48. Mi dueño

Charlotte se encontraba encima del escritorio de Damián, siendo penetrada violentamente. A ella le dolía su parte íntima, ya que él no tenía compasión de ella en ese momento. Los celos que el alfa sintió al ver a la humana cerca y coqueteando con el mesero lo obligaron a esto. Pero eso era lo que Charlotte quería en ese momento, sacar el lado celoso de Damián para confirmar lo que ella tanto quería.

«Ambos entraron al restaurante a comer, se dirigieron hacia la mesa que Damián había reservado para ambos y esperaron al mesero. Él llegó y ambos ordenaron, pero lo que a Damián no le gustó para nada fue la mirada que el mesero le hizo a su sumisa y eso lo enfureció más que la vez anterior.

El mesero se retiró pero, no sin antes guiñarle un ojo a Charlotte provocando el sonrojo de esta. Ella se percató que Damián estaba muy tenso y decidió romper el hielo.

— Señor, ¿Qué pasa? ¿Hice algo malo? — preguntó, llamando la atención de Damián, y el nombrado la miró con recelo.

— Nada que importe,
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