ANDREA—Andrea —alguien pronuncia mi nombre, pero sigo sumergida en mis pensamientos. —¡Andrea, mi helado se me cayó!Parpadeo cuando oigo el llanto de Alexia. Me muevo hacia ella y la veo, tiene sus ojitos húmedos y está con la mirada fija en el suelo donde su helado hace derritiéndose.—No te preocupes, te compraré otro —le digo, tomo su mano para regresar al mostrador. —Axel, no te muevas de tu asiento, llevaré a comprar otro helado a tu hermana, no nos tardaremos.Él ni siquiera levanta su mirada, tiene toda su atención en su helado de chocolate.—¿Crees que papá se molestará? —Me pregunta Alexia cuando nos formamos en la fila de personas.—¿Por qué lo preguntas? —bajo la cabeza para verla.—Es que nos estás comprando helado, y Axel se está comiendo uno de chocolate, papá no le gusta que comamos mucha azúcar.Cierto, lo olvidé por un instante. No sé donde traigo la cabeza.—Será un secreto entre los tres, si ninguno dice nada, tu padre no se molestará porque no se enterará.¿Qué e
ANDREAMe pongo rígida cuando la oigo contarme que ella y David se conocen de casi toda sus vidas.Ya decía yo, ella es alguien especial para él.—Estado ausente mucho tiempo, incluso me perdí el nacimiento de los mellizos —su voz se apaga mientras mira a su alrededor. —Volví después y los conocí, aunque me hubiese gustado estar presente en el día más importante para David y también en el momento más difícil para él.Entonces tuvieron una relación a distancia, ella nunca ha estado aquí para él, pero dice que se fue y volvió, ¿por qué razón?—Siendo así… —pronuncio, pero no logro terminar.Quiero hacerle esa pregunta, sin embargo, no quiero verme entrometida.—Sí, estuve fuera mucho tiempo —asiente. —Pero ya estoy aquí y no me iré por un largo tiempo.¿Acaso se dedica a algo que no le permite mantenerse cerca de ellos?—Supongo que eso es bueno —acepto, aunque no me entusiasme con la noticia. No me desagrada, al contrario, se me hace alguien muy amable. Sin embargo, no sé por qué me mo
ANDREALa habitación comienza a girar y estoy luchando por recuperar el aliento cuando la punta de su lengua entra en mi boca.Es una caricia curiosa al principio. Una rápida provocación que hace que todas mis terminaciones nerviosas se me pongan de punta. Entonces gimo y él regresa por otra probada… y todo se convierte en más.Más profundo, más intenso. Cómo si ninguno de los dos pudiera controlarse.—¿Hubo más que un beso? —pregunta en un tono bajo, mientras nuestras respiraciones se regulan. Apenas nuestros labios se tocan. —¿Te tocó más de lo que yo he hecho? —aprieta la mandíbula. —¿Paso?No sé qué pensar de la mirada que me da. ¿Por qué se enoja? No somos nada. Mis mejillas arden.Su rostro se relaja, como si se hubiera dado cuenta de algo. Retira sus manos de mí y comienza a retroceder.—Vaya a dormir —De nuevo usando las formalidades con esa expresión seria. Y después sale del salón, sin volver a verme.Me quedo aturdida y muy confundía con lo que paso.*****La noche cae en u
ANDREAEl lunes por la mañana me levanto muy temprano como todos los demás días lo hago. Me estiro en la cama y me dispongo a irme a la ducha.Cuando estoy lista me dirijo a la planta alta para ir a las habitaciones de los mellizos. Llamo primero en el dormitorio de Axel, una vez que lo despierto y que me aseguro que está levantando y preparándose para el colegio, salgo y voy en busca de su hermana.Hago lo mismo con Alexia, solo que con ella me demoro un poco más, ya que a ella debo peinarla como me lo pide. Cuando acabo arriba, voy hacia la cocina, donde encuentro a Hilda, ya está preparado el desayuno.—Buenos días —saludo, pasando por su lado de Hilda cuando ella me devuelve el “buenos días”. Me detengo frente el gabinete donde se guardan los platos. —Iré a poner la mesa —aviso y me dirijo al comedor, que está en la contigua habitación.Después de colocar los platos y los cubiertos en sus lugares, regreso a la cocina, para ayudar a Hilda con el desayuno. Cuando tengo tiempo eso ha
ANDREAMe encuentro sentada en una de las bancas del campus mientras observo el hermoso día solado que está hoy. A pesar de sentirme cansada por no haber descansado bien anoche, mi ánimo ha mejorado, ya no estoy de malhumor como cuando salí de esa casa esta mañana.¿Y como no me iba a molestar? No puedo evitar ponerme así cuando la veo a lado de él. Cuando subí al auto con los mellizos, esta mañana, mire por la ventana trasera a mi jefe y a su novia salir juntos por la puerta principal, bien sonrientes mientras se subían al auto de él, incluso la condujo hasta allí y le ayudo a que ella subiera.Tanta amabilidad de su parte.Me frustra nomas de pensarlo.El bullicio de los estudiantes llena el entorno mientras el aire cálido golpea mi rostro suavemente. Estamos en pleno verano, es normal que haya poco viento y más sol. Aun así disfruto de este clima, ya que cuando venga el frío, me será complicado asomar la cabeza fuera.En ese instante, oigo que alguien se acerca, rompiendo el monóto
ANDREAAntes de que caiga la tarde, después de finalizar la última clase, salgo deprisa del edificio y me encamino hacia la parada de autobuses, donde antes tomaba el transporte. Ahora que trabajo cuidando a los mellizos, Teo, el chofer de esa casa, me deja en las mañanas y a medio día pasa por mí, pero hoy, me iré más temprano, ya que debo hacer algo que tengo pendiente.El ruido de un motor, me hace girar la cabeza para saber quién se acerca. Un auto de tono azul oscuro anda a vuelta de rueda casi al borde del sendero por el que voy caminando. No dejo de caminar, incluso él se adelanta un poco de mí y se detiene. Cuando paso junto a su lado, la ventana del lado de copiloto baja lentamente.Aunque lo haya visto de reojo, por cautela, no me detengo. Continúo caminando y en eso oigo un silbido, luego una voz conocida pronuncia:—¡Hey, chica guapa! —Me grita.Automáticamente, me vuelvo para ver a esa persona y compruebo de quién se trata. Arturo está con la cabeza hacia fuera de la vent
ANDREAEntro a la oficina de la psicóloga, que parece muy acogedora, le echo una mirada rápida al lugar y luego visualizo su figura al fondo frente a un escritorio de cristal.—Hola, buenas tardes —saludo, deteniéndome a mitad de la habitación.—No te quedes allí, acércate —me anima a avanzar usando un tono amable.La psicóloga, Flores, me recibe con una sonrisa sincera. Muchas veces me pregunté, como es que un psicólogo puede ayudar en la mente humana, si muchos de ellos no cooperan o dan por hecho que si escuchan la palabra “psicólogo” están suponiendo que les están señalando de locos.Para mí ver, esa profesión sí debe de ser muy complicada, porque aparte de tener que tratar con problemas ajenos, hay que soportar que digan, “el psicólogo es para los locos”.Supongo que también es así como piensa mi jefe, por eso se niega que Alexia y Axel asistan a terapia.—Bienvenida, Andrea. Me alegra que hayas decidido venir hablar conmigo—dice cuando me acerco. —Pero toma asiento —me señala la
ANDREA—No es lo que usted está creyendo —Me vuelvo hacia él para aclararle.No sé por qué siento el impulso de darle explicaciones, quiero que se entere de que no ha ocurrido nada, que no estaba haciendo nada con Arturo, que solo… Oh, a quién engaño, me importa lo que su mente está imaginando ahora.—Es su vida, a mí no me incumbe —me recuerda con sus palabras lo que yo una vez le dije. Su mandíbula está apretada y sus puños, parecen querer golpear algo o más bien a alguien. —Lo que sí me corresponde, son mis hijos, y usted, no ha estado haciendo bien su trabajo.—No es así —niego. —Apenas me enteré lo de Alexia…—Usted es la primera persona que debe estar enterada y estar allí, para hacerme saber a mí lo más pronto posible —eleva su tono de voz, tanto que retrocedo. —Y ese bendito teléfono suyo —aprieta los dientes. —¡Téngalo siempre encendido!Casi me grita en la cara, si no hubiese sido porque me aleje un poco.—Lo sé, pero es que…—¡Nada de peros! —Ahora si grita.—Davi, ¿qué ocu