Una tarde, mientras William regresaba del colegio, encontró a Valentina en el parque. Ella estaba sentada en una banca, mirando las flores. Al verlo, levantó la vista y sonrió tímidamente.—Hola, Valentina —saludó William, acercándose a ella con una sonrisa.—Hola, William —respondió ella, sonriendo en retorno—. Estaba pensando en lo que dijiste. Y quería decirte que… lo siento, a veces soy un poco impulsiva.William se sentó junto a ella, sintiendo que la tensión entre ellos desaparecía.—No te preocupes. Ya te lo dije, no es gran cosa. Me alegra que lo entiendas.Valentina se rió suavemente, mirándolo con una expresión más relajada.—Lo que quiero decir es que… me gusta cómo eres. No me importa si otras niñas te dejan cartas. Sé que lo haces porque eres un buen chico, y eso me gusta.William se ruborizó, pero se sintió feliz al mismo tiempo. No necesitaba más para sentirse tranquilo.—Gracias, Valentina. Eres muy buena conmigo.Ambos se quedaron allí un rato, conversando sobre cosas
Al día siguiente, Wulliam se despertó muy feliz. Era increíble cómo hablar las cosas podía despejar tantas dudas y aliviar tanto peso en el corazón. Durante el desayuno, seguía sonriendo con orgullo, aunque Benjamín no perdió la oportunidad de hacerle un par de bromas.—Así que, William, ¿ya tienes novia oficial o todavía estamos en negociaciones? —pregunta Benjamín con una sonrisa pícara mientras le servía más jugo.—¡Papá! No es mi novia… —William rodó los ojos, pero el rubor en su rostro lo Winnie soltó una risa suave mientras acomodaba los platos.—Déjalo en paz, Benjamín. Por lo menos nuestro hijo está aprendiendo a comunicarse mejor que tú a su edad.—¡Hey! Yo no era tan bueno, pero era un genio en matemáticas y a las chicas les encantaba cuando resolvía los problemas matemáticos. Más de una me pidió amores pero era tímido—Benjamín se llevó una mano al pecho, fingiendo ofensa.—Sí, claro, "experto". Me enteré que te tomó semanas juntar el valor para invitarme a salir — ambos est
Sus enormes manos encontraron su cintura, sosteniéndola con firmeza mientras sus labios descendían para capturar los de ella en un beso profundo, cargado de deseo y amor. Winnie suspiró bajo su toque, dejando que su cuerpo respondiera al suyo sin reservas.Por un momento, sintió el roce de la cicatriz en su pecho contra su piel, pero lo último que sentía era inseguridad. Benjamín no intentaba ocultarla, y ella tampoco quería que lo hiciera. Con suavidad, acarició esa marca con sus dedos, trazándola como si fuera parte de un mapa que ya conocía de memoria.—Eres perfecto —le susurró ella, mirándolo directamente a los ojos, sin temor ni dudas.Benjamín se detuvo por un instante, como si las palabras de Winnie lo hubieran golpeado profundamente. Cerró los ojos, respirando hondo, y cuando los abrió, todo en él parecía más decidido, más intenso.La tomó por las muñecas, sosteniéndolas suavemente pero con una autoridad que la hizo estremecerse. Se inclinó hacia ella, dejando que sus labios
—¡Mamá, papá, despierten o llegaremos tarde!— vocifera William desde el marco de la puerta bostezando y estruja dose los ojos.El sol ya estaba muy arriba, cuando Winnie y Benjamín se pusieron en marcha con sus hijos. La rutina de las mañanas siempre era un caos controlado: William, con su mochila al hombro, repasaba lo que había olvidado en la mesa de la cocina, mientras Emma, en su silla alta, hacía todo lo posible por no quedarse quieta mientras Winnie le colocaba los zapatos.—¿Dónde está mi lonchera, mamá? —preguntó William desde la puerta, frunciendo el ceño.—Sobre la mesa, justo donde la dejaste anoche —respondió Winnie mientras le daba un beso rápido en la mejilla.Benjamín, con Emma en brazos, intentaba que la pequeña dejara de jugar con las llaves del auto.—Emma, no podemos llegar tarde a la guardería solo porque decidiste ser la reina de las llaves —dijo con humor, haciéndola reír.Finalmente, lograron salir de casa, como relámpagos, casi era la hora de entrada de la made
—Llamaremos a la policía. No vamos a hacer nada solos.Winnie asintió, aunque su mente ya estaba a kilómetros de distancia, pensando en Emma y rogando que estuviera a salvo.Benjamín sacaba su teléfono para llamar a la policía, en ese momento su teléfono celular comenzó a sonar. Era un número desconocido. Su corazón se detuvo por un instante antes de contestar.—¿Hola?Una voz femenina respondió al otro lado de la línea, tranquila pero con un tono inquietante.—¿Me extrañaste?—¿Wanda?—Vaya...no te has olvidado de mi voz.—¡¿Que has hecho mujer?!—le pregunta, mientras lo pone en alta voz, le hace señas para que Winnie le dé su teléfono y lo pone en modo grabadora.—Espero que ahora entiendas que no puedes tener todo en la vida.Winnie sintió que el suelo se le movía bajo los pies.—Wanda… ¿dónde está mi hija?—grita para que la pueda escuchar.La risa suave de la mujer al otro lado de la línea hizo que el miedo de Winnie se convirtiera en puro terror.—Emma está bien, al menos por aho
El camino hacia los riscos era empinado y traicionero. La neblina los envolvía, y el viento cortante hacía que cada paso se sintiera como una batalla. Winnie apenas podía pensar con claridad, pero el llanto lejano de Emma resonaba en su mente, dándole fuerzas para seguir adelante.De repente, Harold se detuvo y señaló unas huellas en el suelo húmedo.—Miren esto. Son recientes, deben ser ellas.—Si. Es ella —dijo James, apretando los dientes.El grupo aceleró el paso, ignorando el agotamiento. Las ramas crujían bajo sus pies, y el sonido del viento aumentaba a medida que se acercaban a los riscos. Winnie se aferraba a Benjamín, sintiendo que si lo soltaba podría derrumbarse en cualquier momento.Finalmente, después de lo que parecieron horas, divisaron una pequeña cabaña al borde del risco. Una tenue luz parpadeaba en el interior, y el silencio que la rodeaba era casi ensordecedor.—Está ahí —susurra James, señalando al resto para que rodearan el lugar.Winnie dio un paso al frente, p
El aire se congeló en el instante en que Wanda perdió el equilibrio. Sus pies resbalaron sobre el borde del risco y, en un acto desesperado, soltó a Emma mientras caía hacia el vacío.—¡Benjamín, la niña!—¡Oh por Dios!El corazón de Winnie se detuvo al ver a su hija suspendida en el aire, pero Benjamín reaccionó como un rayo. Con un movimiento ágil y decidido, se lanzó hacia adelante y atrapó a Emma justo antes de que pudiera caer.—¡La tengo! —gritó Benjamín, sosteniendo a la bebé contra su pecho con fuerza, en su rostro una mezcla de alivio y determinación.Winnie corrió hacia él, con sus manos temblorosas extendidas. Benjamín le entregó a Emma con cuidado, y Winnie la abrazó como si nunca fuera a soltarla.—Está bien, Winnie. Está a salvo —dijo Benjamín, con la respiración entrecortada.Pero el momento no terminó ahí. James, quien había estado observando horrorizado cómo Wanda caía, reaccionó rápidamente. Se lanzó hacia el borde del risco y logró agarrar una de las manos de Wanda
En la casa Tancredi, la puerta se abre de golpe, revelando a William con el rostro enrojecido y los ojos llenos de lágrimas. Apenas vio a Winnie y Benjamín en el sofá, corrió hacia ellos sin dudarlo.—¡Mamá! ¡Papá! —gritó, con su voz quebrada por la emoción.Winnie lo recibe con los brazos abiertos, todavía sosteniendo a Emma que despertó minutos atrás, le dieron de comer y ahora dormía tranquila. William se lanza hacia ellos, abrazándolos con fuerza, su pequeño cuerpo temblando.—Estaba tan asustado —solloza, enterrando el rostro en el cuello de su madre.Benjamín se inclina hacia su hijo, rodeándolo también con sus brazos.—Ya pasó, hijo. Estamos todos juntos ahora, y Emma está bien —le dijo con voz calmada, aunque el nudo en su garganta todavía era evidente.William levanta la cabeza y mira a su hermanita. Sus pequeñas manos tocaron con delicadeza los dedos de Emma, como si necesitara confirmar que realmente estaba allí, a salvo.—Pensé que nunca la volveríamos a ver —murmura con u