Benedikt
—¡Maldita sea! Esto no puede ser posible —exploto furioso cuando termino de revisar toda la información que mis hombres han recolectado.
—¿Sucede algo malo Ben? —inquiere Marisha entrando a la estancia.
—Nada por lo cual debas preocuparte nana.
—No me mientas Benedikt, que sé perfectamente cuando me estás escondiendo algo, lo veo en tus ojos que rehúyen mi mirada.
Lanzo un quejido y sin más remedio le cuento todo lo que sé hasta el momento.
—Al parecer el nuevo Coronel está recibiendo ayuda del Servicio Federal de Seguridad para dar con nuestra ubicación.
—¿Y supongo que eso es malo?
—Así es nana, esos hombres trabajan muy de la mano con el bastardo del Primer Ministro —en cuanto escucha esta pequeña información, cubre su boca con su mano—, por lo qu
Damien Me encuentro en el comedor terminando de acomodar algunas velas en sus pedestales cuando el timbre me anuncia que mi invitada ha llegado, le lanzo una última mirada a todo el lugar y me apresuro a abrirle; y aunque la belleza que desprende Ana, es algo a lo cual ya debería de estar acostumbrado después de pasar tiempo juntos por algunas semanas, nada me prepara para verla enfundada en un grueso abrigo negro que hace resaltar sus hermosos ojos azules, los cuales brillan como un faro de esperanza en medio de una tormenta y, esa sonrisa entre coqueta y seria que solo ella puede dedicarme. —Pasa, hace mucho frío afuera —le tiendo la mano y la ayudo a entrar. Cuando retiro su abrigo para colgarlo en el perchero, mi respiración se detiene y mi voz se queda atascada en mi garganta por algunos segundos, impidiéndome proferir sonido alguno. —T-te ves increíble —confieso cuando salgo de mi letargo—, ese vestido no te hace justicia Ana —me acerco a ella y dejo un pequeño beso en sus
Benedikt —¿Lo acompañamos jefe? —inquiere uno de mis hombres en cuanto cruzo la puerta. —No es necesario, prefiero que se queden a vigilar. Me encamino a la cochera donde ya espera uno de mis autos y subo sin perder tiempo, deseando escapar hasta de mis propios pensamientos. Manejo a toda velocidad sin saber qué hacer con la información que descubrí hoy, no deseo que la vida de Ana peligre, pero tampoco me siento con el derecho de destruir esa nueva ilusión que crece en ella. —¡Maldita sea! —grito golpeando una y otra vez el timón—. No debí dejar que te acercaras a ese hombre. Paro el auto y me percato de que me encuentro en el Cel Neiubit, salgo y decido pasar un rato en este lugar, tal vez unos tragos me hagan pensar bien lo que haré y como le diré a Ana la verdadera identidad de ese infeliz. Entro al bar observando todo a mi alrededor, le hago un leve asentimiento de cabeza al encargado del lugar, quien se acerca a paso lento hasta donde me encuentro. —¿Cómo han estado las
Despierto con un pequeño peso encima de mi pecho que no me deja respirar con normalidad, me remuevo incómodo y cuando abro los ojos me encuentro en un lugar que no reconozco; observo a la persona que se aferra a mi torso y cuando veo una melena pelirroja recuerdo todo lo que sucedió ayer por la noche.«Maldita sea, precisamente tenía que acostarme con la Teniente» pienso cubriendo mis ojos con mi mano, niego con mi cabeza y antes de que pueda hacer otra cosa, la pelirroja se estira y cuando su mano palpa mi abdomen se aleja de mi lado con temor dejando al descubierto su cuerpo desnudo y encendiendo mi deseo de volver a convertirnos en un solo ser.—¡Hola pelirroja! ¿No me digas que no te acuerdas de lo que hicimos ayer? —inquiero sonriendo.—¡Idiota! Claro que lo recuerdo gorila, tanto así que hasta mi trasero lo recuerda.—Que extraño, ayer no escuché que te quejarás una vez que te acostumbraste a ello, por el contrario, que recuerde, me pediste que golpeará aquí y aquí —respondo col
Anastasia Después de lo que me parecen unas cuantas horas de sueño, despierto entre los brazos de Damien quien duerme profundamente; observo su rostro sereno y una pequeña sonrisa se forma en mis labios al recordar la forma tan tierna en que me hizo el amor, haciendo vibrar mi corazón como nunca nadie lo había hecho en todos estos años.Acaricio su rostro haciendo que se remueva ante mi tacto y en el proceso afloja su agarre en torno a mi cintura, enredando las sábanas en su cuerpo con lo cual me da la oportunidad de levantarme con mucho cuidado y comenzar a recoger mi ropa, me visto con prisa y después de dejarle una pequeña nota de despedida salgo de su habitación tal cual ladrona que no desea ser descubierta; bajo hasta la estancia y antes de apagar las luces que aún permanecen encendidas, tomo mi abrigo para salir al frío aire de la madrugada, donde ya me esperan mis hombres para regresar a mi dura realidad.Los siguientes días, como toda una adolescente, intercambio mensajes c
Un pequeño rayo de Sol se cuela por las cortinas obligándome a abrir los ojos y con mi mano intento cubrirme para continuar durmiendo, sin embargo, el incesante ronquido proveniente de mi acompañante me lo impide, froto mis ojos y observo a Damien quien duerme como si fuese un bebé ajeno a todo el escándalo que hace, pincho su mejilla, pero para el caso es lo mismo, únicamente se remueve solo un poco y sigue durmiendo, lanzo un pequeño suspiro y dado que sé que ya no podré dormir de nuevo me levanto con mucho cuidado. Comienzo a buscar mi ropa, pero cuando recuerdo que esta se encuentra en la estancia, tomo una camisa de Damien que encuentro entre sus cajones, bajo y limpio todo el desorden que dejamos ayer por la noche, una vez que todo está en orden, me dirijo a la cocina, observo el reloj de pared y como es casi seguro que mi acompañante despierte más tarde decido prepararle unas Vatrushkis (empanadas rellenas de mermelada). Me encuentro tan concentrada amasando los ingredientes
—¿Dónde está Ben? —les pregunto a mis hombres en cuanto bajo de la camioneta.—Se encuentra en su habitación, jefa —me informa uno de ellos.Subo corriendo la escalinata de mármol y una vez que me encuentro en el recibidor me dirijo a su habitación, cuando estoy frente a su puerta toco dos veces esperando que me deje pasar.—Puedes pasar muñeca —responde después de unos segundos.—¿Para qué me pediste regresar Ben?—Sé que lo que te diré no te agradará nada, pero tenías que saberlo cuanto antes —me informa Ben dándose la vuelta y observándome con el ceño fruncido.—¿Qué sucedió? —inquiero un tanto inquieta por su respuesta.—Los hombres que vigilaban al imbécil de Sergey me acaban de informar que… hace unas horas lo asesinaron.—¿Qué?, pero ¿cómo sucedió? Me dijiste que los hombres de Şacal lo tenían vigilado —lo acuso tratando de contener mi enojo.—Sabes de sobra que el muy infeliz era una alimaña rastrera, peor de lo que imaginábamos y al final obtuvo lo que merecía —responde pasan
Benedikt Después de que mis hombres revisan el perímetro, bajo de la camioneta y me dirijo a las rejas de esa bodega abandonada que ya conozco de memoria, abro la puerta oxidada y sigo mi camino sin perder tiempo, cuando por fin llego a esa habitación un tanto oculta entre las sombras, veo al hombre que ya espera por mí. —Has llegado tarde mi querido Fiară —me indica Şacal, mirando su reloj y lanzándome una sonrisa burlona. —¿Cómo esperabas que llegase antes si me hablas casi en plena madrugada? —inquiero molesto. —Para alegrarte ese pésimo humor que te cargas, te daré excelentes noticias. —Ya te habías tardado en darme algún informe —lo increpo fulminándolo con la mirada. —Vamos Fiară, que me tienes trabajando como bestia en Polonia y aquí, al mismo tiempo, —lanza una carcajada por su pequeña broma y continúa con sus palabras—: era más que obvio que tardaría un poco más de lo habitual en traerte información; además, creo que después de esto me merezco unas merecidas vacaciones
Con toda la delicadeza de la que es capaz, sus manos suben un poco mi polo, dejando una suave caricia en mi abdomen y enviando un escalofrío a todo mi cuerpo; escucho como lanza una pequeña risita satisfecha con lo que ha logrado para después bajar la cremallera de mi pantalón y liberar mi miembro, el cual salta ansioso por lo que pueda suceder en los siguientes minutos. Siento como su cálido aliento choca con la piel de mi miembro y antes de que pueda detenerla sus labios comienzan una lenta tortura. —¡¿Acaso te volviste loca?! —pregunto aferrándome al timón—. Así no puedo manejar, nos vamos a matar; además, de que alguien nos podría detener. —Claro que puedes gorila, solo es cuestión de que fijes tu vista en el camino y en cuanto a que nos puedan detener, ¿no le da eso un toque de adrenalina a todo esto?, te podría decir que hasta cierto punto es más excitante. Más te vale que no hagas lo que pienso o de lo contrario te dejo con esa enorme erección que se está formando aquí —murm