo como mis palabras flotan en el aire.Ella abre sus ojos sorprendidos.—¿Sientes algo? ¿A qué te refieres con sentir?, ¿al tipo lo odio pero no puedo dejar de verlo porque es muy guapo?, o sentir de cosas del corazón...—No estoy segura, pero percibo que puede s