El aire se congeló en el instante en que Wanda perdió el equilibrio. Sus pies resbalaron sobre el borde del risco y, en un acto desesperado, soltó a Emma mientras caía hacia el vacío.—¡Benjamín, la niña!—¡Oh por Dios!El corazón de Winnie se detuvo al ver a su hija suspendida en el aire, pero Benjamín reaccionó como un rayo. Con un movimiento ágil y decidido, se lanzó hacia adelante y atrapó a Emma justo antes de que pudiera caer.—¡La tengo! —gritó Benjamín, sosteniendo a la bebé contra su pecho con fuerza, en su rostro una mezcla de alivio y determinación.Winnie corrió hacia él, con sus manos temblorosas extendidas. Benjamín le entregó a Emma con cuidado, y Winnie la abrazó como si nunca fuera a soltarla.—Está bien, Winnie. Está a salvo —dijo Benjamín, con la respiración entrecortada.Pero el momento no terminó ahí. James, quien había estado observando horrorizado cómo Wanda caía, reaccionó rápidamente. Se lanzó hacia el borde del risco y logró agarrar una de las manos de Wanda
En la casa Tancredi, la puerta se abre de golpe, revelando a William con el rostro enrojecido y los ojos llenos de lágrimas. Apenas vio a Winnie y Benjamín en el sofá, corrió hacia ellos sin dudarlo.—¡Mamá! ¡Papá! —gritó, con su voz quebrada por la emoción.Winnie lo recibe con los brazos abiertos, todavía sosteniendo a Emma que despertó minutos atrás, le dieron de comer y ahora dormía tranquila. William se lanza hacia ellos, abrazándolos con fuerza, su pequeño cuerpo temblando.—Estaba tan asustado —solloza, enterrando el rostro en el cuello de su madre.Benjamín se inclina hacia su hijo, rodeándolo también con sus brazos.—Ya pasó, hijo. Estamos todos juntos ahora, y Emma está bien —le dijo con voz calmada, aunque el nudo en su garganta todavía era evidente.William levanta la cabeza y mira a su hermanita. Sus pequeñas manos tocaron con delicadeza los dedos de Emma, como si necesitara confirmar que realmente estaba allí, a salvo.—Pensé que nunca la volveríamos a ver —murmura con u
—¡William, no corras hijo!El sol brilla intensamente en el cielo azul, especialmente sobre Hanlan's Point Beach, mientras las olas rompían suavemente en la orilla.Winnie había planeado junto a Benjamín unas vacaciones en Toronto, luego de registrarse y recibir las habitaciones, bajaron a la playa. Eran las vacaciones perfectas para toda la familia, pensando que era justo disfrutar un poco después de las semanas intensas que habían vivido.Emma estaba emocionada en su pequeño traje de baño con dibujos de delfines, y William no podía dejar de correr sobre la arena, sosteniendo su tabla de surfpequeña, su cubo y pala para construir castillos de arena.—¡Papá! ¿Dónde está tu traje de baño? vamos a domar las olas —pregunta William, señalando a Benjamín, quien carga la mochila y un enfriador lleno de bocadillos.—Lo llevo puesto, debajo del pantalón, si hay algunas olas aprenderás a surfear—responde Benjamín, tirando de la sudadera negra con capucha que llevaba encima.Winnie arqueó una
—William con cuidado—le dice Winnie a su hijo que va adelante llevando a Emma en el cochecito.—Si, mami. Emma le gusta cuando voy rapido.El hotel donde se hospedan Winnie, Benjamín, sus hijos, y sus amigos era un encantador hotel boutique de 200 habitaciones, ubicado frente a una playa de arena dorada y aguas cristalinas.La fachada del hotel combinaba elementos modernos y rústicos, con paredes de piedra natural y balcones adornados con buganvillas en flor que le daban un toque cálido y acogedor. Dentro, cada rincón estaba diseñado con un estilo único: desde los muebles de madera artesanal hasta los suelos de mármol pulido que reflejaban la luz suave de las lámparas colgantes.En el vestíbulo, una imponente chimenea rodeada de sillones mullidos invitaba a los huéspedes a sentarse y relajarse mientras el personal, siempre amable, ofrecía una copa de vino o un té helado de bienvenida. Los detalles personalizados, como fotografías en blanco y negro de paisajes costeros y jarrones con f
En el área de la piscina, Winnie y Benjamín estaban disfrutando de un momento tranquilo. William nadaba con un flotador bajo la supervisión de Sarah y Manu, mientras Emma chapoteaba en su piscina para bebés. El sol brilla, y el sonido de las olas de fondo hacía que todo pareciera perfecto.De repente, Winnie nota algo, a su lado llegaron dos jóvenes, uno de ellos el joven que vio en el desayuno.—Ben, creo que es el mismo chico del desayuno —murmura Winnie, dándole un ligero codazo.—¿Quién? —Benjamín levantó la vista.—El del restaurante... el chico que Emma no dejaba de mirar.El joven, alto y de porte confiado, se acerca con una sonrisa amigable. Llevaba unas gafas de sol que le daban un aire de modelo casual, pero su expresión era amable, sin pretensiones. Se detuvo frente a ellos, inclinando ligeramente la cabeza a modo de saludo.—Hola, espero no interrumpir —dijo, con un tono de voz suave pero seguro—. Solo quería saber... ¿cómo se llama esta pequeña preciosidad? —Señaló a Emma
Después de la cena, la familia regresaron a su habitación, todavía riéndose de la inesperada situación con Alex. Winnie llevaba a Emma en brazos, mientras Benjamín caminaba con William medio dormido sobre su hombro. La noche parecía tranquila, pero al abrir la puerta de su habitación, ambos se quedaron boquiabiertos.La habitación estaba completamente transformada. Flores frescas adornaban las mesas, y un suave aroma a lavanda llenaba el aire. Sobre la cama principal había pétalos de rosas formando un corazón, y una botella de champán enfriándose en un balde junto a dos copas. Incluso el espacio de Emma estaba decorado con globos y pequeños peluches nuevos.—¿Qué es esto? —preguntó Winnie, maravillada.Benjamín miró alrededor, asombrado.—No tengo idea, pero... alguien nos está mimando demasiado.En ese momento, encontraron una nota elegantemente doblada sobre la mesa. Winnie la tomó y leyó en voz alta:"Espero que disfruten esta pequeña sorpresa. Consideren esto un agradecimiento por
El último día de vacaciones llegó más rápido de lo que esperaban.El sol brilla muy alto en el cielo mientras Sarah y Manu ayudaban a Winnie y Benjamín a empacar las últimas cosas en sus maletas. Emma, ajena al bullicio, estaba sentada en su manta, jugando con un peluche mientras William corría alrededor del cuarto con un barco de juguete, emocionado por el viaje de regreso pero también algo triste por dejar atrás la playa.—Esto se pasó volando, ¿verdad? —comentó Sarah mientras cerraba su maleta, mirando a Manu.—Sí, pero fue perfecto —responde él, colocando una mano en su hombro—. Ahora toca volver a la rutina.Benjamín, que estaba doblando la ropa de William, asintió.—La rutina tiene su encanto también. Aunque no voy a negar que estas vacaciones fueron justo lo que necesitábamos.Winnie sonríe mientras guardaba las últimas cosas de Emma en su bolso.—Tienes razón. Pero es cierto que extrañaré la tranquilidad del mar... y un poco el hotel también.En el aeropuerto, las despedidas f
Cuando la casa finalmente se calma, Winnie y Benjamín aprovechan el momento.William está agotado después de un día lleno de juegos y risas, y Emma duerme plácidamente en su cuna. Winnie sonríe al ver la quietud que se apodera del hogar.—¿Qué te parece si tomamos un momento para nosotros? —sugiere Benjamín, acercándose a Winnie.—¿Tienes algo en mente? —pregunta ella, alzando una ceja con una sonrisa intrigada.—Un baño caliente y una botella de vino. Solo nosotros dos. ¿Que dices señora Tancredi? —habla Benjamín, tomando su mano.Winnie llena la bañera con agua caliente mientras añade unas sales aromáticas de lavanda que encontró en uno de los cajones. La habitación se llena de vapor y un relajante aroma floral. Benjamín regresa con dos copas y una botella de vino tinto que había guardado para una ocasión especial.—¿Quieres que lo descorche? —pregunta mientras coloca las copas en el borde de la bañera.—Por supuesto. Esto es para relajarnos.Cuando todo está listo, ambos se despoja