45. Contrato firmado

La chica asintió sin mirarlo, y él fue hacia dónde se encontraba su secretaria esperando por él para ir a la reunión. Trabajar los sábados era una cosa espantosa. No era para nada grato tener que usar sus días libres para ese tipo de cosas, sin embargo, agradece siempre que su amigo estuviera disponible para él y su hijo.

— Señor Walter —uno de sus socios lo saludó—. Lamentamos haber hecho esta reunión el día de hoy.

— No es conmigo, con quien debe disculparse, sino con mis empleados —estrechó su mano con las de su socio—. Gracias por venir.

— Es un placer —su socio se hizo a un lado para que pasara—. La prensa está hablando muchas casas sobre usted y su novia.

— ¿Eso es relevante ahora? —preguntó enarcando una ceja—. Mi vida personal nunca ha intervenido en mis labores.

— Ya está en las noticias que ella se encuentra aquí con usted. ¿Por qué no la muestra?

— Porque es una rosa difícil de encontrar —respondió Damián con una sonrisa ladina—. Mi prometida no es alguien que yo deba andar
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