Charlotte dejó salir un estornudo luego de salir del baño y ver que su ropa no era la más apropiada para usar ese día. Luego de la discusión que tuvo con el alfa el otro día, no tuvo más remedio que tomarse un poco de su tiempo para ver si podía seguir con esas cosas que hacían. Iba a buscar a Michael a la escuela y se lo llevaba a su dormitorio a pasar la tarde. Cuando llegaba casi la noche, el chofer del alfa la iba a buscar. Tampoco había respondido ninguna de las llamadas por parte del alfa, mucho menos los mensajes para saber si estaba bien. Las únicas llamadas que se hicieron durante todo ese tiempo, fueron para saber cómo se encontraba Michael.Era fin de semana, repleto de chicos en busca de sexo y ella tenía que quedarse en su dormitorio sufriendo por amor. Su padre se encontraba bien y la última llamada que tuvo con él, sintió que le ocultaba algo, porque le dijo que quería ir a visitarlo el fin de semana, pero este se negó. Su amiga se fue con su enamorado empedernido y el
Damián no pudo resistirse a los encantos que esa mujer dejaba salir cuando se mordía el labio. Era como el diablo versión mujer. Demasiada tentación hecha persona. Ella se quedó envuelta en su cuerpo, incluso cuando la ayudó a subirse el pantalón de dormir. El alfa vio que todo se quedó en orden en la habitación, la sacó de ahí, no sin antes asegurar que nada estuviera despejado. Ya era muy tarde, por lo que los pocos estudiantes que se encontraban en sus dormitorios no verían nada más que dos enamorados.Pasaron la noche juntos en la casa de Damián, ella ya tenía varias mudas de ropa y más las que le compró el alfa en caso de emergencia. Ella prácticamente vivía ahí y aparte de ser la novia oficial de un hombre que casi le dobla la edad, también se convirtió en la madre de un pequeño niño de cinco años que se ganó todo su amor.Al día siguiente, Charlotte estaba en la sala, viendo televisión mientras comía un poco de cereal. Se había despertado primero que el alfa, solo porque tenía
Pasó algo de tiempo luego de que las cosas entre esos dos estuvieran en su sitio. Damián le iba explicando algunas cosas acerca de lo que tenía que hacer en la reunión programada, hasta llegaron a un acuerdo por parte de su padre. Ya Charlotte ni siquiera tenía idea de si continuaba cuidando de su pequeño alfa.Ese día, Damián le dijo que muchas personas la verían en paños menores, que tenía que usar vestimenta que dejaba muy poco a la imaginación. — ¿En verdad tengo que utilizar todo esto? —preguntó Charlotte, tapándose lo mejor que pudo—. ¿Habrá muchas personas?— Ya te dije que habrá muchas personas y van a querer tenerte —informó el alfa, estacionando el auto—. Si quieres, podemos irnos…— Ya estamos aquí —dijo Charlotte—. Puedo hacerlo, señor.Damián abrió la puerta del piloto, y fue a hacia dónde se encontraba Charlotte para abrirle la puerta. Lo que menos quería era que ella saliera corriendo en el proceso. Entraron al local, y Charlotte llamó la atención de las personas en cu
— ¿Estás lista? —preguntó, acariciando su cabello.— Sí, señor —respondió, confiada. Damián asintió y se levantó de allí. En el salón había un silencio total en esos momentos. — Posición de reposo —ordenó serio y ella obedeció.Charlotte no esperó a que Damián se lo repitiera dos veces y cayó de rodillas al piso de inmediato.Damián se dirigió a la mesa que estaba allí y tomó unas esposas color rojo vino y se las colocó a Charlotte en la parte del frente para que le sea más fácil utilizarlas. Luego tomó un látigo mediano y se acercó a la chica.— Sum, ¿Estás lista? —rozó su rostro.— Sí, señor — contestó, confiada —. Estoy lista.Damián le dio el primer golpe haciendo que ella jadeara al sentir el ardor en su espalda. Charlotte colocó sus manos en las rodillas, aun con las esposas puestas, para cuando Damián le dio el otro golpe, para que así fuera más fácil para los dos de recibir y de dar.Damián le dio en cada parte de su espalda un golpe que dejó marcas en ella. Cuando finalizó
Michael miró con mucha seriedad a su padre, el cual se encontraba en la puerta de la habitación con rostro feliz, mientras observaba a su madre Charlotte entrar algunas cosas en su maleta de viaje. Él no podía estar con ella, le había dicho que no sentía nada por su madre y ahora se encontraba mirándola cómo si la quisiera. — ¿Qué estás haciendo aquí, papá? —preguntó Michael, en voz bastante alta—. ¿No tienes que irte a trabajar? — Es por eso que estoy aquí —respondió Damián, cambiando su expresión—. Nos iremos de viaje.— Mamá no irá —ambos adultos se quedaron en silencio—. Te irás solo. — ¿Por qué no iría? —preguntó Charlotte, mirando al pequeño demonio sin poder creerlo. — Porque has estado pasando mucho tiempo con mi papá y no me gusta, lo odio —el pequeño cruzó los brazos en su pecho en señal de enfado—. Ten por seguro de que él hará hasta lo imposible por dejarme en ese hotel y quedarse contigo.— Lo que quiero hacer es mandarte a un internado para que dejes de ser tan imper
Llegaron al aeropuerto y había muchos reporteros que deseaban sacarles fotos, información sobre su relación, que era la comidilla entre todos los presentes.Ella mordió su labio, tomó el brazo libre del alfa y caminaron hasta el avión y un grupo de personas llevaron sus equipajes. Alguien empujó a Charlotte a tal punto de que casi le hace caer, si no no hubiera sido que él fue más rápido y la sostuvo.— Camina delante de mí y no sueltes mi mano, por favor —le pidió en voz baja—. Porque aquí andan todos estos buitres.Ella asintió, caminando delante de él, sosteniendo su mano mientras tenía la cabeza agachada por lo incómodo que eran todos los flashes para ella. De igual modo, también aprovechó verle su redondo trasero que se contoneaba de un lado a otro mientras subía las escaleras hasta la entrada del avión.— Lamento tropezarme con mis propios pasos…— No fuiste tú, sino uno de esos reporteros que buscan información de dónde no la hay —esperó a que ella se sentara primero—. No te pr
La mujer que estaba frente a ella en ese restaurante, era la misma que la dejó. El alfa que se hacía llamar su esposo estaba a la expectativa de que ella dijera algo fuera de lugar, pero toda su concentración se encontraba en su pequeño alfa que también podía sentir la tensión que ella estaba sintiendo en esos momentos. — ¿Desde cuándo se conocen los dos? —preguntó la madre de Charlotte, con una sonrisa que no era nada amistosa—. Porque hay muchos años de diferencia entre ambos… — Los mismos años que se llevaba la mujer que me abandonó con mi padre —respondió irónica—, pero imagínese que ya han pasado más de quince años. — Charlotte…— ¿Sí, amor? —preguntó del mismo modo en el cual le habló a su madre—. ¿No es de tu gusto la comida?— A mí no me gusta la comida —dijo Michael—. Me quiero ir, papá.— No podemos irnos ahora —dijo Damián, apretando el puente de su nariz—. Come eso, luego podremos irnos al hotel.— Papá…— No.— No le hables de ese modo —la humana más pequeña, se quedó
Ella no perdió la oportunidad de subírsele encima y comenzar a darle golpe tras golpe como si fuera una chica de las calles más marginadas del país. La madre de Michael trató de que los golpes no fueran a parar a su rostro y que la sangre no saliera de su nariz y labio, pero ella no podía con todo.Alguien la tomó de las caderas, alejándola de la mujer y el mismo hombre de la otra vez ayudó a la omega a ponerse de pie.— ¡Suéltame! —gritó Charlotte, enojada—. ¡Voy a matar a esa perra!— Cálmate, Charlotte —ordenó Damián—. Será mejor que se vayan, Harry —el otro alfa no había comentado nada—. Judith, espero una disculpa de tu parte.— No voy a disculparme por nada, ella fue la que se me lanzó encima como si fuera una perra arrastrada —bramó Judith, arreglándose el vestido—. Solo quería estar con mi hijo. Algo que me has quitado por años.— No te quité nada, eso fue lo que elegiste —Damián seguía abrazando a Charlotte, para que no se le escapara—. No los quiero cerca de mi familia, haga