—Lo sé, Winnie. Lo sé.Antes de que pudieran decir más, la risa de William y el bullicio de los demás llegó desde abajo, recordándoles que el día no podía detenerse. La familia, aunque unida por los desafíos, seguía adelante con el mismo amor y alegría que siempre había sido su base.Winnie se apartó ligeramente de Benjamín, y, con una sonrisa tranquila, añadió:—Vamos, no dejemos que esto nos arruine la Navidad. Emma y William nos están esperando.Ambos salieron de la habitación y bajaron las escaleras.—¿Todo está bien? —le pregunta Sara mientras acomoda la fruta en una canasta.—Si. Solo fue un momento incomodo. Gracias por cuidar a los niños en lo que estaba arriba.—Que dices...no es problema, para algo somos amigas.—¿Estás bien, hermano?—pregunta Manu a Benjamin mientras lleva más bebidas para los invitados.—Si...esa mujer no debió aparecer por aqui y menos para pedir dinero.—le responde Benjamin, mientras saca más carne para el asado.—Esperemos que no vuelva por aqui.La cas
Con una mirada profunda, Winnie subió suavemente sobre él, sus piernas a cada lado de su cuerpo.La calidez de su contacto con la piel de Benjamín lo envolvía, y, al sentir el suave movimiento de su cadera, ambos se encontraron en un vaivén tierno, sin prisa, disfrutando de cada segundo de esa entrega mutua.Los ojos de Winnie brillaban con un amor sincero, como si estuviera regalándole a él toda su pasión, su respeto y su devoción.—¿Te gusta?—Me fascinas.Benjamín, con una respiración más agitada, la tomó de las caderas, guiando sus movimientos para que la pepeträcïön fuera aún más profunda, pero nunca de manera apresurada ni dolorosa. Cada caricia, cada roce, era un recordatorio de lo que habían construido juntos.Mientras él la miraba, se sentía reconociendo no solo a la mujer que amaba, sino también la fuerza y la dulzura que ella le ofrecía sin condiciones.—Eres perfecta... —dijo él con la voz rasposa, los ojos fijos en su rostro, como si estuviera viéndola por primera vez, ma
Winnie no pudo contener las lágrimas. Su corazón latía con fuerza, y por un momento, no encontró las palabras. Miró a Benjamín, a sus hijos que lo observaban expectantes, y a sus amigos que la animaban con sus gestos y susurros emocionados.—¡Di que sí, mami! —gritó uno de los niños, rompiendo el silencio con su entusiasmo infantil.Winnie rió entre lágrimas y asintió con fuerza, incapaz de hablar al principio. Finalmente, encontró su voz:—Sí, Benjamín. ¡Sí, quiero casarme contigo!El lugar estalló en aplausos y vítores. Benjamín se levantó con una sonrisa radiante y colocó el anillo en el dedo de Winnie antes de tomarla en sus brazos y besarla apasionadamente.Luego de unos minutos, William y sus amiguitos corrieron hacia ellos, abrazándolos, mientras sus amigos y vecinos se acercaban para felicitarlos.Los fuegos artificiales seguían iluminando el cielo, pero para Winnie y Benjamín, nada era tan brillante como el amor que compartían en ese momento. La noche se convirtió en una cele
—Benjamin me propuso matrimonio en año nuevo.—¡Oh, por Dios! ¡Me hace tan feliz!—se levanta de su asiento y va a abrazarla—¿Cuando será?—Pensamos que Marzo sería un buen mes, aún no decidimos el día.—¡Te verás fabulosa de blanco! ¿Puedo ser una dama de honor?— Claro, no será una boda muy grande, pero quiero que sea linda.—¡Wao, que emoción! ¿Los demás ya saben?—Del trabajo tu eres la primera a la que se lo cuento. Solo los vecinos que estaban esa noche en mi casa saben del compromiso. Y mi mejor amiga y su esposo que se están quedando con nosotros.—Ay, amiga, te deseo lo mejor. Se merecen ser felices. Ya me imagino a la pequeña Emma con su trajecito.—Gracias, Lisa.Los días siguieron su curso y, mientras la rutina se restablecía, la familia de Winnie, con Benjamín a la cabeza, se sumergió en nuevos desafíos y alegrías.La fábrica maderera seguía a buen ritmo, y aunque el trabajo no faltaba, lo que realmente daba energía era el constante apoyo mutuo entre ellos. Winnie sentía u
Una tarde, mientras William regresaba del colegio, encontró a Valentina en el parque. Ella estaba sentada en una banca, mirando las flores. Al verlo, levantó la vista y sonrió tímidamente.—Hola, Valentina —saludó William, acercándose a ella con una sonrisa.—Hola, William —respondió ella, sonriendo en retorno—. Estaba pensando en lo que dijiste. Y quería decirte que… lo siento, a veces soy un poco impulsiva.William se sentó junto a ella, sintiendo que la tensión entre ellos desaparecía.—No te preocupes. Ya te lo dije, no es gran cosa. Me alegra que lo entiendas.Valentina se rió suavemente, mirándolo con una expresión más relajada.—Lo que quiero decir es que… me gusta cómo eres. No me importa si otras niñas te dejan cartas. Sé que lo haces porque eres un buen chico, y eso me gusta.William se ruborizó, pero se sintió feliz al mismo tiempo. No necesitaba más para sentirse tranquilo.—Gracias, Valentina. Eres muy buena conmigo.Ambos se quedaron allí un rato, conversando sobre cosas
Al día siguiente, Wulliam se despertó muy feliz. Era increíble cómo hablar las cosas podía despejar tantas dudas y aliviar tanto peso en el corazón. Durante el desayuno, seguía sonriendo con orgullo, aunque Benjamín no perdió la oportunidad de hacerle un par de bromas.—Así que, William, ¿ya tienes novia oficial o todavía estamos en negociaciones? —pregunta Benjamín con una sonrisa pícara mientras le servía más jugo.—¡Papá! No es mi novia… —William rodó los ojos, pero el rubor en su rostro lo Winnie soltó una risa suave mientras acomodaba los platos.—Déjalo en paz, Benjamín. Por lo menos nuestro hijo está aprendiendo a comunicarse mejor que tú a su edad.—¡Hey! Yo no era tan bueno, pero era un genio en matemáticas y a las chicas les encantaba cuando resolvía los problemas matemáticos. Más de una me pidió amores pero era tímido—Benjamín se llevó una mano al pecho, fingiendo ofensa.—Sí, claro, "experto". Me enteré que te tomó semanas juntar el valor para invitarme a salir — ambos est
Sus enormes manos encontraron su cintura, sosteniéndola con firmeza mientras sus labios descendían para capturar los de ella en un beso profundo, cargado de deseo y amor. Winnie suspiró bajo su toque, dejando que su cuerpo respondiera al suyo sin reservas.Por un momento, sintió el roce de la cicatriz en su pecho contra su piel, pero lo último que sentía era inseguridad. Benjamín no intentaba ocultarla, y ella tampoco quería que lo hiciera. Con suavidad, acarició esa marca con sus dedos, trazándola como si fuera parte de un mapa que ya conocía de memoria.—Eres perfecto —le susurró ella, mirándolo directamente a los ojos, sin temor ni dudas.Benjamín se detuvo por un instante, como si las palabras de Winnie lo hubieran golpeado profundamente. Cerró los ojos, respirando hondo, y cuando los abrió, todo en él parecía más decidido, más intenso.La tomó por las muñecas, sosteniéndolas suavemente pero con una autoridad que la hizo estremecerse. Se inclinó hacia ella, dejando que sus labios
—¡Mamá, papá, despierten o llegaremos tarde!— vocifera William desde el marco de la puerta bostezando y estruja dose los ojos.El sol ya estaba muy arriba, cuando Winnie y Benjamín se pusieron en marcha con sus hijos. La rutina de las mañanas siempre era un caos controlado: William, con su mochila al hombro, repasaba lo que había olvidado en la mesa de la cocina, mientras Emma, en su silla alta, hacía todo lo posible por no quedarse quieta mientras Winnie le colocaba los zapatos.—¿Dónde está mi lonchera, mamá? —preguntó William desde la puerta, frunciendo el ceño.—Sobre la mesa, justo donde la dejaste anoche —respondió Winnie mientras le daba un beso rápido en la mejilla.Benjamín, con Emma en brazos, intentaba que la pequeña dejara de jugar con las llaves del auto.—Emma, no podemos llegar tarde a la guardería solo porque decidiste ser la reina de las llaves —dijo con humor, haciéndola reír.Finalmente, lograron salir de casa, como relámpagos, casi era la hora de entrada de la made