—William, ¿me ayudas a cuidar a tu hermana en lo que Benjamín y yo apaleamos un poco de nieve de la entrada?—Si, mami. ¿Puedo llamar a Valentina después para invitarla a jugar junto a mis amigos?—Claro hijo, siempre que sus padres le den permiso.La víspera de Nochebuena está cerca, y William no puede dejar de pensar en Valentina. La Navidad está en el aire, y en el pequeño pueblo, todo estaba decorado con luces brillantes, guirnaldas y un espíritu de alegría que envolvía a todos. William poco a poco iba dejando sus traumas atrás y su mente se llenaba de vivencias que nutrían su espíritu y su mente. Sin embargo, William tenía algo en mente que lo hacía sentir nervioso, algo mucho más especial que cualquier regalo que pudiera recibir.—Benjamín, ¿tú crees que Valentina aceptaría mi invitación?—pregunta William con los ojos llenos de duda. Estaba sentado en la mesa de la cocina, mirando con atención a su hermano mayor, que preparaba la cena.Benjamín, quien había estado organizando to
Ya es la mañana del 25 de diciembre, una fecha que todos o casi todos esperan.Winnie despierta lentamente junto a Benjamín totalmente desnudos, aún sintiendo el calor de la noche anterior, esa noche que, después de los fuegos artificiales, había sido todo lo que había soñado. El aire de Navidad parecía envolver la casa con su magia, y el sonido suave del reloj de pared marcaba el ritmo de un nuevo día.En la cama, Benjamín la abrazaba por detrás piel con piel, su cuerpo cálido junto al suyo, con una mano suavemente posada sobre su estómago. Winnie sonríe, recordando cómo había sido todo tan perfecto esa noche. Los fuegos artificiales, el chocolate caliente, la risa de los niños… y después, cuando todo quedó en silencio, solo quedaba el suave susurro de sus respiraciones entrelazadas y una habitación llena de amor y pasión desmedidos. Ambos disfrutaron hasta quedar saciados.Benjamín, como si leyera sus pensamientos, se acercó un poco más viendo los chupones en su cuello, y su mano co
La mañana de Navidad continuó con una alegría inquebrantable, llena de risas, abrazos y, por supuesto, regalos. William, no contento con abrir sus propios obsequios, corrió al teléfono con la emoción de un niño al que se le acaba de ocurrir una gran idea.—¡Voy a llamar a Valentina! —dijo William, dándole a Winnie y Benjamín una mirada cómplice. Con su energía desbordante, comenzó a marcar el número en el teléfono de casa, mientras sus padres se relajaban junto a la mesa, observando la escena con una sonrisa.—¡Feliz Navidad, Valentina! —dijo William con una sonrisa amplia al recibir la llamada. Se le podía escuchar en su voz lo emocionado que estaba de compartir ese momento con ella.—¡Feliz Navidad, William! —respondió Valentina, su voz llena de dulzura. Había algo en esa pequeña llamada que reflejaba la pureza de la infancia, esa conexión sincera entre dos niños, que, aunque pequeños, sabían el significado de compartir y celebrar.Mientras William conversaba con Valentina, Benjamín
Winnie frunció el ceño, observando a la mujer frente a su casa. No era cualquier persona, sino la exnovia de Benjamín, Wanda.Se preguntaba qué hacía ahí, a pesar de haber pasado tanto tiempo desde que lo había dejado, justo cuando todo parecía estar bien, cuando finalmente sentía que su familia estaba completa y tranquila. ¿Por qué volvía ahora?Desde la ventana, Winnie observó a Benjamín abrir la puerta con cautela, como si estuviera preparado para cualquier cosa. Wanda, con su cabello rubio, suelto, y esa mirada que solía ser tan familiar para él, parecía tener una mezcla de arrepentimiento y cálculo. Winnie pudo notar que es muy linda, pero no confiaba ni un poco en ella. Su marido había vivido la traición en carne propia y sabía que, detrás de su dulzura, Wanda aún tenía mucho que ocultar.—Benjamín... —dijo Wanda con una voz suave, pero suficiente para que Benjamín la escuchara. No necesitaba levantar la voz; siempre había tenido esa capacidad de captar la atención con su tono m
El beso aunque forzado y desesperado, fue suficiente para que Benjamín se detuviera, incluso por un breve instante. Pero la verdad era que nada iba a cambiar su decisión.Él apartó a Wanda con brusquedad, empujándola levemente hacia atrás, con el rostro desencajado por la furia.—¡No me hagas esto! —dijo Benjamín, ahora claramente irritado.Su respiración estaba agitada, y su mirada reflejaba la rabia que sentía hacia ella—. Estoy casado, tengo una familia. Ya no soy tuyo, no te pertenezco. ¡No me jodas!Justo en ese momento, la puerta de la cocina se abrió y Winnie apareció. La escena fue como una puñalada directa en su corazón. Wanda, al ver a Winnie, no pudo evitar sonreír con una mezcla de burla y satisfacción, aún sin conocerla tenía facha de esposa.—Vaya, Benjamín, ¿En serio? —dijo Wanda, mirando a Winnie con desdén—. Parece que alguien más se me adelantó para dejarte en las ruinas. Porque sé que nunca serás amado de verdad, siempre serás un monstruo solo te usarán y te despoja
—Lo sé, Winnie. Lo sé.Antes de que pudieran decir más, la risa de William y el bullicio de los demás llegó desde abajo, recordándoles que el día no podía detenerse. La familia, aunque unida por los desafíos, seguía adelante con el mismo amor y alegría que siempre había sido su base.Winnie se apartó ligeramente de Benjamín, y, con una sonrisa tranquila, añadió:—Vamos, no dejemos que esto nos arruine la Navidad. Emma y William nos están esperando.Ambos salieron de la habitación y bajaron las escaleras.—¿Todo está bien? —le pregunta Sara mientras acomoda la fruta en una canasta.—Si. Solo fue un momento incomodo. Gracias por cuidar a los niños en lo que estaba arriba.—Que dices...no es problema, para algo somos amigas.—¿Estás bien, hermano?—pregunta Manu a Benjamin mientras lleva más bebidas para los invitados.—Si...esa mujer no debió aparecer por aqui y menos para pedir dinero.—le responde Benjamin, mientras saca más carne para el asado.—Esperemos que no vuelva por aqui.La cas
Con una mirada profunda, Winnie subió suavemente sobre él, sus piernas a cada lado de su cuerpo.La calidez de su contacto con la piel de Benjamín lo envolvía, y, al sentir el suave movimiento de su cadera, ambos se encontraron en un vaivén tierno, sin prisa, disfrutando de cada segundo de esa entrega mutua.Los ojos de Winnie brillaban con un amor sincero, como si estuviera regalándole a él toda su pasión, su respeto y su devoción.—¿Te gusta?—Me fascinas.Benjamín, con una respiración más agitada, la tomó de las caderas, guiando sus movimientos para que la pepeträcïön fuera aún más profunda, pero nunca de manera apresurada ni dolorosa. Cada caricia, cada roce, era un recordatorio de lo que habían construido juntos.Mientras él la miraba, se sentía reconociendo no solo a la mujer que amaba, sino también la fuerza y la dulzura que ella le ofrecía sin condiciones.—Eres perfecta... —dijo él con la voz rasposa, los ojos fijos en su rostro, como si estuviera viéndola por primera vez, ma
Winnie no pudo contener las lágrimas. Su corazón latía con fuerza, y por un momento, no encontró las palabras. Miró a Benjamín, a sus hijos que lo observaban expectantes, y a sus amigos que la animaban con sus gestos y susurros emocionados.—¡Di que sí, mami! —gritó uno de los niños, rompiendo el silencio con su entusiasmo infantil.Winnie rió entre lágrimas y asintió con fuerza, incapaz de hablar al principio. Finalmente, encontró su voz:—Sí, Benjamín. ¡Sí, quiero casarme contigo!El lugar estalló en aplausos y vítores. Benjamín se levantó con una sonrisa radiante y colocó el anillo en el dedo de Winnie antes de tomarla en sus brazos y besarla apasionadamente.Luego de unos minutos, William y sus amiguitos corrieron hacia ellos, abrazándolos, mientras sus amigos y vecinos se acercaban para felicitarlos.Los fuegos artificiales seguían iluminando el cielo, pero para Winnie y Benjamín, nada era tan brillante como el amor que compartían en ese momento. La noche se convirtió en una cele