ANDREAAl salir de la oficina de David, me detengo un momento para buscarlo. Él querría estar informado sobre lo sucedido con su hijo, así que debo avisarle. Al no encontrar a nadie a quien preguntar por él, regreso al mostrador donde aquel chico me había atendido al llegar.El joven no puede darme información sobre su jefe, diciendo que no lo ha visto desde que salió de la sala de juntas. ¿Dónde podría haber ido?Decido que es mejor irme, ya que estoy perdiendo el tiempo. ¿Y si Axel necesita ser llevado al hospital y para eso debe estar presente un adulto responsable? Aunque ya no soy su niñera, siento la responsabilidad de cuidar a esos niños. Aunque no sea mi obligación, quiero seguir en sus vidas y ayudar en lo que pueda.Salgo del edificio apresuradamente, dejando claro al joven que cuando vea a David le diga que se comunique conmigo lo más pronto posible, pues es muy urgente.Intento conseguir un taxi en la esquina, pero no hay ninguno disponible. Suspiro resignada y decido cami
DAVIDEl camino hacia el colegio se siente interminable. Cada semáforo en rojo se convierte en una eternidad, y el tráfico parece conspirar en mi contra. No entiendo por qué mi mente se llena de pensamientos oscuros y temores incontrolables de repente.¿Qué habrá pasado? ¿Por qué Andrea no está respondiendo su teléfono? ¿Y por qué la llamaron a ella en vez de buscarme a mí?La preocupación se convierte en un nudo en mi estómago, apretando con fuerza mientras mis manos aprietan el volante con tensión.—Estúpido tráfico —maldigo en voz baja, golpeando mi puño contra el volante.Otra vez la fila de autos se han detenido. Solo quiero el saber de porque estos imbéciles no avanzan. Mientras espero en mi auto a que los otros se muevan, el sonido de unas sirenas, se escuchan a lo lejos, pero segundos después pasan por casi un lado, por el carril contrario.—¿De ha de haber pasado? —murmuro mientras veo pasar una ambulancia y continua de ella dos patrullas.No tengo tiempo para averiguar asunt
DAVID—Quiero ir con ella —digo cuando la suben a la ambulancia.—¿Es su familiar? —me pregunta una paramédico.—Soy su novio.—Lo siento, no tiene la manera de comprobar que tengan una relación. Lo que le puedo recomendar, es que vaya al hospital y allá pida información del estado de la paciente.Se aleja para subirse al vehículo, ya que sus compañeros la apresuran. —¡¿A cuál hospital se dirigen?! —grito para que me oigan, puesto que todos habían abordado la ambulancia.—¡El de la central principal! —me informa la mujer mientras saca la cabeza por la ventana para que la oiga por arriba del sonido de las sirenas.No pierdo más el tiempo viendo como se llevan a mi chica en esa ambulancia. Me giro para volver a mi auto, pero recuerdo el tráfico que hay. Y pienso en tomar un taxi; sin embargo, no hay ninguno libre por aquí cerca.—¿Ella es su novia? —El oficial de policía que me había sujetado del brazo, me hace esa pregunta.Asiento.—Lo es, ahora no sé cómo llegar al hospital.—¿No tr
DAVIDComo lo supuse, ahora lo estoy pasando peor. Ver a mi querida niñera postrada en esa cama me duele y a la vez me enfurece. No debí haberla dejado sola en mi oficina para ir a contarle a Samuel sobre el audio que Andrea me había entregado.La empujé hacia esto. Por más que intenté mantenerla alejada, Andrea cayó en las manos de esa mujer. Pero todo es mi culpa, yo debí haber buscado otra manera de mantenerla a salvo.Andrea es muy testaruda, es claro que no se iba a quedar esperando, y demostró que mis hijos le importan mucho.Tomo su mano y la aprieto ligeramente; se siente algo fría. Su hermoso rostro está sereno, sus ojos cerrados mientras respira a través de una mascarilla. Ella no debería estar aquí.Su rostro está lleno de moretones, algunas heridas que están cubiertas con vendas, incluso sus manos están lastimadas. En su frente tiene un golpe fuerte, puedo deducirlo porque tiene un vendaje enredado en la cabeza.—Te prometo que esa mujer pagará por todo lo que nos ha hecho
DAVIDLlamo a casa nuevamente. Luego de salirme de la sala de espera porque no permiten el uso de móviles allí. Pregunto a Hilda por los niños. Todo está en orden: ya han comido y ambos están haciendo sus deberes. Pensé en pedirle a Hilda que les preguntara a mis hijos si algo había ocurrido el día de hoy en el colegio, pero mejor decido no involucrar a mis mellizos en este asunto. Aunque son niños y no sospecharían nada, no quiero arrastrarlos hacia más problemas, con lo de la custodia tienen suficiente. Me ha quedado claro que el incidente que le paso a Andrea, no tuvo nada que ver con mis hijos; todo fue planificado para que ella saliera dañada.Media hora después, recibo la llamada de Samuel. Desafortunadamente, las cámaras del semáforo se encuentran fuera de servicio y no grabaron nada. No pienso dejar pasar este detalle, presentaré una queja cuando vaya a la comisaría.Le pido a Samuel que busque las cámaras de seguridad en los alrededores, quizás en alguna tienda o restaurante
ANDREAEl dolor punzante golpea mi cráneo apenas intento abrir los ojos. La intensidad de la luz me obliga a cerrarlos de nuevo, inmediatamente. Mi respiración se acelera. ¿Dónde estoy? Mi mente es un caos sin recuerdos.Desafiando el dolor, abro los ojos lentamente, dejando que se ajusten al abrumador brillo. Parpadeo repetidamente, forzando a mis ojos a enfocarse, a encontrar claridad en medio de la neblina.Mi entorno es un mar de blanco—paredes, cortinas, sábanas blancas, luces—todo confirma mi temor: estoy en un hospital. Mi vista baja hacia mí misma, recostada y vulnerable en esta cama de hospital, mi cabeza palpitando ferozmente bajo un grueso vendaje.—¿Dónde estoy? —mi voz es un susurro tembloroso. —¿Es esto un hospital? ¿Por qué estoy aquí?Una voz suave flota hacia mí desde la derecha, pero sus palabras se pierden en el zumbido que invade mis oídos. —Ha tenido un accidente, pero ahora está a salvo—. Intento concentrarme en la fuente de esa voz, pero cada movimiento es una l
ANDREA—Casi una semana. Hubo algunas complicaciones, pero los médicos han estado en observación por estos días—. David aprieta mi mano, como si intentara transferirme su fuerza a través de ese simple gesto.Mi mente lucha por procesar la información. Una semana perdida, una cirugía en el bazo, un accidente que casi me cuesta la vida. Y sin embargo, aquí estoy, luchando por entender, para no dejarme caer.La enfermera continúa con voz suave, intentando aliviar la tensión, pero sus palabras son como cuchillas en mi mente ya turbulenta.—La rehabilitación será un proceso, Andrea, pero hay progreso en muchos casos como el tuyo.—¿Progreso? ¿Cuánto tiempo? —La urgencia en mi voz es palpable, casi hiriente. Me siento atrapada en una pesadilla de la que no puedo despertar.David finalmente levanta su mirada, encontrando la mía con un dolor que espeja el mío.—Cariño, sé que es mucho que asimilar. Siento tanto no haber dicho nada antes. Lo único que he hecho es protegerte, darte tiempo para
DAVIDLa noticia fue fuerte para Andrea, era lógico, ella tampoco sabía que esperábamos un hijo. Lo peor de todo es que yo no tuve el valor ni el coraje para decirle que nuestro bebé había muerto y que le habían practicado un procedimiento para extraerlo de su útero.Después de que recibió la noticia, la enfermera vino a informarme que tuvieron que sedarla, pues se alteró considerablemente y eso podría haberle causado daño, especialmente porque recientemente había sido operada.Ahora estoy en la sala de espera, esperando a que me digan que Andrea ha abierto sus ojos de nuevo. Sin embargo, la enfermera me indicó que es muy probable que pase horas durmiendo. No quiero alejarme de aquí ni un segundo. He estado llamando constantemente a mis hijos; Hilda se ha quedado al cuidado de ellos y tuvo que llevarlos a su casa. Solo me he ausentado para ducharme y cambiarme de ropa, lo cual no me ha tomado mucho tiempo.La amiga de Andrea también ha estado aquí sin apartarse, aunque hoy tuvo que ir