La mañana de Navidad continuó con una alegría inquebrantable, llena de risas, abrazos y, por supuesto, regalos. William, no contento con abrir sus propios obsequios, corrió al teléfono con la emoción de un niño al que se le acaba de ocurrir una gran idea.—¡Voy a llamar a Valentina! —dijo William, dándole a Winnie y Benjamín una mirada cómplice. Con su energía desbordante, comenzó a marcar el número en el teléfono de casa, mientras sus padres se relajaban junto a la mesa, observando la escena con una sonrisa.—¡Feliz Navidad, Valentina! —dijo William con una sonrisa amplia al recibir la llamada. Se le podía escuchar en su voz lo emocionado que estaba de compartir ese momento con ella.—¡Feliz Navidad, William! —respondió Valentina, su voz llena de dulzura. Había algo en esa pequeña llamada que reflejaba la pureza de la infancia, esa conexión sincera entre dos niños, que, aunque pequeños, sabían el significado de compartir y celebrar.Mientras William conversaba con Valentina, Benjamín
Winnie frunció el ceño, observando a la mujer frente a su casa. No era cualquier persona, sino la exnovia de Benjamín, Wanda.Se preguntaba qué hacía ahí, a pesar de haber pasado tanto tiempo desde que lo había dejado, justo cuando todo parecía estar bien, cuando finalmente sentía que su familia estaba completa y tranquila. ¿Por qué volvía ahora?Desde la ventana, Winnie observó a Benjamín abrir la puerta con cautela, como si estuviera preparado para cualquier cosa. Wanda, con su cabello rubio, suelto, y esa mirada que solía ser tan familiar para él, parecía tener una mezcla de arrepentimiento y cálculo. Winnie pudo notar que es muy linda, pero no confiaba ni un poco en ella. Su marido había vivido la traición en carne propia y sabía que, detrás de su dulzura, Wanda aún tenía mucho que ocultar.—Benjamín... —dijo Wanda con una voz suave, pero suficiente para que Benjamín la escuchara. No necesitaba levantar la voz; siempre había tenido esa capacidad de captar la atención con su tono m
El beso aunque forzado y desesperado, fue suficiente para que Benjamín se detuviera, incluso por un breve instante. Pero la verdad era que nada iba a cambiar su decisión.Él apartó a Wanda con brusquedad, empujándola levemente hacia atrás, con el rostro desencajado por la furia.—¡No me hagas esto! —dijo Benjamín, ahora claramente irritado.Su respiración estaba agitada, y su mirada reflejaba la rabia que sentía hacia ella—. Estoy casado, tengo una familia. Ya no soy tuyo, no te pertenezco. ¡No me jodas!Justo en ese momento, la puerta de la cocina se abrió y Winnie apareció. La escena fue como una puñalada directa en su corazón. Wanda, al ver a Winnie, no pudo evitar sonreír con una mezcla de burla y satisfacción, aún sin conocerla tenía facha de esposa.—Vaya, Benjamín, ¿En serio? —dijo Wanda, mirando a Winnie con desdén—. Parece que alguien más se me adelantó para dejarte en las ruinas. Porque sé que nunca serás amado de verdad, siempre serás un monstruo solo te usarán y te despoja
—Lo sé, Winnie. Lo sé.Antes de que pudieran decir más, la risa de William y el bullicio de los demás llegó desde abajo, recordándoles que el día no podía detenerse. La familia, aunque unida por los desafíos, seguía adelante con el mismo amor y alegría que siempre había sido su base.Winnie se apartó ligeramente de Benjamín, y, con una sonrisa tranquila, añadió:—Vamos, no dejemos que esto nos arruine la Navidad. Emma y William nos están esperando.Ambos salieron de la habitación y bajaron las escaleras.—¿Todo está bien? —le pregunta Sara mientras acomoda la fruta en una canasta.—Si. Solo fue un momento incomodo. Gracias por cuidar a los niños en lo que estaba arriba.—Que dices...no es problema, para algo somos amigas.—¿Estás bien, hermano?—pregunta Manu a Benjamin mientras lleva más bebidas para los invitados.—Si...esa mujer no debió aparecer por aqui y menos para pedir dinero.—le responde Benjamin, mientras saca más carne para el asado.—Esperemos que no vuelva por aqui.La cas
Con una mirada profunda, Winnie subió suavemente sobre él, sus piernas a cada lado de su cuerpo.La calidez de su contacto con la piel de Benjamín lo envolvía, y, al sentir el suave movimiento de su cadera, ambos se encontraron en un vaivén tierno, sin prisa, disfrutando de cada segundo de esa entrega mutua.Los ojos de Winnie brillaban con un amor sincero, como si estuviera regalándole a él toda su pasión, su respeto y su devoción.—¿Te gusta?—Me fascinas.Benjamín, con una respiración más agitada, la tomó de las caderas, guiando sus movimientos para que la pepeträcïön fuera aún más profunda, pero nunca de manera apresurada ni dolorosa. Cada caricia, cada roce, era un recordatorio de lo que habían construido juntos.Mientras él la miraba, se sentía reconociendo no solo a la mujer que amaba, sino también la fuerza y la dulzura que ella le ofrecía sin condiciones.—Eres perfecta... —dijo él con la voz rasposa, los ojos fijos en su rostro, como si estuviera viéndola por primera vez, ma
Winnie no pudo contener las lágrimas. Su corazón latía con fuerza, y por un momento, no encontró las palabras. Miró a Benjamín, a sus hijos que lo observaban expectantes, y a sus amigos que la animaban con sus gestos y susurros emocionados.—¡Di que sí, mami! —gritó uno de los niños, rompiendo el silencio con su entusiasmo infantil.Winnie rió entre lágrimas y asintió con fuerza, incapaz de hablar al principio. Finalmente, encontró su voz:—Sí, Benjamín. ¡Sí, quiero casarme contigo!El lugar estalló en aplausos y vítores. Benjamín se levantó con una sonrisa radiante y colocó el anillo en el dedo de Winnie antes de tomarla en sus brazos y besarla apasionadamente.Luego de unos minutos, William y sus amiguitos corrieron hacia ellos, abrazándolos, mientras sus amigos y vecinos se acercaban para felicitarlos.Los fuegos artificiales seguían iluminando el cielo, pero para Winnie y Benjamín, nada era tan brillante como el amor que compartían en ese momento. La noche se convirtió en una cele
—Benjamin me propuso matrimonio en año nuevo.—¡Oh, por Dios! ¡Me hace tan feliz!—se levanta de su asiento y va a abrazarla—¿Cuando será?—Pensamos que Marzo sería un buen mes, aún no decidimos el día.—¡Te verás fabulosa de blanco! ¿Puedo ser una dama de honor?— Claro, no será una boda muy grande, pero quiero que sea linda.—¡Wao, que emoción! ¿Los demás ya saben?—Del trabajo tu eres la primera a la que se lo cuento. Solo los vecinos que estaban esa noche en mi casa saben del compromiso. Y mi mejor amiga y su esposo que se están quedando con nosotros.—Ay, amiga, te deseo lo mejor. Se merecen ser felices. Ya me imagino a la pequeña Emma con su trajecito.—Gracias, Lisa.Los días siguieron su curso y, mientras la rutina se restablecía, la familia de Winnie, con Benjamín a la cabeza, se sumergió en nuevos desafíos y alegrías.La fábrica maderera seguía a buen ritmo, y aunque el trabajo no faltaba, lo que realmente daba energía era el constante apoyo mutuo entre ellos. Winnie sentía u
Una tarde, mientras William regresaba del colegio, encontró a Valentina en el parque. Ella estaba sentada en una banca, mirando las flores. Al verlo, levantó la vista y sonrió tímidamente.—Hola, Valentina —saludó William, acercándose a ella con una sonrisa.—Hola, William —respondió ella, sonriendo en retorno—. Estaba pensando en lo que dijiste. Y quería decirte que… lo siento, a veces soy un poco impulsiva.William se sentó junto a ella, sintiendo que la tensión entre ellos desaparecía.—No te preocupes. Ya te lo dije, no es gran cosa. Me alegra que lo entiendas.Valentina se rió suavemente, mirándolo con una expresión más relajada.—Lo que quiero decir es que… me gusta cómo eres. No me importa si otras niñas te dejan cartas. Sé que lo haces porque eres un buen chico, y eso me gusta.William se ruborizó, pero se sintió feliz al mismo tiempo. No necesitaba más para sentirse tranquilo.—Gracias, Valentina. Eres muy buena conmigo.Ambos se quedaron allí un rato, conversando sobre cosas